TOROS
Mediocre final de otra temporada chica sin ningún
atractivo para la afición
Con deslucido encierro de Los Martínez concluye
nueva aventura empresarial
Meritoria y protestada oreja a Fabián Barba
Flacos esfuerzos de los alternantes
LEONARDO PAEZ
Cuando el joven español Iván García
se abrió de capa con su primero en desgarbadas verónicas
a prudente distancia, un entusiasta mexhincado exclamó a manera
de ole posmoderno: ¡Iván el terrible! En el sexto de la tarde,
otro aficionado de la fila de atrás gritó a manera de réplica:
¡Iván enterrable!
Lo
que mal empieza mal acaba, y hace tiempo que en la Plaza México
el intocable promotor-importador, sus asesores, sus socios, sus patrocinadores,
los poseedores de la licencia de funcionamiento, su arrendador, sus subarrendadores,
los chicos de la prensa, los ganaderos, la asociación de matadores,
las autoridades y la comisión taurina o lo que se le parezca, hacen
lo imposible por acabar, a la brevedad, con lo que queda del espectáculo
taurino.
Están a punto de lograrlo.
Hoy, en plena época de la autorregulación
o, si se prefiere, del regreso del tío Lolo, la empresa hace lo
que le viene en gana, ningunea a una amedrentada Asociación Nacional
de Matadores a merced del chambismo y la falta de convicción, se
ríe del gobierno del cambio en todas sus versiones ideológico-partidistas,
unifica criterios periodísticos en cuanto a promover un mediocre
espectáculo en el que "arriesga su dinero", e invita a otros poderosos
neoempresarios taurinos a "arriesgar" el suyo, exactamente con el mismo
rigor de resultados, es decir, ninguno.
Fabián Barba y otros dos
El pesado encierro, no confundir con trapío, de
Los Martínez, fue discreto de cabeza -a excepción del cuarto
y el sexto, pésimamente lidiados-, acudió al caballo sin
humillar, recargó poco, fue deslucido y desarrolló sentido.
Fabián Barba, de Aguascalientes, no defraudó
a quienes fuimos a verlo. Quieto y con una clara idea del temple -torear
más despacio que las circunstancias-, instrumentó bellos
lances y cadenciosas chicuelinas a su primero, repetidor pero que acabó
con la cara arriba. Tras un aviso, el villamelonaje -unos dos mil- aplaudió
los restos del novillo, más como acicate a Fabián que como
reconocimiento a una bravura apenas insinuada.
Con el quinto, Barba bastante hizo con otro torito engañador,
que iba y venía sin producir emoción. Ligó tandas
por ambos lados y, tras soberbia ejecución, dejó una estocada
caída que con acierto el juez Ricardo Balderas premió con
merecida oreja. El villamelonaje volvió a protestar.
Repitió por enésima vez Víctor Martínez
y volvió a las andadas: una tauromaquia bien intencionada pero sin
expresión, ya no se diga con sello. Esforzado pero sin decir, Víctor,
consiguió buenos derechazos con su primero, que también acabó
soseando y contagiando al muchacho.
Con su segundo, Martínez volvió a dar muletazos
con aseo, pero sin caer en la cuenta de que la arena es un escenario y
el toreo un espectáculo en el que se debe actuar y vender -entre
Cavazos y El Viti hay 98 grados de histrionismo-, por lo que apenas
si salió al tercio cuando debió cortar oreja.
Por lo que toca a Iván García, triunfador
en la plaza de Las Ventas, se llevó el mejor lote, banderilleó
con efecto, empezó bien sus faenas y acabó toreando eléctrico
y a distancia, por lo que su gris actuación no pasará a la
historia.
Vaya temporada grande que nos espera...