Aunque se cumpla la inminente ofensiva, Moscú no romperá con Washington
Estima Rusia que nada ni nadie va a detener una embestida militar de Bush contra Irak
El presidente Putin garantiza a petrolera rusa la continuidad de su negocio en Bagdad
Las "duras" declaraciones del Kremlin, para demostrar autonomía ante la Casa Blanca
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 5 de octubre. Mientras los funcionarios rusos endurecen sus declaraciones, en un intento por demostrar autonomía frente a los planes de Estados Unidos para derrocar el régimen iraquí de Saddam Hussein, uno de los magnates petroleros más beneficiados por su cercanía con el Kremlin da a entender que, a la hora de la verdad, no habrá ruptura con Washington.
Al menos, de mantener Rusia hasta el final su rechazo a la proclamada intención de Estados Unidos de intervenir militarmente en Irak, parece casi imposible que el presidente Vladimir Putin pudiera cumplir la promesa que le hizo a Vaguit Alekperov, el hombre fuerte de LUKoil, el consorcio petrolero ruso con más inversiones y proyectos en el sector energético iraquí.
El propio Alekperov reveló al diario londinense Financial Times que Putin le aseguró que LUKoil podrá conservar "su par-te" de los campos petrolíferos de Irak, con o sin Hussein despachando en Bagdad.
LUKoil, muy activo en aplicar programas "compensatorios", a raíz de las sanciones económicas impuestas por la Organización de Naciones Unidas (ONU) contra Irak, controla por ejemplo 68 por ciento de la concesión otorgada por el gobierno de Saddam Hussein para explotar el campo petrolífero de Kurna Occidental, uno de los más ricos del mundo.
Tan sólo en ese proyecto ya invirtió 6 mil millones de dólares, y los analistas locales llegaron a condicionar su viabilidad a que Moscú, aun sin hacer suya la línea dura contra Hussein, tampoco lleve las cosas al extremo de romper con Washington.
Pero ahora, habida cuenta que el Estado ruso anunció hace unos meses el deseo de poner en venta 5 por ciento del total de 14 por ciento de sus acciones en LUKoil, el locuaz empresario Alekperov lanza un mensaje tranquilizador a sus eventuales socios extranjeros.
Por lo mismo, no sorprende que ningún vocero oficial ruso considere necesario desmentir al magnate petrolero. Más allá de las indiscreciones, Putin mismo ha señalado de modo enfático que la defensa de los intereses económicos (léase, petroleros) de Rusia en Irak son prioridad para su gobierno.
Jugosos negocios en el Pérsico
El optimismo de Alekperov denota la seguridad que sólo puede dar la decisión de Putin de no poner en riesgo los jugosos ne-gocios del poderoso consorcio en Irak.
"He escuchado garantías del gobierno ruso", dijo el presidente de LUKoil, y agregó: incluso si cayera Hussein, "la ley es la ley, los estados no desaparecen".
Al mismo tiempo, de lo dicho por Alekperov no se desprende si Rusia ya alcanzó un tácito acuerdo con Estados Unidos respecto del futuro inmediato de Irak o si, co-mo se antoja más probable, el endurecimiento de su lenguaje forma parte de la negociación para obtener los términos más favorables desde la perspectiva que le da amagar con un posible veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
En el fondo, el Kremlin percibe que vetar un ataque militar de Estados Unidos contra Irak sólo propiciaría una ruptura y, a la vez, parece basar su estrategia negociadora en dos supuestos: que nada va a detener a Washington en su afán de hacer la guerra a Saddam Hussein, y que el gobierno de George W. Bush, ante el riesgo que implica una aventura bélica de esa magnitud, busca la mayor legitimidad posible de la comunidad internacional.
Esto último ofrece un amplio campo de acción a la diplomacia rusa, tan extenso que los funcionarios locales empiezan a enredarse: un viceministro de Relaciones Exteriores dice que Rusia prepara su propia resolución, otro que están dispuestos a considerar "varios" proyectos (por lo pronto, están sobre la mesa el ultimátum de Estados Unidos y el texto más moderado de Francia) y un vicecanciller más que, de plano, no hace falta "ninguna" resolución, pues basta con los documentos vigentes.
En tanto, el ministro de Relaciones Exteriores, Igor Ivanov, reiteró este sábado la tesis del presidente Putin de que ahora lo más importante es que los inspectores de armas de la ONU regresen a Irak, sin necesidad de definir un nuevo mandato para la delegación, y que sólo a partir de su informe de labores tendría sentido plantear una resolución del Consejo de Seguridad.
Mientras nadie desmienta al magnate petrolero Alekperov, es válido concluir que Rusia presiona de palabra para conseguir garantías de Estados Unidos en el escenario de un eventual periodo posterior a Saddam Hussein en Irak.
Quizás no sería descabellado afirmar que el entendimiento ruso-estadunidense sobre el futuro de Irak, o si se prefiere de la se-gunda reserva probada de crudo más grande del mundo, se podría terminar de negociar, y por supuesto sin mediación alguna de Tlatelolco, en México.
Simple coincidencia, a finales del presente mes Putin y Bush tendrán la oportunidad de reunirse en Los Cabos, al asistir a la cumbre de la APEC, el foro de cooperación económica para Asia y el Pacífico.