Mañana se cumple un siglo del natalicio
de quien fusionó cubismo y surrealismo
Lam, figura ambigua y fascinante en el arte del siglo
XX: Lowery Stokes
El artista cubano desafió los principios esenciales
del movimiento primitivista
MERRY MAC MASTERS
Ver un cuadro de Wifredo Lam es una buena manera de experimentar
Cuba sin haber estado allí. Conocido por su fusión de cubismo
y surrealismo, con motivos afrocubanos y caribeños, el artista cumpliría
100 años este domingo.
El Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana, se adelantó
a la efeméride al inaugurar el pasado julio la exposición
Wifredo Lam: mito y convivencia, integrada por 25 obras, con la
que también se celebró el primer aniversario de la reapertura
de su edificio de arte cubano. Para el homenaje, Isabel Bustos creó
una coreografía que fue interpretada por la compañía
de danza Retazos.
También
en la capital de Cuba se ubica el Centro de Arte Wifredo Lam cuyo objetivo
es promover la investigación y la difusión de las artes visuales
de Asia, Africa, Medio Oriente, Latinoamérica y el Caribe, así
como difundir la obra del pintor, grabador y ceramista que le da nombre.
El centro, además, patrocina la Bienal de La Habana.
Nativo de Sahua la Grande, Lam se convertiría en
el pintor cubano más internacional. Sin embargo, el artista tendría
que pasar 20 años fuera de su país para poderlo ''descubrir",
obligado a regresar por los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Hijo de padre chino y madre mulata, Wifredo Oscar de la
Concepción Lam y Castilla mostró su inclinación por
las bellas artes desde temprana edad. Su traslado a La Habana, en 1916,
con algunos miembros de su familia, le permitió ingresar, cuatro
años después, a la Academia de San Alejandro, donde permaneció
hasta 1923, cuando decidió viajar a España. Para este propósito,
el gobierno de Sahua La Grande le otorgó una pensión de 40
dólares al mes. También contó con una recomendación
dirigida a Fernando Alvarez de Sotomayor, pintor y curador del Museo del
Prado.
Mitos y leyendas del culto yoruba
Después de una estancia de 14 años, Lam
abandonó España ante la inminente caída de la República
que él mismo había ayudado a defender. Durante la defensa
de Madrid trabajó en una fábrica de explosivos. Llegado a
París el 22 de mayo de 1938, llevaba una carta dirigida a Picasso,
quien lo presentó con sus amigos: Michel Leiris, Paul Eluard, Tristan
Tzara, Fernand Léger, Georges Braque, Joan Miró y Henri Matisse,
entre otros. La amistad con André Breton, no obstante, fue crucial
en su carrera artística. Su contacto con los surrealistas desencadenó
en él recuerdos de su niñez que transformaría en material
artístico. Su infancia y adolescencia habían transcurrido
en un ambiente permeado por ideas, mitos y leyendas del culto yoruba y
sus ceremonias practicadas por su madrina.
Lowery Stokes Sims, directora del Museo Studio, en Harlem,
y autora del libro de reciente publicación Wifredo Lam y la vanguardia
internacional, 1923-1982, anota que el cubano, como muchos artistas
modernos, participó del movimiento primitivista, encontrando inspiración
e imaginería en las culturas no occidentales y pretecnológicas.
Pero, contrario a los primitivistas euro-peos y euroamericanos,
Lam se comprometía con su herencia cultural en sus obras. Su autenticidad
como primitivo y primitivista al mismo tiempo, desafía los principios
fundamentales de ese movimiento, convirtiéndolo en figura ambigua
y fascinante en el arte del siglo XX, afirma Stokes Sims.
De regreso a Cuba, por un lado pintores como Picasso y
El Bosco habían demostrado a Lam que los recuerdos se podían
pintar. Por otro, ''en las teorías del surrealismo encontró
una justificación a las visiones caóticas del trópico:
a los recuerdos en que se mezclaban los hombres con los vegetales y los
animales", anota Edmundo Desnoes.
Alejo Carpentier escribió: ''Y tuvo que ser un
pintor de América, el cubano Wifredo Lam, quien nos enseñara
la magia de la vegetación tropical, la desenfrenada creación
de formas de nuestra naturaleza -con todas sus metamorfosis y simbiosis-,
en cuadros monumentales de una expresión única en la pintura
contemporánea".
Partidario de la Revolución Cubana y a pesar de
sus estancias en el extranjero, Lam siempre visitó su país.
Murió en París y sus cenizas reposan en La Habana.