Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 1 de julio de 2002
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Política

Enrique Calderón Alzati

El drama de las empresas mexicanas

Actualmente existen en México alrededor de 2 millones de empresas, 99 por ciento de las cuales son micros, pequeñas y medianas en las que están empleados 70 por ciento de todos los trabajadores mexicanos; de allí su importancia estratégica, no obstante que el valor de su producción no llegue a la tercera parte de todo lo que se produce en el país.

La mayor parte de estos changarros, como suele llamarlos con cariño el señor Presidente, subsisten en condiciones de verdadera penuria, en la medida que su importancia y su función social no son entendidas ni por la mayoría de la sociedad ni por los funcionarios de gobierno, con la falsa idea de que quien tiene un negocio no hace otra cosa que explotar a sus trabajadores y engañar a sus clientes o por lo menos tratar de obtener los mayores beneficios con el menor esfuerzo posible.

Esto ha llevado al país a una cultura de la autodenigración por la cual los mexicanos preferimos comprar productos extranjeros y contratar servicios de empresas extranjeras, contribuyendo a destruir la capacidad productiva nacional y nuestras fuentes de empleo, reconociendo que nuestra única posibilidad de trabajo es como empleados de esas empresas extranjeras.

En el caso de los funcionarios de gobierno, cuyas decisiones tienen un impacto directo en el desarrollo del país, estas mismas actitudes están presentes y han constituido uno de los factores del retroceso en que vivimos permanentemente. La afirmación del secretario de Hacienda definiendo los hábitos de lectura de los mexicanos alrededor de la pornografía no es un caso aislado de autodenigración, sino que refleja una cultura y una visión de gobierno bastante arraigadas en el gabinete de Fox y también en toda suerte de funcionarios menores.

Hace sólo unos días un alto funcionario de la Secretaría de Economía habló del grave problema de mortandad que registran las empresas pequeñas en sus primeros años de vida y adujo el fenómeno a la falta de capacidad de los empresarios. ƑSabrá acaso que ninguno de esos empresarios recibe créditos para producir por lo que con sus propios recursos debe financiar las operaciones? ƑSabrá que algunos organismos gubernamentales tardan en pagar a sus proveedores entre tres y seis meses, lo cual resulta letal para muchas empresas pequeñas y medianas? ƑSabrá que en el caso de esos retrasos el gobierno no paga un centavo por intereses moratorios, mientras el Seguro Social no acepta retrasos en los pagos y Hacienda cobra los intereses más altos por retraso en el pago de impuestos, aun sin respetar la Constitución? ƑSabrá también que las empresas pequeñas no pueden emitir facturas para que sus clientes puedan comprobar fiscalmente sus gastos, lo que impide de facto que las empresas pequeñas puedan ser proveedoras del gobierno o de otras empresas mayores?

En Estados Unidos las leyes obligan a las oficinas gubernamentales a adquirir cuando menos 23 por ciento de sus requerimientos a empresas pequeñas de origen estadunidense, mínimos que sobrepasan tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales.

La formulación de una ley similar para fomentar la pequeña empresa mexicana ha sido objetada y detenida en el Congreso "porque el TLC con Estados Unidos y Canadá lo prohíbe", cosa totalmente falsa, pero que muestra una vez más la falta de visión predominante en torno a la importancia que tienen las empresas para el futuro de nuestro país.

Tema recurrente de discusión en torno a la pequeña y mediana empresa es la competitividad, en el que se plantea la bajísima competitividad de los productores mexicanos, trátese de piñas o café, de productos lácteos o de textiles, de electrónica o de la industria metalmecánica. Si, en efecto, nuestras empresas son poco competitivas, de hecho no podría ser de otro modo cuando compiten con empresas de otros países donde el crédito es dos o tres veces más barato, o donde su moneda está valuada con criterios orientados a la competitividad, donde las empresas están protegidas por la ley y apoyadas por sus mercados internos, y sobre todo por su inserción en cadenas productivas que conforman los esquemas más avanzados de productividad. Más que hablar de empresas poco competitivas, el problema es que México como país no es competitivo. Los resultados saltan a la vista. El drama de nuestras empresas pequeñas es de supervivencia.

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