Enardecidos diputados panistas lanzan improperios
contra Beatriz Paredes
Irrupción violenta, desastre legislativo y acusaciones
mutuas en San Lázaro
"Ya estarás contento, Martí; ¿cuánto
les pagaste?", cuestionaron a Batres Guadarrama
ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ
De un costado interior de la sala de sesiones de la Cámara
de Diputados la nube de polvo antincendios se extendió por todo
el recinto hasta el lugar que ocupaba Beatriz Paredes Rangel, y con aquel
ambiente enrarecido cayó la puerta lateral del salón parlamentario
al tiempo que los legisladores panistas, furibundos, descompuestos y enardecidos,
gritaban improperios a la presidenta de la mesa directiva: "Por tu culpa
estamos así desde la mañana".
La ira de los legisladores del Partido Acción Nacional
(PAN) alcanzó al coordinador de la bancada del Partido de la Revolución
Democrática (PRD), Martí Batres, quien fue señalado
responsable por las huestes del blanquiazul. "Ya estarás
contento, Martí. ¡Cuánto les pagaste! ¡Rosario
dijo que les iba a pagar... Rosario paga, Rosario paga...!"
Esa fue la imagen del desastre parlamentario que se vivió
ayer en el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde los diputados
permanecieron encerrados durante horas porque la presidenta de la mesa
directiva, Beatriz Paredes, se negó a solicitar la intervención
de la fuerza pública para desalojar a los manifestantes de la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), a pesar de la insistencia
de Felipe Calderón, líder del grupo parlamentario del PAN,
y de Rafael Rodríguez Barrera, coordinador de la bancada del PRI.
Horas más tarde, la ex gobernadora de Tlaxcala
manifestó que aquellos hechos se derivaron de una "provocación".
Al preguntarle ¿de quién?, respondió pausada: "no
lo sé".
Por su parte, la fracción del PRD en la Cámara
de Diputados se deslindó de cualquier acto de provocación,
y la bancada panista anunció que levantará actas penales
para definir responsabilidades por los actos violentos ocurridos ayer en
el Palacio Legislativo de San Lázaro.
La presencia de los maestros y barzonistas obedeció
a la existencia de un compromiso para que fueran recibidos por los diputados,
a efecto de conocer sus demandas presupuestales.
De acuerdo con la presidenta de la mesa directiva, este
compromiso debía cumplirlo la Junta de Coordinación Política,
que encabeza el perredista Martí Batres, a quien responsabilizó
de "no operar" para cumplir lo acordado.
Batres Guadarrama, a su vez, respondió que Paredes
Rangel no cumplió su parte. "Desde el principio, la mesa directiva
operó una estrategia para retardar cualquier solución negociada
con los manifestantes. Además, la Ley Orgánica la mandata
para salvaguardar la seguridad del recinto y de los diputados", señaló.
Antes de iniciar la sesión ordinaria en San Lázaro,
ya se sabía que miembros de la Unión Nacional de Trabajadores
Agrícolas (UNTA), de El Barzón, de la Unión Nacional
de Trabajadores y de la CNTE acudirían a manifestarse contra la
política agropecuaria y educativa del gobierno federal. Su presencia
obedecería a demandar más recursos para el sector social
durante el debate presupuestal. Sin embargo, no se tomaron previsiones
ni se resguardaron los accesos del Palacio Legislativo.
Mientras se discutía la Ley de Ingresos en el salón
de plenos, un grupo de campesinos de la UNTA y de El Barzón ingresó
a las instalaciones. Con un jinete portando una bandera nacional al frente
del grupo, decenas de mujeres y hombres se dirigieron por los pasillos
hasta la puerta giratoria por donde ingresan los diputados. A empujones
derribaron una hoja de cristal del primer acceso, y cuando estaban a punto
de tirar una segunda puerta, ésta de gruesa madera, se formó
una comisión de legisladores que alcanzó a negociar con los
campesinos. Ambos grupos acordaron reunirse a las 19 horas para iniciar
una ronda de pláticas tendientes a escuchar las demandas de los
agricultores.
Desde la mesa directiva, Beatriz Paredes ordenó
al pleno que no se moviera de aquel sitio. Solicitó a los diputados
mantenerse en su lugar a pesar de que los manifestantes pudieran violentar
los accesos y penetrar hasta la plenaria. Pero eso no ocurrió.
