Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 9 de enero de 2003
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Política

Adiós sin gloria, tras un alocado transitar

Sin lograr la meta que se proponía -alcanzar el acuerdo migratorio con el gobierno de George W. Bush-, Jorge G. Castañeda Gutman renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores en medio de la crítica y el abierto rechazo que sus posiciones generaron en temas sustanciales de la diplomacia mexicana como es la relación con Cuba y Estados Unidos.

Enfrentado con senadores y diputados, y hasta con quienes en el pasado fueron sus amigos y compañeros de luchas, como es el caso de Adolfo Aguilar Zinser, el canciller le expresó al presidente Vicente Fox su deseo de abandonar Tlatelolco. Pero lo hace sin haber ocultado su interés por llegar a la Presidencia de la República y luego de haber generado fricciones con otros integrantes del gabinete presidencial como el secretario de Gobernación, Santiago Creel.

Especialista en las relaciones bilaterales México-Estados Unidos, Castañeda tampoco ocultó su desprecio por la prensa mexicana, a la que llamó "ignorante" y la criticó por no saber hablar inglés y no leer The New York Times, lo que generó malestar y animadversión en los medios de comunicación. El rechazo a la prensa nacional se volvió a hacer evidente en la más reciente gira de Fox por Europa, cuando la acusó de reportar hechos que no se apegaban a la realidad.

De suyo polémico por su paso de la izquierda a posiciones de la derecha, el secretario de Relaciones Exteriores causó controversia desde el inicio de su gestión. En agosto de 2000, durante una gira por Estados Unidos, criticó a la prensa mexicana por no haber sabido evaluar el impacto que ocasionó la visita del entonces mandatario electo y sus propuestas.

En abril de 2001 el funcionario declaró que el gobierno de Cuba estaba "sentido, ardido y molesto", en alusión a las acusaciones que emitiera su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque, en torno a que Castañeda es un hombre "deslumbrado" por el poderío de EU, susceptible de aceptar presiones y comprometido con esa nación. Los planteamientos del ministro se registraron luego que el titular de la SRE criticara la situación de las garantías fundamentales en la isla durante la reunión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con lo que rompió la tradicional política de apoyo mexicano hacia Cuba y el principio rector de no intervención en asuntos internos de otros Estados, hasta entonces piedra angular de la política exterior.

En septiembre del mismo año volvió a colocarse en el ojo el huracán cuando luego de los atentados de Nueva York y Washington declaró que aquel no era momento para que México regateara su apoyo a los Estados Unidos, que debería ser incondicional y que el vecino país del norte tenía toda la razón y todo el derecho de ejercer represalias en contra de los responsables de terrorismo.

Las afirmaciones del canciller generaron un intenso debate queprovocó fricciones con el secretario de Gobernación, quien se opuso al apoyo "irrestricto" que pretendía Castañeda. La posición del responsable de la política exterior -hecha pública en medio del inminente anuncio de las hostilidades estadunidenses contra Afganistán- también le valió intensas críticas de la oposición por su "acercamiento a los intereses estadunidenses" y lo que consideraron "el abandono de la Doctrina Estrada y los principios de no intervención y respeto a la soberanía de los pueblos".

Todo ello se reflejó en las comparecencias que sostuvo ante diputados y senadores, las cuales se caracterizaron por su rispidez. Los legisladores de oposición no sólo estaban molestos por su "tendencia proestadunidense", sino también porque eludió la ratificación del Senado en el nombramiento de Mariclaire Acosta como embajadora especial para derechos humanos, con el argumento de que no era necesario al tratarse de una diplomática sin sede. La controversia llevó a un endurecimiento de las relaciones con los senadores, quienes evitaron cualquier acercamiento con el canciller.

Un escándalo más se produjo en febrero de 2001, durante una visita del presidente Fox a Cuba. El titular de la SRE aseguró: "se acabó la relación (de México) con la revolución cubana y se inician las relaciones con la República de Cuba", lo que fue interpretado como un alejamiento de la isla y un enfriamiento de las hasta entonces cercanas relaciones con su gobierno.

Días después, en una breve estancia en Miami, aseguró que las puertas de la embajada mexicana estaban abiertas a los cubanos, lo que causó la invasión de la sede diplomática mexicana en la isla por un puñado de personas, que estrellaron un autobús en la entrada del inmueble. La crisis obligó al subsecretario Gustavo Iruegas a volar a La Habana para resolver el problema y marcó el inicio de la caída del perredista Ricardo Pascoe como embajador de México en Cuba.

En abril de 2002 Castañeda promovió en el seno de la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU el voto mexicano en contra de Cuba por la situación de las garantías fundamentales, lo que le valió el adjetivo de "aventurero" que le endilgó el presidente Fidel Castro. En esa ocasión, el mandatario cubano lo acusó de ser causante del incidente ocurrido un mes antes en la cumbre de Monterrey, donde se le pidió a Castro que abandonara el encuentro antes de que llegara el presidente de EU.

Más tarde, en una grabación que difundió el propio comandante, se sabría lo que los funcionarios mexicanos habían negado reiteradamente: que se le había pedido abandonar la reunión y que había sido el presidente Vicente Fox quien lo había hecho. La situación derivó en el enfriamiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.

En mayo, durante una gira de Fox por Bruselas, Castañeda volvió a ser objeto de críticas por la reunión que sostuvo con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. El canciller trató de minimizar los ataques y señaló que había sido un encuentro "casual" que no tuvo la menor importancia. Frente al escándalo que provocó el acercamiento de un funcionario del llamado gobierno del cambio con el cuestionado ex mandatario, Fox tuvo que deslindarse de los hechos.

Estas son sólo algunas de las tempestades que desató Castañeda, considerado como el más controvertido miembro del gabinetazo, entre otras razones porque en su paso como canciller se recordará cuando en el viaje presidencial a China fue uno de los que invitó a los asistentes a "jugar" entre las estatuas del Museo de Terracota, lo que también estuvo a punto de provocar un conflicto diplomático.

GEORGINA SALDIERNA

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