Juan Saldaña
Despertares
Que la larga y memoriosa mano de la historia castigue a los culpables. Sobre todo a estos culpables que han venido navegando en los tiempos recientes de la República como si fueran próceres.
El pueblo mexicano, habitualmente amnésico para una enorme cantidad de hechos que le convendría recordar, actualiza la ofensa. El crimen del 2 de octubre no se olvi-da. Tlatelolco no se olvida. Díaz Ordaz no se olvida. Echeverría no se olvida. Nuestros muertos y perseguidos de hace más de 30 años están presentes para que los reconozcamos en sus rostros descarnados. Rendirles el homenaje de una memoria militante mantenida entre lágrimas y recuerdos por estos 30 años. Admirar, desde siempre y para siempre, a esa gran señora del recuerdo doliente y de la némesis valerosa que es Rosario Ibarra de Piedra.
Pero que esta memoria que es homenaje a los caídos, firme y vertical, no ceje hasta lograr el dudoso pago de las deudas. Que no se torne en simple efeméride. Que llegue hasta el final posible.
Pero que también prevea que tras la expresión democrática de estas cobranzas, otros alientan la censura y la descalificación indiscriminada de un pasado global que resulta conveniente borrar, así, sin más, en bloque, para explicar el advenimiento de la nueva era, la de "la justicia para todos".
Desde otro enfoque de la misma realidad justo es reconocer que nuestro país asiste, no sin agrado, al fin de una era de desafueros y abusos de los supuestos representantes sindicales que expoliaron, sin límite, a sus representados y trataron, en lo oscuro, con las autoridades cómplices, latrocinios y excesos sin fin. No cabe duda, se trata de delitos que resulta justo perseguir. Lo sucedido con el petróleo mexicano es sólo un ejemplo, digamos "la punta del iceberg". Mucho más tendrá que decir el futuro inmediato si se actúa con honestidad y prestancia.
Pero también resulta imperativo indagar si este gran embate contra los capitostes sindicales del petróleo no trae consigo la intención larvaria de desmantelar a una industria que, con todo y carencias y atrasos tecnológicos, continúa soportando el gasto nacional.
Cabe preguntarse si, como lo han consignado reportajes recientes, el señalamiento interesado de los excesos sindicales y, bis a bis, el que se vierte en paralelo sobre las carencias y limitaciones de la empresa, llevan consigo la intención de mediano plazo de desmembrar a la industria para entregarla, en partes, a "quienes sí saben de esto" allende el Bravo.
Las quiebras técnicas de los establecimientos nacionales de seguridad social, IMSS e ISSSTE, provocan interrogantes alarmantes. ƑEstamos dispuestos a abandonar la seguridad social como objetivo del Estado? ƑCarecemos de recursos estatales para reconstruir las deterioradas piezas de la asistencia social? ƑQué piensa el gobierno al respecto?
El correlato infame de los abusos sindicales en Pemex está constituido por la proteica y hasta ahora imbatible acción de los Amigos de Fox. Asociación de intereses, si las hay, que soportó financieramente la campaña presidencial y hoy pretende (como señala justamente Luis Javier Garrido en La Jornada, 4 de octubre) invertir en el sector energético y en la obra pública que el grisáceo Plan Puebla-Panamá se está proponiendo. Cabe preguntar, Ƒse harán sobrevivir al infinito los abusos del pasado? ƑResistirá nuestro pueblo más de lo mismo, por lo menos otro sexenio? Porque además hay que contar con que al grupúsculo Amigos de Fox le han sido extendidos los beneficios del amparo judicial al ser urgidos por el IFE para entregar la información sobre los financiamientos electorales.
Y más de lo mismo. Dos afirmaciones del señor Presidente ilustran los criterios rectores de su gobierno ante los desafueros. Aquello de que el asunto de sus amigos "está en los tribunales", lo que lo deslinda en definitiva de la querella, y también la peregrina afirmación de que "no hay punto de comparación entre el Pemexgate y los Amigos de Fox". Bajo el embozo de una preocupación por los "dineros del pueblo" se propone paladinamente una extraña jerarquía de los delitos. Así pues, si se trata de la entrega de los intereses democrático-electorales de México al arbitrio de empresas extranjeras, a cambio de quién sabe qué prebendas, el delito pasa a tener una importancia incidental, nada importante, algo que "ya está en los tribunales", y esto aunque se trate de su campaña electoral; aun cuando se refiera a su elevación a la calidad de titular del Poder Ejecutivo, bajo el membrete publicitario de "gobierno del cambio". Transparencia y honestidad que sólo se actualiza frente a las infracciones del adversario. Transparencia y honestidad que adquieren validez instrumental para continuar construyendo la participación de la derecha institucionalizada en los próximos comicios, a la búsqueda desesperada de la mayoría en el Congreso.
Al despertar del sueño internacionalista de los primeros dos años, valdría la pena que el señor Presidente tomara la decisión de encarar de plano la problemática nacional, los auténticos "pendientes del foxismo", pero sin prejuicios prelectorales y, sobre todo, viendo a la cara de su pueblo, después de ciclones y huracanes.
Advertirá así, al despertar, que la realidad profunda de esta patria nuestra no se agota en encuestas intencionadas, en arranques discursales o en contubernios partidistas desde la institución presidencial.