Compara a Ahmed Zakayev con Osama Bin Laden
Rusia insiste en pedir la extradición del emisario
checheno para Europa
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 6 de diciembre. A pesar del reciente fiasco
de haber perdido ya la batalla legal ante la justicia danesa, el gobierno
de Rusia sigue empecinado en solicitar la extradición del emisario
checheno para Europa, Ahmed Zakayev, a quien acusa de todos los males y,
en un exceso verbal, llegó a comparar este viernes con Osama Bin
Laden.
Procedente de Copenhague, donde la juez que vio el caso
desestimó las pruebas en su contra entregadas por la procuraduría
rusa, Zakayev fue detenido hoy en el aeropuerto de Londres en cumplimiento
de una orden de captura internacional gestionada por Rusia por medio de
la Interpol.
Al poco, el representante de los separatistas chechenos
quedó en libertad provisional al depositar Vanessa Redgrave, afamada
actriz británica, las 50 mil libras esterlinas del monto de la fianza.
Dentro de una semana dará comienzo el respectivo
juicio y, al término de lo que se prevé será un largo
proceso de acuerdo con los procedimientos de la justicia de Gran Bretaña,
es probable que la extradición de Zakayev sea denegada a Rusia.
La
persecución de Zakayev parece ser parte de la reacción colérica
del Kremlin contra la figura de mayor rango en el Congreso Mundial Checheno,
que se celebró en la capital danesa apenas unos días después
del trágico desenlace del secuestro masivo de rehenes en el teatro
Dubrovka de Moscú, a finales de octubre pasado.
La justicia danesa, en los documentos presentados por
las autoridades rusas, no encontró evidencias de que Zakayev haya
tenido una participación directa en ese acto terrorista; tampoco
consideró sólida la acusación de que, hacia mediados
de los años 90, era jefe de una banda de secuestradores.
La procuraduría rusa estima decisivo el testimonio
de un sacerdote ortodoxo que estuvo cautivo en Chechenia, no obstante que
esa misma persona declaró a la prensa local que se manipularon sus
palabras y que nunca denunció que Zakayev haya ordenado o intervenido
en su secuestro, ocurrido hace cinco años.
"Cuánta gente más tiene que devenir víctima
de la llamada democracia danesa antes de que Copenhague abandone su política
de doble moral en la lucha contra el terror", asienta en una dura declaración
el ministerio ruso de Relaciones Exteriores, que también lamenta
que Dinamarca se esté convirtiendo en "una suerte de base de apoyo
para los terroristas chechenos".
De este visceral modo, el gobierno de Rusia se queja de
que Dinamarca manejó el caso Zakayev con criterios exclusivamente
políticos, cuando todo parece indicar que es precisamente al revés.
Resulta obvio que la procuraduría rusa, en su afán
de hacer méritos ante los ojos del Kremlin, cayó en serias
contradicciones y formuló con torpeza los cargos contra el emisario
checheno. A partir de un sustento legal francamente endeble, es Moscú
el que intenta politizar al máximo la extradición de Zakayev.
En el supuesto de que este checheno, actor de profesión
y ministro de Cultura en el gobierno independentista, haya capitaneado
un grupo de sujetos que convirtió el secuestro en lucrativo negocio,
elemento clave en la solicitud de extradición, nadie entiende por
qué no se le detuvo, sin tanta complicación burocrática,
el año pasado en Moscú.
En varias ocasiones, en su calidad de representante personal
del líder de los separatistas chechenos, Aslan Masjadov, Zakayev
vino a esta capital para reunirse con el general ruso Víktor Kazantsev,
nombrado por el presidente Vladimir Putin encargado de negociar con los
rebeldes.
Los contactos en Moscú fracasaron porque Kazantsev
y Zakayev nunca pudieron establecer, durante sus pláticas preliminares,
el tema a negociar. Para los rusos, se podía hablar sólo
de la rendición inmediata e incondicional de los separatistas; para
los chechenos, en cambio, únicamente del retiro del ejército
ruso como premisa para un arreglo político.
Así las cosas, más de un portavoz oficial
ruso reconocía entonces en Zakayev un "interlocutor válido",
y el propio Kazantsev llegó a decir que su contraparte checheno
"no tenía manchadas las manos de sangre".
A juzgar por lo dicho este viernes en la ciudad portuguesa
de Oporto por el canciller de Rusia, Igor Ivanov, al hacer uso de la palabra
ante las delegaciones de los 54 países restantes que integran la
Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa,
Kazantsev recibió hace un año en la capital rusa a un terrorista
igual de peligroso que el saudita Bin Laden.
"Me pregunto qué habría pasado si otro terrorista,
Bin Laden, hubiera arribado a Londres como Zakayev, con una orden internacional
de captura en su contra. ¿Habrían actuado como hicieron con
Zakayev? ¿La policía habría conversado con él
en una comisaría y después lo habría dejado ir?",
lanzó un indignado Ivanov.
Y es que, desde la óptica del Kremlin, la concesión
de la libertad provisional a Zakayev en Gran Bretaña, así
como la negativa de Dinamarca -que tiene la presidencia en turno de la
Unión Europea- a extraditarlo, estropean un tanto el impacto propagandístico
dentro de Rusia de uno de los aspectos más destacados aquí
de la gira asiática que realizó Putin esta misma semana.
El mandatario ruso consiguió que China e India,
países que absorben hasta 80 por ciento de la venta de armas rusas,
consideren a los chechenos parte del "terrorismo internacional", a cambio
de que Rusia haga lo propio con los separatistas chinos e indios. En ese
contexto, al margen de consideraciones legales, la actitud europea desentona.