Emergencia ecológica en costas gallegas
El combustible del Prestige amenaza uno de los
ecosistemas marinos más fértiles del planeta
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 1o. de diciembre. El peor presagio se cumplió
hoy en Galicia: la marea negra procedente del Prestige, el
buque petrolero con bandera de "conveniencia" de Bahamas que transportaba
77 mil toneladas de combustible y que se rompió en dos el pasado
19 de noviembre, a unos kilómetros del Atlántico español,
empieza a salpicar y contaminar las costas gallegas, uno de los rincones
más fértiles en cultivo de moluscos y pesca del planeta.
Al
mismo tiempo, más de 200 mil personas exigieron en Santiago de Compostela,
la capital de la región, "responsabilidades políticas" por
la "errática" reacción del gobierno español ante una
de las peores tragedias del continente en las últimas décadas.
Desde que el petrolero Prestige quedó a
la deriva -y con él las miles de toneladas de hidrocarburos que
transportaba-, nadie en la comunidad autónoma de Galicia descansa
con sosiego. Todo lo contrario: cofradías de pescadores, sindicatos,
familias, ayuntamientos y ecologistas gallegos han sufrido los últimos
días la amenaza de que la marea negra de 11 kilómetros
de extensión toque mortalmente las costas del norte de Galicia.
El fuerte viento del noreste que ha azotado los últimos
días a esta región ha provocado que ese imponente magma contaminante
empiece a expulsar, mediante "pequeñas manchas negras", su fuel-oil
contaminante a los parajes de la Costa da Morte, sobre todo en Finisterre,
Ría de Corcubion, Arenal de Carnota, Muros y Laxe.
El persistente goteo
Sin embargo, desde la madrugada de ayer el goteo de marea
negra ha sido constante y persistente, lo que presagia que habrá
más aves migratorias muertas o afectadas por el tóxico -si
bien ya son más de 15 mil las víctimas, algunas socorridas
en improvisados hospitales para pájaros ennegrecidos y sofocados
por el hidrocarburo- y que las aguas en las que descansan infinidad de
especies de seres vivos verán cómo su azul cristalino se
convertirá, de súbito, en un enorme cementerio ecológico.
Cuando quedó a la deriva, hace 11 días,
el enorme buque petrolero -cuya longitud supera al equivalente a dos campos
de futbol-, el presidente del gobierno español, José María
Aznar, sostenía que "todo" estaba bajo control, que el combustible
tenía "muy pocas" posibilidades de tocar costa -ya sea por congelación
o por hundimiento de este tipo de hidrocarburos pesados- y que las medidas
preventivas desplegadas hasta entonces eran "suficientes" para atajar la
amenaza.
Además, el gobierno explicó que había
siete barcos -ninguno con bandera española- sustrayendo el combustible
vía un sistema de bombeo habitual en este tipo de desastres, gracias
al cual ha sido posible sacar al menos 5 mil de las 77 mil toneladas de
fuel-oil vertidas.
Lejos de apaciguar el profundo malestar de las cofradías
de pescadores y recolectores de mariscos y de la sociedad en general, los
mensajes triunfalistas del gobierno de Aznar provocaron una enérgica
reacción civil, que se materializó en la más grande
movilización social que se recuerde en Galicia.
Santiago de Compostela, su capital, se quedó pequeña
para acoger a la impresionante marea humana que pese a la lluvia se reunió
para reclamar "dimisiones" y "consecuencias políticas" por el desastre
ecológico. De hecho, el gobierno citó a los pescadores justo
a la misma hora que se inició la protesta para negociar las hipotéticas
subvenciones que les otorgarían por el desastre.
Precisamente porque Galicia ha sufrido al menos cinco
veces en los últimos 40 años los estragos de la contaminación
de los buques petroleros, se formó la organización no gubernamental
Nunca Mais, la responsable de que más de 200 mil personas hayan
levantado la voz ante este histórico desastre.
Manuel Rivas, escritor gallego, explicó a La
Jornada vía telefónica después de leer el comunicado
de la protesta que al igual que el Prestige, "Galicia se hunde",
por lo que se requieren "medidas excepcionales" para evitar que "haya una
nueva marea negra en nuestras costas".
Rivas,
que en sus escritos exalta la belleza de su tierra -hoy ultrajada por las
77 mil toneladas de combustible del Prestige- resaltó sin
embargo que la inmensa protesta de hoy, a la que muchos, la mayoría,
acudieron de riguroso luto y con el gesto desencajado por el desastre,
"es la primera en la historia de Galicia con una movilización tan
numerosa e importante; además nunca habíamos visto que la
gente saliera a la calle con tanta rabia contenida, con tanto y tan profundo
dolor en sus entrañas".
La protesta, que contó con el respaldo de la mayoría
de las fuerzas políticas gallegas y españolas -salvo del
gobierno local y central y del derechista Partido Popular- se desarrolló
sin incidentes y en rotundo silencio, sólo roto para insistir en
la misma proclama: "Nunca mais".
Por lo pronto, el presidente del gobierno español,
José María Aznar, anunció que la Armada española
expulsó anoche de la zona de las 200 millas territoriales españolas
a un buque de pabellón maltés que no reunía las condiciones
acordadas con Francia para la navegación, después de la tragedia
del Prestige.
Entre tanto, la marea negra del Prestige
continúa a la deriva y -a pesar de las labores de rescate- persiste
en su amenaza de convertir a Galicia, el reino de los percebeiros
y el mejillón, en un inmenso cementerio. Es un desastre ecológico
que sólo se paliará con años y años de regeneración
del hábitat y con días y días de desasosiego de los
decenas de pueblos gallegos que viven en virtud de la mar, hoy trágicamente
ennegrecida.