Se presentó en El Hábito ante
un público que no entendió del todo la finura de su humor
Me expreso mejor por escrito: Leo Maslíah
GABRIEL LEON ZARAGOZA
En la primera de sus dos presentaciones en El Hábito,
el pianista y extraordinario humorista uruguayo Leo Maslíah ofreció
un espectáculo agudo e inteligente, así como una nueva forma
de apreciar la vida a través de la concientización de los
detalles aparentemente insignificantes que nos rodean.
La
peculiar veta artística de sus presentaciones se rige, siempre,
por textos narrativos de su inventiva, los cuales, por medio de géneros
literarios, como el cuento, el poema y la novela, son acompañados
de rítmicas interpretaciones en un teclado.
Esta sui generis forma de mirar la vida que ofrece
el también escritor de profesión no fue del todo captada
de inmediato por el público en general. En su función del
viernes por la noche, la finura y precisión enel uso del lenguaje
provocó que al menos los asistentes de dos mesas se retiraran. "Quizás
esperaban algo parecido a los espectáculos de los cómicos
mexicanos'', se escuchó una voz en la oscuridad del lugar.
Al término del espectáculo, Maslíah
señaló que desde hace años no da entrevistas orales
para medios impresos porque le gusta contestar por escrito. Principalmente
a través de la red de redes.
Explica los motivos: "Si sé lo que va a ser escrito
prefiero escribirlo yo y no que me lo escriba otro con otras palabras que
no sean lo que te diría. Lo otro (las entrevistas) me parece que
es una construcción que está justificada en los casos de
gente que se expresa mucho más oralmente, pero yo soy escritor y
me expreso por escrito básicamente".
Aquí una muestra de sus disertaciones en torno
a las formas expresivas de las personas, que leyó durante su espectáculo:
"No fui a un bar, ni a un café ni a una cervecería, fui a
una taberna. Y acercándome no a un mostrador sino a la barra, no
pedí escocés sino un whisky enorme y no en las rocas sino
con hielo.
''Sin acercárseme una muchacha, o mejor dicho una
mujer, redujo la distancia que la separaba de mí. Y no en la oreja
me dijo o mejor dicho me susurró: 'no estoy en venta pero a cambio
de cierta cantidad no de oro sino de su equivalente podrías operarme
un servicio no de mi pero sí de mi cuerpo..."