Virtual referéndum de apoyo al mandatario
en multitudinaria movilización en Caracas
En Venezuela, "ni guerra civil ni dictadura"; llama
Chávez al consenso
"Tv terrorista" y "Cárcel para los golpistas"
se leía en las pancartas de los manifestantes
CARLOS FAZIO ENVIADO
Caracas, 29 de junio. Más que una expresión
de apoyo a la "revolución bolivariana", la multitudinaria concentración
en la avenida Bolívar fue un referéndum popular de respaldo
al presidente Hugo Chávez. El mandatario definió la marcha
como un "acto-mensaje": en Venezuela "no habrá guerra civil ni dictadura".
Llamó al consenso, a la reconciliación.
Para la directiva "chavista" esta es una hora estratégica.
El objetivo era lograr una manifestación tan grande "que nada ni
nadie" pudiera ocultarla en Venezuela y en el mundo. Y vaya que lo lograron.
Se trataba de medir fuerzas con la oposición en lo que se ha dado
en llamar "la guerra de las marchas". Y aquí, como dijo el vicepresidente
José Vicente Rangel, estaba el "pueblo concreto"; ese "que trabaja
y sueña". Pero la concentración fue, también, el inicio
de la contraofensiva del oficialismo, acosado por la guerra sucia mediática
de la oposición y un alud de querellas judiciales contra el mandatario,
en lo que se ha dado en llamar "el golpismo institucional. Si quieren un
referéndum revocatorio contra Chávez", desafió el
presidente a la oposición, "esperen un año y 53 días,
y háganlo". Referéndum sobre el presidente, pero también
de gobernadores, alcaldes y miembros de la Asamblea Nacional". El gobierno
le subió la parada a la oposición.
Fue
una marejada de gente común, mayoritariamente de tez oscura y traza
humilde, pero alegre y bullanguera, que tomó la ciudad por oriente
y occidente procedente de las barriadas populares de todo el país.
Un mar de rostros pintarrajeados. Un remolino multicolor de todas las edades,
con cachuchas y banderas. Con boinas rojas a lo Hugo Chávez. Miles
de muchachos con camisetas y pancartas del Che Guevara, testigo
obligado de la concentración. Hubo mucha alegría. Muchos
gritos y consignas. Mucha adrenalina. Miles de pitos y cohetes retumbando
los tímpanos. Hombres y mujeres enardecidos victoreando a su ídolo.
A su líder carismático. Gente humilde que expresaba fervor
real por la figura presidencial; devoción ciega.
Esta vez no fueron los gritos de "Vete Chávez".
Ahora se escuchaba: "Volvió, volvió, volvió, volvió,
Cháaavez, volvió". Tampoco hubo pancartas que dijeran "Veo
Globovisión. Leo El Nacional. Eso es democracia". Ahora se
leía "TV terrorista" y "Cárcel para los golpistas". Dos posiciones
confrontadas. En "un clima de preguerra civil", como la definió
el propio Chávez. Aunque ahora llamó a la unidad de todos
los venezolanos. A una "revolución pacífica, democrática".
Dijo: "No podemos permitir que una minoría nos imponga una agenda
de guerra". Pidió a los estudiantes ir "a los barrios de la clase
media con una sonrisa, una bandera y una flor", a impulsar "una paz con
justicia", contra el "terror".
El objetivo de los organizadores fue triplicar la más
grande marcha de los círculos opositores, la del pasado 11 de abril
(300 mil personas), utilizada por sectores golpistas de las Fuerzas Armadas,
la oligarquía financiera y la jerarquía de la Iglesia católica
para "ciudadanizar" el derrocamiento del mandatario constitucional de Venezuela.
Parece que lograron su objetivo. Según los observadores, Chávez
logró reunir a un millón de personas.
Desde muy temprano miles de venezolanos comenzaron a organizarse
en los barrios pobres que circundan la capital. La gente se arremolinaba
en Catia y Petare, los dos núcleos duros del chavismo caraqueño.
También en las inmensas ciudades dormitorio de Guarenas y Guatire,
de donde surgió el Caracazo en 1989. En familia. En grupos
de vecinos. En "redes de poder popular". Como Fuerza Bolivariana de Mujeres.
En las parroquias. En los "círculos bolivarianos". Fue una muchedumbre
de hombres y mujeres comunes y corrientes, que bajó en aluvión
sobre Caracas y llegó de los estados y municipios aledaños,
en una redición ampliada de la jornada del 13 de abril, cuando marcharon
a Fuerte Tiuna a liberar al encarcelado presidente. Que llegó en
convoyes de autobuses, que abarrotó las autopistas de acceso y el
Metro y se extendió como un par de serpientes humanas por los dos
costados de acceso a la capital.
