VENEZUELA: EL GOLPE QUE SE ARRASTRA
Estados
Unidos acaba de declarar --sin decirlo-- su apoyo a las posiciones de los
golpistas venezolanos, que piden elecciones anticipadas a pesar de que
el gobierno de Hugo Chávez hará, constitucionalmente, elecciones
generales en agosto próximo. Por su parte, la oposición golpista
declara abiertamente que abandonará la demanda de elecciones si
consigue que se levante una parte de las fuerzas armadas o, incluso, si
un atentado acaba con la vida de Chávez que, se recuerda, fue elegido
por una mayoría abrumadora y es apoyado por la parte pobre y de
color de la sociedad venezolana, que se enfrenta a la rica y blanca ahora
en huelga, con el apoyo de la corruptísima burocracia sindical petrolera
y sus clientes.
Eso da nuevo impulso a la segunda fase del golpe --la
primera fracasó tras imponer un efímero gobierno empresarial--
contra el gobierno constitucional del presidente venezolano Hugo Chávez,
que comenzó hace 11 días con un paro indefinido que moviliza
a todo el establishment. El mismo tiene como objetivo principal arrastrar
a un ala de las fuerzas armadas a lanzarse a la calle contra Chávez.
Para eso los estrategas del movimiento (oligarcas venezolanos y agentes
extranjeros, sobre todo de Estados Unidos) han recurrido a la insubordinación
de mandos militares (hasta ahora no reprimidos); a la búsqueda (y
obtención) de muertos civiles, para reivindicarlos como mártires;
a la destrucción de la economía nacional (cese de la exportación
petrolera, para castigar a Cuba y obligar, ante el alza del precio del
barril, a que el gobierno de Washington sea aún más enérgico
y que cese el abastecimiento en energía para paralizar la distribucióna
a las ciudades e irritar a la población, etcétera).
Hasta ahora, sin embargo, no han podido romper la estructura
de mando, aunque en las fuerzas armadas hay gran discusión entre
chavistas y antichavistas (y gran desconfianza de los soldados y la tropa
frente a las posibles decisiones golpistas de algunos oficiales). Es más,
el atentado contra el petróleo y la economía nacionales parece
haber reforzado la exasperación del nacionalismo en la gente pobre
y en las bases militares, y el racismo claro de los antichavistas cava
zanjas entre ellos y la población negra o mulata.
De modo que la oposición empuja hacia la transformación
de la actual revuelta que se arrastra en un clásico golpe armado
y el gobierno resiste, solo, sin otro apoyo que el popular y la presión
del mismo sobre el ejército. Porque bastaría que los países
latinoamericanos diesen crédito a Venezuela, sustituyendo sus exportaciones
a Estados Unidos por las propias, para después cobrar los barriles
así prestados, para que los golpistas aparecieran claramente como
desquiciadores de la vida cotidiana en el país, creando así
las condiciones para obligarlos a cumplir la ley.
¿Cuánto tiempo puede durar este proceso?,
¿y cuál puede ser su desenlace? La oposición de derecha
acusa a Chávez de "tirano". Lo hace, empero, utilizando todos los
medios de información importantes, que no han sufrido represión
alguna, mientras llaman a la insurgencia, con militares en la calle. Eso
recuerda, como han dicho muchos analistas, la preparación sicológica
y social del golpe a lo Pinochet, con la CTV en el papel de los transportistas.
Si las cosas no se precipitan hacia un golpe abierto, es porque Estados
Unidos, en plena preparación de la guerra contra Irak (por el petróleo)
no puede dar un golpe (por el petróleo) en América Latina,
donde oficialmente condena los golpes de Estado.
Pero la situación pende de un hilo y todos los
países del continente deberían respaldar al gobierno constitucional
de Venezuela y declarar que condenan todo intento de derribarlo por la
fuerza y que pondrán fuera de la comunidad latinaomericana a quienes
se coloquen fuera de la Constitución venezolana.