Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 25 de octubre de 2002
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Política

Luis Javier Garrido

La comilona

El régimen foxista está representando un retroceso en casi todos los órdenes en la vida pública del país, y uno de los aspectos más escandalosos lo está constituyendo lo que acontece con el régimen jurídico de los medios de comunicación masiva tras la expedición que hizo Fox de un nuevo reglamento de la legislación respectiva (10 de octubre), que ha sido denunciado ya como anticonstitucional.

1. La "transición democrática" no llegó a México con la alternancia política, y con ésta no vino tampoco el sometimiento de los concesionarios de radio y televisión a un régimen de derecho, lo que algunos esperaban, sino, como ahora se ve, todo lo contrario: el sometimiento del titular del Ejecutivo a los grandes monopolios de la comunicación, a cambio de la promesa de éstos de actuar en complicidad con su gobierno, en los mismos términos en que lo hicieron con los gobiernos priístas en el pasado, tanto en el ámbito político-electoral como en la aplicación de las políticas neoliberales que se le exigen desde Washington.

2. El momento de tomar esta determinación no fue por otra parte circunstancial, como lo demuestran los hechos, y no se trató solamente por parte de Fox de ayudar a Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, a dejar airoso su cargo de presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), tras el acuerdo que firmó con él para condonarle, entre otras cosas, el pago en tiempo del impuesto de 12.5 por ciento, pues tuvo una clara finalidad política. Las elecciones federales y locales de 2003 se han convertido en una obsesión para Vicente Fox y el grupo foxista, que pretenden ganarlas a toda costa, porque con una hipotética mayoría en la Cámara de Diputados podrían asegurar por tres años el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos que han pretendido, y porque Fox podría contar con nuevos gobernadores panistas sometidos a él, pero sobre todo porque le están asignando a esos comicios un valor de referendo a la gestión foxista y se hallan aterrados ante un posible repudio popular en las urnas, por el valor simbólico que entrañaría.

3. Las decisiones atrabiliarias de Fox en los últimos meses, desde la acusación penal a ex funcionarios de Pemex y dirigentes del STPRM, hasta el recorte presupuestal a los estados en manos de gobernadores del PRI y del PRD, han estado determinadas todas por esa obsesión foxiana de destruir al PRI -y, de paso, al PRD-, y a eso se debe también el haber aceptado Fox el triste papel de doblegarse en público y sin dignidad alguna ante Televisa durante la gran comilona de la CIRT, como tantas veces lo había hecho ya ante Televisión Azteca.

4. El régimen priísta se consolidó de manera notable a lo largo de la segunda mitad del siglo XX por el papel de los medios, y en particular de la televisión, que lo mismo en los momentos críticos que en los procesos electorales, o cuando lo dispusiese la voluntad presidencial, fueron una instancia clave del sistema de poder. La televisión, en particular, constituyó desde sus inicios en el régimen alemanista un mecanismo fundamental de control político y social y de sostén del régimen presidencialista y de partido de Estado, y Vicente Fox ha reiterado ahora, con sus actos, lo que todo mundo ya sabía: que no busca impulsar cambio democrático alguno en el país, y en particular en los medios, sino que lo que pretende es todo lo contrario, seguirlos utilizando como en el pasado -y en especial a la televisión-, como un mecanismo de control social y de sostén a un régimen presidencialista.

5. El caso de Fox está resultando de tal suerte patético, pues en 2000 se pretendió un democratizador pero alcanzó la Presidencia de México trampeando al utilizar un millonario financiamiento proveniente del exterior y sometiéndose a todas luces a compromisos poco patrióticos, y ahora preconiza que ya se vive "en plena democracia", como dijo a El País (15 de octubre), pero para imponerse en 2003 busca apoyarse en las mismas estructuras de poder antidemocráticas que sirvieron al priísmo.

6. Los hechos que escandalizaron al país revelan ante todo que no hay en México un régimen de derecho, como tampoco inteligencia política en el gobierno, pues lo anunciado en la comilona se ha revertido contra el propio Fox, que se hunde cada día más en el desprestigio. En una negociación clandestina, como se sabe, el propio Fox acordó con Bernardo Gómez, presidente de la CIRT y vicepresidente de Televisa: a) prerrogativas excepcionales para Televisa, condonándole impuestos, sin tener atribuciones constitucionales para ello; b) dándole un albazo a la comisión creada en la Cámara de Diputados donde se discutía el nuevo marco jurídico, y generándose el encono de legisladores incluso de su propio partido, así como de los expertos en los medios; c) desprestigiando para lo que resta de su sexenio toda consulta de este tipo, todo lo cual, d) lo hizo aparecer a él y a su secretario de Gobernación no como eficaces negociadores sino como pobres doblegados ante los poderes económicos.

7. Lo más grave de todo, sin embargo, se ha soslayado tras la comilona. La decisión tomada por Fox, y por su esposa, a quien se señala como artífice del acuerdo, es asimismo, desde otra perspectiva, resultado de una componenda no para que los mexicanos puedan tener una televisión digna, sino para que los dueños de los medios puedan con toda impunidad seguir disponiendo de un enorme poder y, en nombre del mercado, continúen pisoteando el derecho humano fundamental de los mexicanos a estar bien informados y en posibilidad de recibir una programación de calidad y que eleve su nivel cultural.

8. La televisión mexicana es una de las peores del mundo y en manos de los dos principales consorcios que la usufructúan, los que no tienen más objetivo que el poder económico y político, no ha dejado en los meses que lleva el "nuevo régimen" de seguir envileciendo a los mexicanos, y esa es una responsabilidad del nuevo gobierno y de quien lo encabeza.

9. La pretensión de los Fox de entregar un canal de televisión al alto clero católico, para sellar su alianza política, según reveló La Jornada (18 de octubre), y que seguramente encontrará una amplia oposición pues quebrantaría el principio del Estado laico, no es en ese sentido más que otro síntoma de la descomposición que prevalece en la alta clase política.

10. El fracaso rotundo de Vicente Fox en la Presidencia de México se debe no a los medios, como él y sus amigos parecen empecinados en creer, sino esencialmente a un factor que no puede entender el equipo de Los Pinos: que no tiene consenso para las políticas que está tratando de aplicar.

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