Rebeldes con causa, de Eric Zolov, narra
el desgaste irrevocable de la Familia Revolucionaria
El 68 mexicano se comenzó a gestar con la llegada
del rock en los años 50
El autor estadunidense articula esta porción
de historia que se encontraba fragmentada y dispersa
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
El 68 mexicano es hijo de los años 50. Se empezó
a gestar cuando un nuevo género musical -"importado" de Estados
Unidos- se abrió paso en la radio y los salones de baile, entre
boleros, danzones y canciones rancheras; cuando las películas mexicanas
de charros, mariachis y cabareteras fueron desplazadas por cintas como
Blackboard jungle (de 1955, titulada en español Semilla
de maldad) o la mexicana Juventud desenfrenada (de 1956), en
las cuales se mostraba una imagen de los jóvenes vinculada "a la
delincuencia y el libertinaje", "desafiante de la autoridad" y de "las
buenas costumbres" (por cierto, el tema musical de ambas fue Rock around
the clock, de Bill Haley); cuando en el interior de la idílica
(gran) familia mexicana las hijas y los hijos ya no aceptaron que se les
dijera cómo vestirse, cómo peinarse, cómo hablar;
qué música oír...
Ahí se originó todo. El historiador Eric
Zolov lo cuenta y documenta con rigor y claridad en su libro Rebeldes
con causa. La contracultura mexicana y la crisis del Estado patriarcal:
"La historia de cómo la 'Familia Revolucionaria' de México
sufrió el desgaste irrevocable de sus manifestaciones políticas,
culturales y sociales" y en la cual el rock sirvió como "cuña
y espejo" a las sociedades atrapadas en los ajetreos de la rápida
modernización". Y fue cuña "en tanto que desafiaba los límites
tradicionales de las convenciones, de las relaciones entre los sexos, las
jerarquías sociales y los significados mismos de identidad nacional
en una época de elevado nacionalismo."
Panorama revelador
Hasta ahora nadie había articulado esta historia.
Existía fragmentada y dispersa en libros de mayor o menor calidad
(prescindibles e imprescindibles); en las hemerotecas, mexicanas y estadunidenses;
en la memoria -objetiva o convenenciera- de testigos y protagonistas; en
los archivos privados y en los de compañías disqueras o dependencias
gubernamentales (de México y Estados Unidos); en los preciados discos
de coleccionistas; en películas... Son múltiples y diversas
las fuentes a las que acudió Zolov para ofrecer esta visión
de conjunto.
En algo más de 370 páginas, el historiador
despliega una relación cronológica de hechos, datos, situaciones,
anécdotas e interpretaciones, que forman un panorama revelador y
a menudo asombroso. Luego de la introducción, el libro se divide
en siete capítulos: 1) "Rebeldismo en la Familia revolucionaria:
El impacto inicial del rock'n roll en el Estado y la sociedad mexicana";
2) "Refrenar los ademanes del rock"; 3) "La Onda: la contracultura mexicana
y el movimiento estudiantil de 1968"; 4) "La Onda después de Tlatelolco";
5) "La Onda Chicana: La reivindicación de la comunidad contracultural
de México" 6) "El festival de rock de Avándaro", y 7) "Una
crítica de lo 'Obviamente imperialista': la Agencia de Información
de Estados Unidos".
Rebeldes con causa (editorial Norma) tiene como
punto de partida el momento en que el rocanrol llega a México "en
alas del capital trasnacional y en los velices de quienes volvían
de viaje". Ese primer contacto "poco tuvo que ver con la rebelión"
y se popularizó entre adultos de clase obrera y media gracias a
las orquestas tipo big band. De hecho, la primera grabación
mexicana de rock and roll no la hizo un rocanrolero, sino la orquesta de
Pablo Beltrán Ruiz, que en la década de los cincuenta destacó
como intérprete de danzón, mambo, bolero y cha-cha-chá.
