Hay quienes desearían volver a épocas dictatoriales, dice
Absurda la idea de permitir la pistolización en México: Rivera
JOSE ANTONIO ROMAN
Ante el enorme problema de la inseguridad pública, entre los mexicanos crece el "miedo social", sostuvo el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera, quien sin embargo calificó de "absurda" la propuesta de que los ciudadanos estén armados.
En su homilía dominical, el prelado se refirió el creciente problema de la inseguridad, que obliga a muchas personas a buscar cada uno su seguridad. "La vida está cada vez más difícil, o mejor dicho, así lo percibe mucha gente que se siente amenazada de varias maneras y que no ve claro el futuro".
Señaló también la existencia de la incertidumbre en aquellas personas que carecen de una firme fe religiosa. Estas personas, dijo, quedan fácilmente a merced de diferentes miedos: no se atreven a arriesgar su posición social, su dinero o su pequeña felicidad; se aterrorizan ante la posibilidad de quedar solos y les da miedo hacer el ridículo y confesar sus convicciones religiosas.
"En nuestra sociedad hay miedo. Y no se trata sólo de miedo a grupos terroristas, secuestradores y guerrilleros. El miedo social es algo más profundo", señaló.
Por ello, sostuvo, es bueno que los mexicanos busquemos la renovación profunda de las estructuras e instituciones que nos pueden dar seguridades, para que sean capaces de resolver los problemas actuales, pero esto no basta, ya que la superación del miedo no es sólo ni principalmente cuestión de cambio de instituciones o estructuras, las cuales seguirán siendo humanas y por lo tanto frágiles y cambiantes.
"Necesitamos encontrar una razón para vivir, una confianza para morir y osadía para seguir creyendo", dijo el cardenal durante la celebración religiosa de mediodía, tras la cual, contrario a su costumbre, no accedió a la entrevista "banquetera" que concede a los reporteros. El argumento: "es que hoy la homilía está buena", según dijo su personal de prensa.
Agregó que hay quienes han optado por el consumismo paras sentirse protegidos o se han lanzado a una vida de diversión o de evasión de los problemas; también hay quienes caen en la pasividad, la resignación y el desencanto, pues se sienten dominados por una sensación de impotencia y no faltan quienes, acobardados ante el riesgo que supone una mayor libertad, desearían volver a situaciones dictatoriales.