Los comicios determinarán el control
del Congreso y la agenda política en los próximos dos años
Desesperados esfuerzos en EU para atraer la atención
de los electores
El francotirador y la guerra contra Irak le quitaron
reflectores a la consulta del próximo martes
Republicanos y demócratas gastarán millones
de dólares para captar el voto de "última hora"
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Washington y Nueva York, 2 de noviembre. Elecciones.
¿Cuáles? En los últimos cinco días antes de
los comicios nacionales de este próximo martes es difícil
percibir que esta nación se encuentra al borde de un importante
suceso que determinará la agenda política del país
más poderoso del mundo durante los próximos dos años.
Entre el francotirador, la guerra de George W. Bush contra
Irak y la especulación sobre el próximo atentado "terrorista"
contra Estados Unidos, poca gente aquí está enfocada en la
elección.
Para algunos políticos estadunidenses, éste
es el gran problema que enfrentarán el martes próximo, pero
para otros esta carencia de atención es una ventaja.
Lo que está en juego no es poco: las elecciones
del martes determinarán cuál partido controlará las
dos cámaras del Congreso, las gubernaturas de 36 de los 50 estados,
y el manejo de la agenda política durante los próximos dos
años previos a las elecciones presidenciales de 2004.
Sin embargo, la situación electoral no está
clara. Las encuestas más recientes demuestran que ninguno de los
dos partidos nacionales cuentan con ventaja alguna, y algunos analistas
políticos su-gieren que muchas contiendas podrían ser tan
cerradas que los resultados finales tardarían varios días
en ciertos casos.
Todo está en veremos, y aun así, todo podría
culminar en la incertidumbre con un sabor muy parecido a las pasadas elecciones
presidenciales, cuando el resultado no se definió el día
electoral.
Entre presidentes nos veamos
No sorprende, por tanto, que el presidente Bush realice
una intensa gira para promover a los candidatos republicanos en 10 estados
diferentes este fin de semana, y que los dos partidos tradicionales y sus
simpatizantes estén por in-vertir aproximadamente 60 millones de
dólares sólo el día de las elecciones en esfuerzos
de "última hora" para alentar el voto.
El ex presidente Bill Clinton también se ha sumado
a estos esfuerzos por parte de los demócratas, y esta semana ha
promovido campañas proselitistas en va-rios estados.
Los
republicanos controlan la Cámara baja del Congreso con una mayoría
de sólo seis votos. Los demócratas tienen el control del
Senado por apenas un voto.
Cambios mínimos en las tendencias de esta elecciones
podrían resultar en un cambio político dramático al
determinar el liderazgo de ambas cámaras, y con ello el panorama
político nacional.
Esa escasa mayoría demócrata del Senado
efectivamente ha bloqueado un número de iniciativas legislativas
claves de Bush, incluyendo su propuesta para crear una nueva secretaría
en el gabinete de seguridad de la patria, así como la aprobación
de algunos de sus nombramientos a puestos judiciales y de altos funcionarios
como el del secretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental,
el anticastrista Otto Reich, y parte de sus propuestas para reformar la
política federal sobre el sector de la energía.
Obviamente, el mandatario re-publicano no sólo
desea mantener el control de la Cámara baja para su partido, sino
hacer todo lo posible para conseguir por lo menos una sola curul más,
y con ello la mayoría en el Senado.
Las tendencias históricas sugieren una inclinación
contra Bush y su partido en esta coyuntura. En el pasado, con frecuencia
el partido que ocupa la Casa Blanca ha perdido terreno en la Legislatura
en las elecciones intermedias, las no presidenciales.
Además, la condición anémica de la
economía debería favorecer al Partido Demócrata, ya
que tradicionalmente el electorado tiende a culpar al inquilino de la Casa
Blanca del fracaso en mejorar la situación en ese rubro.
Sin embargo, en este ciclo electoral Bush y sus estrategas
políticos han logrado desviar en cierta medida la atención
de los medios y el público en general de la economía y los
escándalos empresariales a los temas de la amenaza del "terrorismo"
y una posible guerra contra Irak.
Al mismo tiempo, las elecciones no han ocupado el centro
del de-bate público en este país, a pesar de sus implicaciones
nacionales. De hecho, a veces casi han desaparecido del mapa nacional.
El caso del francotirador en la región de Washington
ocupó la atención nacional -por lo menos la de muchos medios-
durante tres de las últimas cinco semanas previas a esta elección,
y hay varias distracciones más que parecen ser más importantes
para los estadunidenses, o por lo menos más interesantes que esta
elección.
