Se vivió un ambiente pachuco durante
la noche del pasado viernes en el Metropólitan
Merenglass, con su ritmo sabroso y erótico,
rindió homenaje al mambo
El grupo se hizo acompañar de la cantante de
ranchero Sol Moreno y los cubanos SBS
ARTURO CRUZ BARCENAS
La noche del pasado viernes será recordada como
aquella en la que el merengue mexicano endulzó la sangre y el ritmo
de cientos de personas en el teatro Metropólitan, de la calle Independencia
del Distrito Federal, con el arte musical de Merenglass, grupo lidereado
por Ramón Glass, dominicano cuyo afán es que tal género
que derrocha sabrosura y sensualidad logre su masificación popular,
como lo consiguieran a mediados del siglo pasado el mambo y el chá-chá-chá.
En la puerta del foro unas mujeres y hombres vestidos
como pachucos ("esos chucos del sur", como los define James
Olmos) invitan a los peatones a pasar a ver el espectáculo. Lucen
pantalones bombachos, sombreros de ala ancha con una pluma de pavorreal
o gallo fino. Brillan en la oscuridad, pues las telas son apasteladas,
chillones los tonos. Los corbatones van más allá de la cintura.
Son mexicanos y abrazan a sus "changuitas", quienes lucen
medias de cuadritos, de las que hizo famosas Marilyn Monroe; otras muestran
sus ligueros con desparpajo, así como sus zapatos de tacón
alto, que causan un efecto de cadera alzada, muy al modo de doña
Borola.
El mamborengue
Es
el ambiente que diseñaron Glass y Luis Albert, éste productor.
El merengue se ha abierto paso entre las manifestaciones musicales de México.
Por eso Ramón invitó a la cantante de ranchero Sol Moreno,
joven pero con experiencia. Hizo corear varias de Juan Gabriel, de David
Záizar y de José Alfredo Jiménez. Mucho ha batallado
la menuda intérprete para abrirse paso y darse un sitio entre las
cantantes folclóricas.
Un breve silencio y en las pantallas se proyectó
el video del primer corte del nuevo disco de Merenglass, titulado Hoy
como ayer-Mamborengue. Las notas de Lupita, una de las clásicas
de Dámaso Pérez Prado, en la versión fusionada con
merengue, levantó aplausos e hizo bailar a varias damas en las primeras
filas. Ramón lograba su objetivo de poner de pie al público
en los primeros compases.
El telón se abrió y Merenglass apareció
en el escenario. Ataviados de traje negro, los compañeros de Ramón
cantaron y bailaron como tienen acostumbrados a sus seguidores. Todo listo
para el homenaje al mambo.
"¡De Dominicana para México, de México
para el mundo!", gritó Ramón. Entre el público, algunos
alzaron sus banderas del país caribeño, orgullosos de su
ritmo, de su cultura. Ramón llegó a México hace 15
años y desde entonces no ha cejado en su trabajo, en su línea
fusionar el merengue para crear el chacharengue, danzorengue y otros rengues.
Los pachucos caminaban por varios puntos del foro;
entre los pasillos se paraban a la manera de los personajes de la película
Zoot Suit, erguidos, retadores, muy panteras, muy machos. Bailaron
un merengue rock y las chuscas ¡Qué buey! Con sus compañeras
ejecutaban pasos que no tienen nada que envidiar a las quebraditas, donde
se hace volar a la pareja en un espectáculo casi circense.
Humor, erotismo y... baile
Las generaciones van sumándose y varios niños,
vestidos a lo pachuco, muestran que la cosa está viva y que
no es difícil moverse al ritmo de Llegó el verano,
tema compuesto por Glass para los mexicanos. Es viernes 21 y éste
marca el inicio de la llegada de la nueva estación del año.
Invita Ramón a subir al escenario a los chavos
de SBS, cubanos que son un suceso desde hace unos años en Europa,
con temas como Sigue al líder. Merenglass trajo a México
el tema La vaca, del cual SBS ha hecho una versión cadenciosa
que fue socorridamente utilizada en el programa Big Brother.
Músicos y público ejecutan el paso de la
ubre, en el que hacen como que ordeñan. Es el humor y el erotismo.
El merengue, la timba, lo caribeño fusionado. En un momento hay
en el escenario más de 40 personas dando un espectáculo de
color y ritmo contagioso.
Ya no hay pretexto ni rubor. A bailar. "¡Qué
bonito!", dice a su pareja una mujer que deja de danzar. Sus pasos son
de alumna de salón de baile con dieces de calificación. Los
que menos mueven los pies, alzan las manos, mueven los hombros.
El público ya es el gozador bailador que busca
Ramón. Los de SBS piden que no haya una persona sentada. Todos a
moverse. Mientras hay movimiento hay vida. Ya habrá tiempo para
quedarse estáticos. Lo bueno del merengue es que se puede bailar
solo. Claro que es mejor acompañado de la persona preferida.
"En los 15 años que Merenglass lleva trabajando
esta música se han formado varios matrimonios, y no es para menos,
pues es un baile erótico", expuso Ramón. Los compañeros
de Ramón mueven las caderas y las muchachas les aplauden y piden
"¡más, más!".
Así, entre temas de vacas y bueyes, que son tópicos
propiamente merengueros, Ramón se ha sumado a la tradición
de Alberto Beltrán, Wilfrido Vargas, George Ventura y Juan Luis
Guerra. El merengue es ahora, también, mexicano.