Jorge Camil
Nómadas
En Diccionario del siglo XXI Jacques Attali nos recuerda que los pueblos civilizados nacieron de núcleos sedentarios construidos alrededor del nomadismo hace 10 mil años. Hoy, sin embargo, todo amenaza con desintegrarse para volver al estado original: los hombres, los objetos, las instituciones, las empresas y la informática se encuentran en estado de constante transformación y muestran una marcada tendencia a abandonar la vida institucional y comunitaria. La tecnología, por ejemplo, permitió que las empresas conocidas como punto com traspasaran las fronteras nacionales para competir, a menudo en forma desleal y frecuentemente sin el pago de impuestos nacionales, ofreciendo bienes en cualquier parte del mundo por medio del comercio electrónico, y la increíble miniaturización de los microprocesadores, que como por arte de magia convirtió a las enormes computadoras mainframe de los años 50 en lap-tops y computadoras de bolsillo cada vez más pequeñas, pero también más poderosas y funcionales, ha permitido que los usuarios trabajen en cualquier parte del mundo sin estar atados a un escritorio o a un lugar especial de trabajo.
El deseo de escapar de la vida sedentaria hacia el nuevo mundo de individualidades se confirma con la proliferación explosiva de los teléfonos celulares: 80 millones de usuarios en 1997, 600 millones en 2000 y mil millones en el año que acaba de terminar. Y, por si lo anterior fuese poco, este año salen a la venta los teléfonos de la tercera generación, que proporcionarán acceso directo a Internet y servicios de correo electrónico, correo de voz y transmisión instantánea de archivos de datos, audio y video.
En 1990, casi 10 años antes de la publicación de Diccionario del Siglo XXI, Attali, obviamente obsesionado por el tema del nomadismo, advirtió, ante la proliferación de lo que llamó en ese entonces objetos nómadas (lap-tops, teléfonos celulares y localizadores digitales), la inminente formación de dos tribus opuestas: los nómadas pobres, que seducidos por la televisión y el consumismo, y en oleadas de millones de seres humanos, invadirían desde Africa, Asia, Europa Oriental y América Latina las fronteras de la Unión Europea y de Estados Unidos en busca de oportunidades de trabajo, bienes de consumo y libertad, y los nómadas ricos, con dinero, tarjetas de crédito y objetos nómadas para vivir, trabajar o divertirse con desenfado en cualquier parte del mundo.
Es un hecho que las nuevas tecnologías acelerarán en este siglo el éxodo de la oficina tradicional hacia el hogar. El sueño de Bill Gates (colocar una computadora personal en cada hogar) se convirtió de la noche a la mañana en una computadora en cada bolsillo. Y la convergencia entre computadoras cada vez más versátiles, poderosas y pequeñas, y teléfonos celulares cada día más funcionales, ha provocado una revolución de proporciones mayores que la revolución industrial. šEsta es el arma más poderosa de la globalización! Aunque, debemos reconocerlo, la creciente disponibilidad de comunicaciones instantáneas está acabando no solamente con las fronteras nacionales y los hábitos de trabajo tradicionales, sino con la cohesión de la familia y con el proceso educativo.
Preocupado por la creciente publicación de libros chatarra como mero producto industrial, en medio de la escasez de verdaderas obras literarias, Mario Vargas Llosa se pregunta si la nuestra está destinada a ser "una sociedad con libros, pero donde ha muerto la literatura". ƑPara qué leer cuando se puede ver? ƑCómo inculcarle a las nuevas generaciones el amor por los libros (un anacronismo en medio del materialismo y la instantaneidad de nuestro tiempo) y la paciente disciplina de leer obras literarias en forma lineal, de pasta a pasta, cuando la mayoría de los escolares pasarán los años formativos brincando despreocupados, como conejos electrónicos, de un portal de Internet a otro en la búsqueda apresurada de diversión e información instantáneas?
En países como el nuestro la brecha tecnológica hará más evidente la diferencia entre los nómadas ricos, que podrán trabajar y competir en cualquier parte del mundo, y los nómadas pobres, que continuarán jugándose la vida para internarse en Estados Unidos, un mercado que los necesita desesperadamente por motivos económicos, pero que por razones políticas y raciales los rechaza. Irónicamente, los mayores importadores de mano de obra (Estados Unidos y la Unión Europea) están condenados a reducir aún más su oferta de trabajo, precisamente como consecuencia de la automatización auspiciada por las nuevas tecnologías. Al fin de cuentas, parecer ser que el prodigioso avance de la tecnología no hará sino ensanchar la creciente diferencia entre ricos y pobres.