Quedó demostrado que Chávez conserva popularidad.
Eso es innegable. Aunque no se trate, todavía, de una adhesión
política consciente, madura, organizada. No es el apoyo a un proyecto
político razonado. El respaldo incondicional de la "chusma" ?como
le llama la oligarquía? a Chávez, está basado en la
esperanza. Es, en buena medida, un apoyo reverencial a la capacidad casi
"mágica" de este caudillo de lenguaje radical, populista, que según
sus seguidores habrá de sacar a Venezuela de la crisis. Por ahora
la ideología de la "revolución bolivariana" es una singular
mezcla de ideas nacionalistas, izquierdistas, plebiscitarias, que no logra
institucionalizar y plasmar en un programa el Movimiento Quinta República.
Por ahora se trata de un movimiento sin dirigencias, cuyas bases carecen
de una organización tradicional, de tipo piramidal. Es un movimiento
espontáneo que sigue a un líder carismático, que sabe
comunicarse con "su" gente, que lo ve como un igual.
Es evidente que "el factor Chávez" ha devuelto
protagonismo a amplios sectores marginales de la dividida sociedad venezolana.
Hoy fueron cientos de miles de los "olvidados de siempre", quienes protagonizaron
un ejercicio de democracia directa participativa, tal vez sin saberlo.
Quienes sin banderías políticas definidas -ante el marcado
desprestigio de los partidos tradicionales-, asumieron "lo político"
como un asunto colectivo. Como un problema de "salvación pública"
en una hora marcada por rumores y nuevos delirios golpistas.
La "turba" se politiza
Parece obvio que la mayoría de esta gente, satanizada
como "turba" y "horda bolivariana" en la campaña de intoxicación
opositora, no entiende mucho de táctica y estrategia, de democracia
activa e institucionalidad, de sinergias y transiciones. Pero se está
politizando de manera acelerada. Hace apenas tres años simplemente
no existía para quienes despachaban en el Palacio de Miraflores.
La clase política tradicional, la que operaba en el cascarón
vacío de la democracia, volteaba a verla cada periodo electoral.
La usaba como trampolín político y luego la desechaba.
Las "masas chavistas" de hoy están formadas por
los excluidos del viejo modelo de dominación. Son las víctimas
del neoliberalismo; los nuevos mendigos del mejor de los mundos posibles
de toda la historia. Los grandes perdedores del clientelismo corporativo
y las políticas de la tecnoburocracia. Los agraviados por la violencia
institucional de 40 años de gobiernos corruptos.
Porque hay que decirlo: la lucha de clases y el clima
de guerra civil que existe hoy en Venezuela no los creó Chávez.
Viene de muy atrás. Además, la radicalización de estos
días no ha sido producto del accionar de "las mafias armadas" oficialistas.
El clima de guerra fratricida lo creó la "prensa libre". Fueron
las grandes cadenas las que construyeron la imagen de un Chávez
"autoritario, dictador y loco". Las que azuzaron la histeria de una clase
media que hoy, nostálgica del antiguo régimen, reza por la
llegada de algún general "salvador".
Esta población que hoy "copó" Caracas no
tiene nada que perder. De hecho, Chávez es un producto de la desesperación
popular. Fue el pueblo pobre el que lo llevó a palacio y lo convirtió
en el primer presidente "negro" en Miraflores. Chávez les habló
de un cambio posible. De una utopía realizable. De un nuevo Estado
social antineoliberal. Los convenció. Y cuando llegó a Miraflores,
no cambió. ¿Usa un lenguaje virulento? Sí. ¿Es
locuaz y populachero? También. Pero cumple su palabra. Es un tipo
consecuente. Por eso concita adhesión. Chávez puso a los
pobres y excluidos en el lugar prioritario de la agenda política.
Les dijo a los desheredados que debían participar. Que la democracia
debe ser representativa pero también participativa. Su intuición
fue correcta. La gente humilde recuperó la autoestima. Está
tomando conciencia. Ahora protesta y diseña sus propios mecanismos
de participación popular. ¿Que es un proceso un tanto caótico?
Sí. ¿Qué cambio no supone ruptura?
Hoy, Chávez, a la descubierta sobre la caja de
un camión, de boina y camisa rojas, atravesó las ocho cuadras
de la concentración. Después arengó a la multitud,
y entre invocaciones a Bolívar y Jesús, habló y habló
sobre democracia. ¿Qué sigue? Nadie sabe. La democracia se
defiende expandiéndola. Desarrollando poder ciudadano. Creando condiciones
para el autogobierno de la ciudadanía. Redistribuyendo la riqueza
y el poder en la sociedad. Democratizando el poder. Si esto es un nuevo
comienzo que profundice el proceso, el tiempo dirá.