Entre distracciones y la histórica apatía
electoral, esta coyuntura electoral es poco previsible. Sin que ninguno
de los partidos pueda asegurarse un triunfo colectivo a pocos días
antes de estos comicios, mucho dependerá de los esfuerzos en las
últimas horas que quedan antes del martes.
Por tanto, los factores más críticos podrían
ser el dinero y los esfuerzos de "persona a persona" para promover el voto.
Precisamente por esto es que ha viajado tan intensamente el presidente,
visitando seis estados el viernes y este sábado, y con la intención
de visitar cuatro más este domingo.
Bush ha recaudado más de 200 millones de dólares
en contribuciones políticas para los candidatos de su partido en
este ciclo electoral, y ha establecido un nuevo récord entre todos
los presidentes anteriores en este rubro.
La competencia electoral también es más
reducida este año, con unas cuantas contiendas que definirán
el resultado nacional para ambos partidos políticos.
Aunque técnicamente esta elec-ción decidirá
quién ocupará to-das las 435 curules de la Cámara
baja y 34 de los cien puestos en el Senado, la gran mayoría de estas
contiendas ya están definidas por el hecho de que uno de los candidatos
en cada una de éstas busca su relección frente a opositores
que tienen nulas posibilidades.
De hecho, el sistema político estadunidense ha
sido cada vez menos competitivo en esta década pasada. El analista
político Charles Cook calcula que en sólo 40 de las 435 contiendas
para la Cámara de Representantes hay una campaña electoral
cuyo resultado está por determinarse ante las urnas.
Hace 10 años en esta etapa electoral estaban en
disputa real más de 120 puestos. En el Senado, aproximadamente nueve
de las 34 contiendas están demasiado cerradas pa-ra poder pronosticar
el ganador.
Los dos partidos nacionales principales están dedicando
recursos políticos y financieros enormes sobre estas pocas contiendas
reales en puntos selectos del país.
La publicidad electoral por televisión es tan abrumadora,
que en una contienda muy disputada en Pennsylvania un reportero local calculó
que en los tiempos pico ha si-do casi completamente sustituida por propaganda
pagada de los candidatos.
Un sondeo realizado esta semana encontró que un
votante tiene cuatro veces más probabilidad de ver un anuncio político
de un candidato que una nota periodística so-bre ese mismo aspirante.
Aunque la publicidad en los medios masivos continúa
como el factor clave en las campañas electorales, no es lo único
que cuenta, ya que sólo la mitad del electorado acude a las casillas
en este país, aun en un comicio presidencial, y que en algunas elecciones
intermedias sólo ha participado un tercio del total con derecho
al voto, por lo que son decisivas las tácticas para conseguir los
pocos votos suficientes para lograr un triunfo electoral
Aunque un puesto legislativo federal en este país
representa una población, en promedio, de unos 650 mil personas,
quien ga-na ese puesto puede determinarse por sólo unos cuántos
miles de votos.
Este año, ambos partidos políticos y va-rias
organizaciones nacionales, como sindicatos y asociaciones empresariales,
están invirtiendo millones de dólares en las campañas
para pagar la renta de autobuses que transportan votantes a las urnas y
para contratar a "capitanes de casilla", cuyo trabajo es llamar uno por
uno a votantes potenciales el día de las elecciones instándolos
a emitir sus sufragios.
El Washington Post reportó esta semana que
el Partido Demócrata está gastando 15 millones de dólares
para los esfuerzos de "sacar el voto", los que serán apoyados con
otros 20 millones de dólares de los sindicatos de la central obrera
AFL-CIO.
Pero los republicanos, que en las elecciones presidenciales
del año pasado fallaron en generar mayor participación de
sus filas, están incrementando dramáticamente su in-versión
y reportan que gastarán más de 20 millones de dólares
en promover el voto.
Por su parte, la Cámara de Comercio de Estados
Unidos anunció esta semana que también aportará millones
de dólares a este esfuerzo de llevar una gran cantidad de votantes
a las urnas.
Con tantos millones invertidos y tanto es-fuerzo para
"sacar el voto", pocos esperan ver el martes próximo un florecimiento
de la democracia. Más bien, el resultado final podría ser
que, una vez más, la mayoría de los estadunidenses vote por
otro partido que ni está en las boletas: el abstencionista.l