El pintor exhibe 21 obras en Washington, 14 son de la serie Revolución
mexicana
Alerta Estrada sobre la reducción de espacios
en perjuicio de artistas
''Pareciera una consigna de seguir la moda de Nueva York y algunas capitales
europeas''
Lo efímero de otras manifestaciones muestra la banalización
del arte, sugiere
MERRY MAC MASTERS
Los pintores, escultores, grabadores y dibujantes siempre
han tenido acceso a galerías y museos en México. A últimas
fechas, sin embargo, ''nos hemos visto desplazados de manera alarmante
por los instalacionistas, los performanceros y los conceptualistas", afirma
Enrique Estrada.
Para el pintor nacido en Tapachula, Chiapas, la significativa
reducción de los espacios destinados a las disciplinas más
tradicionales ''pareciera una consigna de seguir la moda directa de Nueva
York y algunas capitales europeas. Tenemos que estar conectados con el
mundo, pero no de esta manera". Estrada cuestiona los museos que, ''gracias
a ese tipo de tendencias", hoy tienen un uso distinto al primigenio, como
el Nacional del Virreinato: ''Era un hermoso museo, pero ahora es otro
Ex Teresa.
''Creo que Rufino Tamayo desaprobaría el uso que
se le ha dado (al museo que lleva su nombre) en tiempos recientes. Creo
que él apoyaría también la renuncia de Osvaldo Sanchez
porque es uno de los abanderados de los instalacionistas, performanceros
y conceptualistas".
Problemática gremial
Una
muestra de 21 pinturas -14 de su serie Revolución mexicana
y siete retratos- de Enrique Estrada, concluirá exhibición
el 7 de septiembre en el Instituto Cultural de México en Washington,
DC.
Al pintor no le han faltado oportunidades para exponer.
En 1994 tuvo una retrospectiva en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
Dos años después expuso Memoria de Grecia en el Museo
de la Secretaría de Hacienda, muestra que itineró en la Galería
Ramón Alva de la Canal, en Jalapa. ''No es un problema personal,
sino del gremio de artistas", reitera. A pesar de creer en la validez de
''todas las expresiones artísticas", tratar el asunto del arte como
moda es algo que le irrita.
También se molesta con la trivialización
del arte: ''Por tradición el arte aspira a ser trascendente, ¿por
qué no? Los artistas, y los pintores nos preocupamos por tener buena
conservación en nuestro trabajo, preparar bien las telas, trabajar
con los mejores materiales, saber cómo funcionan éstos. Lo
efímero de las otras manifestaciones evidencia una banalización
del arte. No les importa que dure o no, sino aparecer en los medios, ser
noticia. Y en eso no creo".
Estrada matiza: ''Así como se habla en política
del neoliberalismo y en economía de la globalización, ahora
en las artes plásticas, visuales, como ellos las llaman, tienen
cabida otras formas de expresión 'artística'. No niego la
posibilidad de que un gran creador pueda expresarse, y muy bien, mediante
la instalación o el performance, pero escasean. Y han tenido
un apoyo de millones y millones de pesos, y una presencia tremenda en muchos
espacios. Pero esas mismas oportunidades que ellos tienen de sobra, se
han restringido para los artistas plásticos".
Enrique Estrada tiene predilección por los temas
históricos: ''Vivo la historia como presente. Siempre me acerco
a la historia en términos de recreación y desde luego nunca
se queda en mera reflexión teórica. La historia es una fuente
extraordinaria de inspiración para los pintores, sin imaginar que
la ilustramos. Están los casos de Picasso y, más reciente,
de Bacon; ellos toman los temas históricos de siempre y los pintan
de otra manera de cómo los imagina un historiador o cualquier persona
un poco alejada de la pintura. Los pintores contemporáneos tomamos
la historia como un tema que puede enriquecer el tiempo que vivimos. Nos
sirve como el aire que respiramos".
Desprecio por el retrato
El retrato, otro género cultivado por Estrada,
hoy se desprecia: ''Con frecuencia la incapacidad se traduce en desprecio.
Es una de las disciplinas más difíciles porque exige que
el personaje retratado sea reconocible, pues de otra manera no sería
tal. En esa medida requiere habilidad del pintor".
Estrada atribuye al abstraccionismo la falta de interés
por el retrato: ''La pintura abstracta, aunque enriqueció muchos
espacios del arte, también es cierto que empobreció otros.
Uno de ellos es precisamente el parecido con algo. Mi formación
de pintor fue ortodoxa. Para mí el pintor debe ser una persona capacitada
para equilibrar elementos dentro de un espacio: manejo del color, del dibujo
y la materia. Me cuesta trabajo asumir que ese artista se aleje tanto de
la realidad. Es como si uno optara por vivir la vida sólo mediante
el sueño".
Sobre la necesidad de ser ''original", Estrada expresa:
''En la medida que nos nutrimos de los grandes artistas, estamos más
capacitados; si hay algo que podemos agregar a este ejercicio de la pintura,
surgirá aun en contra de nosotros. Creo en esa creación,
no en la originalidad por consigna".
Para Estrada la obra ''muy política", de la historia
de México, que exhibe en ''la capital política de Estados
Unidos" tiene su significado frente a los ''trágicos acontecimientos''
del 11 de septiembre: ''Allí ocurre una sensibilización forzada
por las circunstacias, en donde los estadunidenses se dan cuenta de que
a pesar de su tremendo poder, también pueden ser tan vulnerables
como cualquier otro. Es una especie de volver a reconocerse en el resto
de los seres humanos. Recuperar esa sensibilidad hace que mi trabajo sea
visto con ojos distintos anteriores a esos hechos, cuando estaban en el
arte conceptual, en el performance, en ese alejamiento de la realidad
y en esta trivialización de la vida''.