José Antonio Rojas Nieto
El contexto de los aberrantes contratos de servicios múltiples
Una segunda lectura de los contratos de servicios múltiples (CSM) nos obligaría a analizar la cláusula dos en la que se asegura "que las actividades de exploración, explotación, elaboración y ventas de primera mano de gas constituyen actividades reservadas al Estado mexicano" y en la que se dice que el contratista recibirá su pago en efectivo; que no recibirá porcentajes en los hidrocarburos producidos; ni tendrá derecho preferente a adquirir los mismos, ni cualquier otro producto de Pemex; ni recibirá beneficios derivados de los resultados de explotación; ni será propietario de los activos fijos esenciales ubicados en el área de trabajo; ni tendrá derecho alguno para explorar o producir hidrocarburos, ni estará en asociación con Pemex; ni tendrá concesión, ni establecerá contrato de riesgo, ni contrato de producción o de ganancias compartidas, ni derecho preferente de opción sísmica o geológica, ni nada de eso. Pero esta misma segunda lectura nos conduciría a leer con detenimiento la cláusula tercera en la que se explica con todo detalle todo lo que harán los contratistas (obras de desarrollo, obras de infraestructura y obras de mantenimiento) que resulta ser, incuestionablemente y a pesar de lo dicho en la cláusula dos, una franca sustitución de Pemex, que viola los artículos 27 y 28 de la Constitución. Eso no es posible.
Sin embargo, antes de seguir con esta segunda lectura, permítaseme que hoy me entretenga un poco recordando algunos hechos fundamentales sobre nuestra economía y nuestros hidrocarburos. Se trata de una decena de datos que hay que tener presentes cuando se pretenda -como sin duda lo pretende el gobierno de hoy- abrir nuestros yacimientos a compañías privadas, nacionales o extranjeras: 1) en nuestro subsuelo tenemos muchos hidrocarburos aunque más crudo que gas natural; 2) por una bendición de la naturaleza y gracias al desarrollo de las habilidades productivas de los trabajadores petroleros, en la explotación de nuestros hidrocarburos disfrutamos de una renta económica muy importante, de una renta petrolera; 3) la renta se origina de que en México los costos de producción siempre han sido inferiores, no sólo a los de muchos productores importantes, sino a los costos máximos que reconoce día a día el volátil mercado petrolero; 4) en estos momentos, producir un barril de crudo de la mezcla mexicana no cuesta más de 2.50 dólares, mientras que su cotización internacional no es inferior a 18 o 19 dólares; 5) según los estudiosos del gas natural no asociado en México, la producción actual de mil pies cúbicos, que hoy se cotizan en poco más de 3 dólares en el mercado mundial, no cuesta más de 70 centavos de dólar; 6) esta favorable situación productiva explica el origen de la renta petrolera; 7) en virtud de que en México el petróleo es de la nación, la renta petrolera proveniente del diferencial de los costos internos con los costos más altos que paga el mercado (marginales) va a parar a las arcas fiscales mexicanas; 8) de 1965 a 2001, los ingresos gubernamentales de origen petrolero han sido cercanos a 460 mil millones de dólares (dólares de 2001) y de ellos, 315 mil millones (68 por ciento) se explican y se originan exclusivamente en la mayor fertilidad natural de los yacimientos mexicanos, por lo demás, un recurso no renovable; 9) por esta importante realidad los impuestos que no vienen del petróleo nunca han superado entre 10 y 11 por ciento del producto nacional, lo que resulta dramático si pensamos que en general, en los países en desarrollo y desarrollados con los que México se podría equipar, los impuestos representan cerca de 20 por ciento del producto nacional e, incluso más; 10) si, además, consideramos -lo que francamente resulta plausible- que la economía que se reconoce en el PIB es, apenas, 70 u 80 por ciento de la actividad económica total, es decir, si sumamos a la economía llamada formal (la que se mide con el PIB) la economía llamada informal, no declarada, subterránea o como se quiera denominar, los impuestos que se pagan no superan 8 por ciento del producto nacional.
Todos estos elementos ayudan a formar el contexto en el que deberemos juzgar la pertinencia de los CSM: Ƒrealmente es imprescindible impulsar estos CSM como mecanismo para desarrollar nuestra capacidad de producción de gas natural? Se trata de una pregunta que obliga a muchas preguntas más: Ƒpor qué hemos de pedir dinero ajeno para explotar nuestros recursos si tenemos dinero propio que en estos momentos está subsidiando fiscalmente a muchas personas, familias y empresas que no pagan impuestos y que, evidentemente, debieran hacerlo? ƑPor qué, además, deberemos meter en nuestros terrenos, con formas de control cuestionables, a empresas extranjeras cuya reputación es cada día más mala, como lo demuestran fehacientemente los casos de Enron, WorldCom, Xerox y de muchas más? ƑNo resulta más importante que, en estos momentos, Pemex y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y todos nosotros nos orientemos a pensar a fondo, en serio y con la mayor urgencia posible, en las características de una reforma fiscal de fondo que se despliegue gradual pero irreversiblemente? Puede resultar absurdo que lo diga, pero me parece que eso es más urgente que tener gas. Incluso, la reforma fiscal de fondo es condición para que lo produzcamos y lo produzcamos bien. De veras.
[email protected]