El primer ventarrón de violencia fue sorteado por
el equipo de seguridad de la Cámara, con el apoyo de algunos legisladores
del PAN. Pero aquello fue un aviso.
Dos horas más tarde, por los mismos pasillos por
los que habían irrumpido los barzonistas, se presentó un
nutrido grupo de maestros de la CNTE de Michoacán, Oaxaca, estado
de México, Zacatecas y Chiapas y el Distrito Federal.
Y por los mismos accesos intentaron derribar el portón
de madera. Luis Pazos, presidente de la Comisión de Presupuesto,
salió del salón de plenos y se metió entre los maestros
que le gritaron a bocajarro: "¡Queremos entrar! ¡Este recinto
es nuestro! ¡Es del pueblo!"
El panista, reducido por la muchedumbre, respondió
lacónico: "sí van a pasar, pero con orden". Su promesa quedó
en eso, y los maestros empujaron con más fuerza.
En el salón de sesiones, los diputados veían
cómo la puerta estaba a punto de ceder. Entonces Beatriz Paredes
llamó a los coordinadores parlamentarios de todos los partidos.
En el presidium, donde se ubica la mesa directiva, inició un minidebate
entre la presidenta de la Cámara, Felipe Calderón, Rafael
Rodríguez Barrera, Bernardo de la Garza, Alberto Anaya y Martí
Batres.
Ahí, el coordinador perredista informó que
había hecho contacto telefónico con Alejandro Leal, dirigente
de la CNTE, y que éste le había solicitado una reunión
con los líderes de las bancadas. La respuesta del perredista al
maestro fue que sí habría reunión, a condición
de que los profesores se retiraran de la puerta.
Paredes Rangel, Calderón Hinojosa y Rodríguez
Barrera respondieron que ya existía en el pleno una solicitud para
que interviniera la fuerza pública, pero si los profesores aceptaban
terminar con el acoso, un grupo de vicecoordinadores se reuniría
con ellos.
Batres Guadarrama dijo entonces que el PRD no aceptaba
la presencia de la policía, comentario al que se sumó el
líder del Partido del Trabajo, Alberto Anaya. Sin encontrar solución,
desde el presidium el líder de la bancada del PRD bajó rumbo
a la puerta donde forcejeaban los maestros y los guardias de seguridad,
puerta de por medio, apoyados por un grupo de diputados panistas.
Cuando el perredista se acercaba al acceso, fue interceptado
por sus compañeros Alfredo Hernández Raigosa y Miguel Barbosa,
quienes le pidieron que no fuera solo a negociar, porque aquello debían
resolverlo todos los coordinadores parlamentarios y, en último caso,
si se trataba de llamar a la fuerza pública el artículo 22
de la Ley Orgánica del Congreso estipula que corresponde de manera
exclusiva al presidente de la mesa directiva salvaguardar la inviolabilidad
del recinto.
Cuando Batres y sus compañeros se dirigían
a sus respectivas curules, los panistas comenzaron a imputarle su responsabilidad
por la presencia de los maestros. Fernando Pérez Noriega no paraba
de recriminarle: "¡Orale, Martí!, ¡ya estarás
contento, Martí!, ¡sácalos, Martí!, ¿cuánto
les pagaste, Martí?"
A los reclamos de Pérez Noriega se sumó
un coro contra la presidenta nacional del PRD: "¡Rosario dijo que
les iba a pagar! ¡Rosario, paga! ¡Rosario, paga! ¡Rosario,
paga!" En todo el salón siguieron las recriminaciones, acusaciones
y amenazas.
A los señalamientos del PAN respondió Alfredo
Hernández Raigosa, quien a manotazos y encarándolos les gritaba:
"¡ustedes son los provocadores!" Y señalando con el índice
el sitio donde se encontraba Beatriz Paredes, decía con más
fuerza: "la responsabilidad es de la mesa directiva, para eso hay mesa
directiva".
Desde su lugar, Batres respondía a los reporteros
que ya habían brincado el palco de prensa y estaban en las curules:
"los maestros quieren que los reciban los coordinadores, y los coordinadores
nos han dicho que no los recibirán. No quieren. Nosotros hemos planteado
así la situación y la responsabilidad de la seguridad de
la Cámara es de la mesa directiva".
