Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 25 de agosto de 2002
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Política

Guillermo Almeyra

El Mercosur de los pueblos

En el Foro Social Mundial que se está realizando en Buenos Aires se destaca sobre todo la presencia y la actividad de Evo Morales, diputado boliviano, ex candidato a presidente de su país (el más votado en los grandes centros urbanos y en las concentraciones campesinas); la del secretario general de la Central Unica de Trabajadores de Brasil (CUT), Joao Felicio; la del líder gaucho del Partido de los Trabajadores (PT) brasileño, Raúl Pont, de fuerte influencia en la izquierda del PT, y la de delegaciones de trabajadores e intelectuales uruguayos y paraguayos, así como la participación activa de los centros de estudiantes argentinos y de muchos intelectuales.

El foro coincide con una gran movilización popular que se realizará en Montevideo cuando usted lea estas líneas, y con un paro y una movilización general, para el viernes próximo, en Argentina, decretados por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y partidos de izquierda o de centroizquierda, como la Alternativa para una República de Iguales (ARI), que dirige la diputada Elisa Carrió, o Autodeterminación y Libertad (AyL), dirigido por el diputado de origen trotskista Luis Zamora.

Tenemos así, por un lado, una crisis generalizada en los países del Mercosur, con un aumento notable de la desocupación y la pobreza y gran inestabilidad financiera y, por el otro, una movilización social que se generaliza y profundiza y que tiende a coordinarse tras un programa social y político común. La base del Mercosur, en este caso, no es tanto que las monedas argentina, brasileña y uruguaya estén igualmente devaluadas respecto al dólar sino la común conciencia política y la visión interregional de sus respectivas poblaciones. Frente a este foro, más importante, por su contenido, que el anterior de Porto Alegre, no faltaron las críticas de los sectarios que dijeron que allí estaban todos, desde pequeños capitalistas, diputados de centroizquierda o intelectuales que buscan reformar el régimen hasta los representantes de los trabajadores, y en vez de ver eso como una riqueza del movimiento, que es capaz de construir un frente social detrás de reivindicaciones que son no sólo antimperialistas sino también anticapitalistas, consideran que la supuesta pureza "de clase" de los obreros se contamina gravemente marchando junto a otros sectores o, peor aún, que "el proletariado" se subordina.

Por supuesto, reapareció la acusación "revolucionaria" de que el foro sería un "forro" (preservativo, condón, en el argot argentino de los primitivos) destinado a salvar al capitalismo. Pero la oposición al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), basada en movilizaciones continentales; el rechazo a la política del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial (que es la del capital en la fase actual); la exigencia de estatización bajo control de los trabajadores de las industrias y servicios fundamentales; la exigencia de planes de trabajo y de soluciones a las reivindicaciones económicas, sociales y étnicas de los campesinos de todo el Cono Sur, así como de una reforma agraria en Brasil que dé tierra a los sin tierra, son en su conjunto inaceptables por el capitalismo e incompatibles con éste aunque ninguna de tales reivindicaciones incluya explícitamente el socialismo, y muchas de ellas, en abstracto, teóricamente, exijan reformas del sistema. Por ejemplo, los campesinos sin tierra brasileños exigen tierra, es decir, acceso a la propiedad, pero sus ocupaciones de latifundios y su exigencia misma ponen en cuestión al sistema que, hay que recordarlo para los sectarios, no sólo defiende la propiedad sino también y esencialmente, su hegemonía político-cultural y el poder del sector fundamental -oligárquico financiero- de las clases dominantes.

La consigna de CTA, ARI y AyL de elecciones generales y una asamblea constituyente popular autorganizada podrán ser medidas teóricamente "democráticas y reformistas" pero ponen en cuestión al gobierno, a las clases dominantes y al sistema, porque sin la extensión de la democracia y la intervención ciudadana con sus movilizaciones, el socialismo y el poder popular (el cambio en las conciencias y en la relación de fuerzas) no pasan de ser palabras, consignas sin carne ni sustancia.

Por lo tanto, el foro -y la forma en que el mismo se apoya y desarrolla discutiendo en los hechos el programa de la unidad de acción conscientemente antimperialista y objetivamente anticapitalista- constituye un nuevo y gran salto adelante, en la línea abierta por los indígenas ecuatorianos, por el EZLN, por los Sin Tierra brasileños, por las asambleas populares y los piqueteros argentinos, por las movilizaciones de los campesinos e indios bolivianos. Para los llamados ultras (en realidad conservadores dogmáticos) ha llegado la hora 23:30. Aún están a tiempo para tratar de reconocer la forma particular, aparentemente impura, que adoptan los movimientos sociales, pero corren el riesgo de quedar marginados de éstos (como pasó en 1945 con el peronismo).

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