TUMBANDO CAÑA
Ernesto Márquez
20 años del Jazz Plaza
EN 1980, UN grupo de cubanísimos músicos,
soñadores y jazzmaniacos, encabezado por el cantante y multinstrumentista
Bobby Carcasses, se dio a la tarea de organizar una serie de recitales
de jazz en la Casa de la Cultura Plaza, el que recibió la inmediata
acogida de un público entusiasta que se fue haciendo, por efecto
de la práctica auditiva, conocedor y exigente.
MUSICOS DE LA talla de Armando Romeu, Felipe Dulzaides
y Chucho Valdés, así como antiguos miembros del Club Cubano
de Jazz, apoyaron la iniciativa de Carcasses y, poco a poco, lo que comenzó
siendo una microexperiencia limitada a unos cuantos virtuosos o empecinados
se transformó en un fenómeno colectivo que propició
en 1982 la realización del primer Festival Nacional de Jazz al que
se le denominó Plaza, por el espacio donde tuvo su origen.
A
DOS DECADAS de su creación este Festival que se realiza cada
dos años es ya un acontecimiento de resonancia internacional, que
atrae no sólo a grandes figuras de la música sincopada sino
a un público proviniente de los cuatro puntos cardinales del orbe.
POR SUS IMPROVISADOS escenarios al aire libre o
los más solemnes de los teatros a los que se ha desplazado han desfilado
figuras legendarias como la de los estadunidenses Dizzy Guillespie, Roy
Hargrove, Steve Coleman, Jack de Johnette, Jane Burnet y Herbie Hankock;
los brasileños Airto Moreira y Tania María, el argentino
Gato Barbieri; el panameño Danilo Pérez, el dominicano
Michel Camilo, el español Chano Domínguez y los puertorriqueños
Dave Valentine, David Sánchez y Giovanny Hidalgo, entre tantos grandes
que han dado prestigio internacional.
PESE A LO que se piense, esta "internacionalización"
no ha opacado el objetivo fundamental para el que el festival fue ideado:
el descubrimiento sistemático de nuevos valores del jazz cubano
y la formación de un público inteligente capaz de disfrutar
del encanto de esta música, que en muchas partes del mundo es un
género de elite dirigido fundamentalmente a los propios músicos.
LA VISITA DE grandes figuras del jazz universal
ha reforzado estos propósitos al propiciar puntos de referencia,
mutuos enriquecimientos y contribuir a delimitar las particularidades de
lo que muchos llaman ya un jazz cubano, que parte de las posibilidades
de improvisación de géneros autóctonos como el son
o la rumba para incorporarlo a ese modo de hacer música que se identifica
como jazz y que posee los mismos ancestros africanos que los ritmos de
Cuba.
NADA TAN SUGESTIVAMENTE cubano como la música
del maestro Armando Romeu, quien es responsable de gran parte de la creación
jazzística para gran orquesta. O lo hecho por Frank Emilio, el enorme
pianista ciego que supo bien combinar lo afro con el sistema modal del
jazz. Y qué decir de la obra de Emiliano Salvador, José María
Vitier, o de los jóvenes leones de la pianística cubana -Ernán
López Nussa, Gonzalito Rubalcaba, Ramón Valles- y la del
jefe de jefes, Chucho Valdés, quien al frente de Irakere, de su
quinteto o como solista, ha dejado suficientemente documentado cuáles
son las guías a seguir dentro del sistema cubano de jazz.
LA REALIZACION DE un festival como el Plaza, que
preside el maestro Chucho Valdés desde 1996, ha servido como ventana
lucidora de este gran legado. Gracias a esta fiesta no sólo hemos
sido testigos del desarrollo jazzístico en la mayor de las Antillas,
sino de la consolidación de una expresión que erróneamente
se piensa es de minorías.
LA EDICION 20 del Festival Internacional de Jazz
Plaza se llevará a cabo del 11 al 15 de diciembre en la ciudad de
La Habana. De su programación y contenido trataremos en la siguiente
entrega.