¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Pascoe, definiciones tardías
AUNQUE EN GENERAL es ocioso, a veces resulta interesante,
por no decir morboso, observar el desempeño de los políticos
a lo largo de sus carreras, por incipientes que sean, sobre todo en países
donde la mentira ha tomado carta de ciudadanía, independientemente
del partido político en el poder.
Y SI BIEN el optimismo emergente anima a creer que las
enfermedades de la democracia pueden ser curadas con más democracia,
el fantasma de la desneuronización colectiva continúa ensombreciendo
las buenas intenciones de los metidos a demócratas, obsesionados
por el poder antes que por activar neuronas en la ciudadanía, ahíta
de televisión pero ayuna del hábito de pensar y de defender
sus derechos.
ESTO VIENE A cuento luego de que Ricardo Pascoe Pierce
fue separado de forma estridente, la semana pasada, de su cargo como embajador
de México en La Habana, tras una serie de desacuerdos con el secretario
de Relaciones Exteriores, y quizá como consecuencia lógica
de su particular manera de entender la función de servidor público
de izquierda a las órdenes de la derecha, que finalmente acabó
cesándolo.
AQUI ES DONDE embona la polémica figura de Pascoe
con la fiesta de los toros y con su singular desempeño como delegado
en Benito Juárez durante los gobiernos de Cuauhtémoc Cárdenas
primero, y de Rosario Robles después, habiendo llevado hasta sus
últimas consecuencias un pragmatismo ideológico que, tras
21 meses en la isla, hoy lo tiene involuntariamente de regreso en México.
ASI COMO AHORA el ex embajador se queja de la naturaleza
"ladina" de las relaciones con Cuba por parte del gobierno mexicano, "a
estar diciendo una cosa y haciendo otra, y estar complaciendo a otras personas
con esa política", exactamente así le hizo Pascoe como delegado
en Benito Juárez.
SE RECUERDA SU complaciente permisividad con los antojos
y arbitrariedades del empresario de la Plaza México -supresión
de exámenes post mortem, cambio de ganado, aumento desorbitado
en las localidades, incluso en carteles modestos, jueces sumisos, entre
otras-, al tiempo que afirmaba hacer cumplir el reglamento taurino y velar
por los intereses del público.
EL COLMO DE este desempeño "ladino" de Pascoe como
delegado fue otorgarle al propietario de la desprestigiada plaza de toros,
Antonio Cossío, la licencia de construcción para un centro
comercial, precisamente frente a la entrada principal de un coso que no
cuenta con cajones fuera del edificio. Al final, no se concluyó
la obra y sólo medio se aprovecha su lúgubre estacionamiento.
ESTE ANTECEDENTE DE Pascoe, por no mencionar la bronquita
que no le supo parar a Cárdenas en la plaza, cuando por órdenes
de Herrerías un torero modesto le hizo un brindis a Cuauhtémoc
que provocó sonora rechifla; esta negligencia para haber metido
en cintura al intocable empresario, en la mejor tradición priísta,
secundada luego por el PRD y el PAN, es la falta de definición que
los habitantes de la Benito Juárez y el público de la Plaza
México constataron en su momento y que tardíamente pretende
rectificar el fugaz diplomático.