Se trató de una pieza instrumental titulada México rock
and roll, grabada en 1956 bajo el sello de la poderosa trasnacional
del disco, RCA Victor (hoy integrada al consorcio BMG Ariola). En ese tiempo
funcionaban 240 estaciones de radio en México y dominaban el mercado
discográfico cinco empresas: tres mexicanas (Peerless, Orfeón
y Musart) y dos extranjeras (RCA y CBS).
Pronto, la sorpresa ante la novedad cedió su lugar
a la alarma, cuando el naciente rock and roll (y después el rock)
empezó a ser asociado con el desmadre y con el desafío
a la autoridad y a las normas sociales. Eric Zolov deja ver que las actitudes
-irreverencia, crítica, desenfado, etcétera- que acompañaban
al rock necesariamente tenían que entrar en conflicto con un sistema
autoritario y patriarcal.
Destaca cómo en relación con eso, la izquierda
y la derecha mexicanas "tenían una curiosa coincidencia de pareceres".
Zolov cita, como ejemplo, "al afamado muralista David Alfaro Siqueiros,
comunista de toda su vida", quien en 1957 declaró: "Las películas
pornográficas y el rock and roll y sus derivados tienen a la juventud
mexicana al borde de una crisis moral insalvable (...)".
En 1959 dos incidentes en los que se involucraba a Elvis
Presley (aunque su participación fue involuntaria) contribuyeron
para agudizar el mal clima hacia la nueva cultura. El primer incidente
lo ocasionaron las presuntas declaraciones de Presley (al parecer falsas)
de que prefería besar a tres negras que a una mexicana, lo cual
dio lugar a una suerte de linchamiento moral público, encabezado
por los sectores y organismos más conservadores. El segundo incidente
fue un zafarrancho, premonitorio portazo, ocurrido en el cine Las
Américas durante la premiere de la película El
rey criollo, protagonizada por Presley. Zolov cita al periódico
Excélsior: "El desorden empezó cuando más de
600 rebeldes sin causa entraron al cine sin pagar".
Una sociedad y un sistema político acostumbrado
al silencio de los jóvenes, se alarmó porque la cultura proveniente
de Estados Unidos -incluso en sus expresiones o adaptaciones más
inofensivas y despolitizadas- era en realidad un cuestionamiento al talante
autoritario y jerárquico de la sociedad mexicana y su estructura
política.
Para acallar y responder a las presiones corporativas
del conservadurismo (la Liga de la Decencia, por ejemplo), los gobiernos
reprimieron sucesivamente los diversos "brotes de inconformidad juvenil".
Entre las acciones tomadas, el Instituto Nacional de Bellas Artes preparó
una lista de "canciones aceptables", que fue enviada a todas las radiodifusoras
del país. De este modo, los rocanroleros quedaron convertidos en
"maleantes musicales".
Fuerzas extranjerizantes
Con la aparición de los Beatles y la nueva ola
de grupos ingleses, a principios de los años 60, "el rock'n'roll
se despojó de cualquier tipo de encanto que alguna vez haya tenido
para los adultos y se convirtió simplemente en rock". Con esto "surgieron
renovados temores de desórdenes juveniles".
Para contrarrestar esa dinámica, que atentaba contra
las formas de control del sistema, el gobierno y los sectores conservadores
elaboraron un discurso que tenía como principales argumentos el
viejo nacionalismo (surgido de la Revolución), la moral y las buenas
costumbres. Por ello no es de extrañar que la matanza del 2 de octubre
de 1968 estuviera precedida de voces que condenaban el movimiento estudiantil
como un complot de fuerzas extranjerizantes y de ideas ajenas a "nuestra
idiosincrasia".
Aquí se resume un aspecto mínimo del contenido
del Rebeldes con causa. Su enfoque y contenidos merecen una lectura
atenta y desprejuiciada. No agota el tema pero sí sienta las bases
para una revisión serena y objetiva de esa parte de la historia
nacional.