En aquel momento en el salón de plenos todo era
confusión. Desde el interior, los agentes de seguridad rociaron
el contenido de los extintores por las hendiduras del portón de
madera, que los maestros ya habían vencido, para retenerlos y evitar
que ingresaran al recinto.
Aquella acción irritó aún más
a los maestros, quienes respondieron de igual forma y rociaron el salón
de plenos con el polvo antincendios de otros extintores, creando una densa
nube, y en pocos minutos derribaron el portón de madera.
Diputados del PAN y del Partido Verde que apoyaban al
cuerpo de seguridad para defender el acceso corrieron en dirección
de la mesa directiva. Uno de ellos, Mauro Huerta, cubierto del polvo blanco,
le gritó a Beatriz Paredes: "le exigimos que garantice la seguridad
del recinto, porque es sagrado, ¡se lo exigimos!"
En el presídium, Paredes Rangel estaba rodeada
por unos 30 legisladores. La flanqueaban Rodríguez Barrera y Calderón
Hinojosa, quien insistía: "¡háblale a la PFP, Beatriz!,
¡es por seguridad de la Cámara!"
La presidenta de la mesa directiva sólo volteó
a mirarlo y utilizó el micrófono para solicitar a los diputados
que abandonaran el recinto. La reacción de los panistas fue tajante:
"¡No, no, no, no! ¡México, México, México!"
Acto seguido, entonaron el Himno Nacional.
Beatriz Paredes insistió: "¡es importante
que abandonen el recinto, es importante que se salvaguarde para que no
haya un uso indebido de los extinguidores!"
Felipe Calderón insistía en llamar a la
PFP: "¡Beatriz, llama a la PFP!" Rafael Rodríguez, que ya
había firmado la solicitud para que interviniera la fuerza pública,
guardaba prudente silencio.
Entonces Paredes Rangel llamó a Patricia Flores,
secretaria general de la Cámara de Diputados, y sólo le dijo:
"sí".
Mientras, desde la mesa directiva se observó cómo
los panistas cargaron en vilo las curules y formaron una barricada en el
lugar donde estaba el portón para detener a los manifestantes. Beatriz
Paredes, impasible, operaba a su estilo. Llamó a Humberto Lepe y
le dijo: "¡dígales a los maestros que se retiren, porque le
están faltando al respeto al recinto!"
Felipe Calderón no cejaba: "¡ya, Beatriz,
tienes que llamar a la PFP!", al tiempo que Lorena Beauregard le dijo a
Paredes Rangel: "tenemos que ver lo del Canal del Congreso, porque nos
están agrediendo y defendiendo a los maestros, no puede ser".
Beatriz Paredes volteó buscando a la panista Heidi
Strosberg, presidenta de la Comisión del Canal del Congreso, y le
dio la orden: "¡hay que ver eso, Heidi!" Felipe Calderón no
pidió, exigió: "Heidi, toma el control del canal ¡ya!"
Calderón mostraba signos de impaciencia, y al ver
a uno de los camarógrafos del Canal del Congreso le gritó
desde el presídium, mientras diputados y reporteros lo escuchaban,
"¡dile al pendejo de Virgilio que ya le pare, que defienda a la Cámara"!
Los maestros ya se habían retirado. Y aún
así, los panistas, más calmados, hacían bromas. Manuel
Minjares, a carcajadas, gritaba: "¡traigan al Ejército!"
Después de las 20 horas Paredes Rangel reinició
la sesión. A su derecha, un montón de sillones resguardaba
el acceso, y en el ambiente seguía flotando la nube de polvo que
terminó cubriendo todo.
Afuera, en el vestíbulo, Felipe Calderón
acusaba a Rosario Robles y al PRD de "orquestar y financiar" la acción
contra la Cámara de Diputados.
También ante las cámaras de televisión,
Batres Guadarrama rechazaba el señalamiento y atribuía la
responsabilidad a los demás coordinadores parlamentarios y a Beatriz
Paredes, quien, en conferencia de prensa, se defendió: "Mi signo
político es el diálogo", y en respuesta a las acusaciones
dijo que aquellas un tamaño político muy pequeño.
Mientras la presidenta de la Cámara decía
que no apostaba a la violencia y que asumía el costo político
que le correspondía por no haber llamado antes a la fuerza pública,
en el estacionamiento de San Lázaro se apostaban 500 agentes de
la PFP, dispuestos a desalojar a los manifestantes a cualquier hora.