Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 11 de julio de 2002
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Mundo

Angel Guerra Cabrera

Evo y el MAS

Los resultados electorales del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia merecen un nuevo comentario sobre la que se ha convertido en la segunda fuerza parlamentaria del país una vez que casi ha concluido el conteo de votos. Ahora sabemos que su líder Evo Morales alcanza el segundo lugar en sufragios para la presidencia y automáticamente la candidatura a ese cargo al no haber conseguido el puntero Gonzalo Sánchez de Lozada, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), la mitad más uno de los votos, elección que según establece la ley electoral deberá realizar próximamente el pleno del Congreso entre los dos contendientes más votados. Sánchez de Lozada será probablemente el favorecido, ya que aun sumados los votos del Movimiento Indígena Pachacuti (MIP), ofrecidos a Evo por su dirigente Felipe Quispe, no alcanzarían para doblegar a los partidos de la oligarquía, que seguramente se unirán contra el candidato del MAS. Algo exigido, además, por Manuel Rocha, embajador de Estados Unidos, quien insiste en mostrar la animadversión de Washington por el líder indio y la pujante coalición de fuerzas populares que lo acompaña.

El MAS emerge como una construcción política distinta, arraigada en la ética colectivista indígena y en una visión al estilo zapatista que conjuga lo local con lo nacional y lo universal y rechaza las posturas etnicistas. En contraste con el clientelismo, el fraude electoral y la demagogia típicos de los partidos tradicionales, apela al sacrificio y la entrega personales de sus militantes, a la persuasión de las bases y al ejemplo personal de los líderes. Rechaza los acuerdos con esos partidos, a los que considera cómplices del neoliberalismo. Con su núcleo en la selva del Chapare, sustentó originalmente la resistencia en la reivindicación india del derecho a la tierra y al cultivo milenario de la hoja de coca como parte de su cultura, desembocando en la organización de seis federaciones de sindicatos campesinos que consiguieron dominar electoralmente la región desde hace años. Posteriormente se solidarizó con los combates bolivianos y latinoamericanos por la justicia social y la soberanía nacional y se adhirió al movimiento internacional contra la globalización neoliberal, del que Evo Morales devino un referente. Apoyado en los pobladores del trópico contra los intentos del gobierno de erradicar por la fuerza militar su cultivo ancestral, el movimiento cocalero ha empleado desde el corte de caminos hasta la autodefensa armada para defender sus derechos y ripostar la brutal represión de que ha sido objeto, pero la movilización de masas y la resistencia pacífica han sido sus tácticas preferidas. Morales ha respaldado la lucha de los indios mexicanos y rechazado los planes Colombia y Puebla-Panamá. En su concepción, éstos, como el Plan Dignidad que se aplica en Bolivia, son instrumentos para expulsar a la población rural y abrir el camino a las trasnacionales. Resueltamente opuesto al tráfico de estupefacientes y partidario de conservar el cultivo de la hoja de coca sólo para el consumo tradicional, afirma que la lucha contra el narcotráfico "es una excusa para que Estados Unidos mejore el control sobre nuestros países", porque de lo que se trata es de "intereses geoestratégicos". En el Chapare hay yacimientos de petróleo y gas... Y remata, "las políticas neoliberales son anticampesinas". El y sus compañeros enarbolan banderas como la renacionalización de los bienes privatizados, incluyendo el petróleo y el gas; la revisión de la actual ley agraria, la convocatoria de una Asamblea Constituyente electa libremente, la expulsión de la DEA de territorio nacional, la creación de un seguro de desempleo, el juzgamiento de los malversadores del erario y el no pago de la deuda externa.

Esta ejecutoria extendió su influencia en la geografía boliviana, donde una gran mayoría de la población es quechua o aymara, coincidentemente raíces paterna y materna de Evo. Lo acercó a los intelectuales mestizos comprometidos con el pueblo, a los activistas procedentes de las luchas sindicales y sociales de otros parajes y a los cuadros más combativos de distintas expresiones de la vieja izquierda. El enorme avance electoral del MAS impulsará las luchas populares en Bolivia, en toda la zona andina y en América Latina, otra razón importante para concitar el odio de las oligarquías racistas y reaccionarias y de sus patronos de Washington.

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