A sus 40 años, Delia Ocegueda estudia
biología en la UdeG para mantener la tradición
La herbolaria, una forma de brujería en extinción
por culpa de la medicina
A la becaria del CNCA le interesa que los niños
conozcan los poderes curativos de las plantas
Lamenta que la farmacéutica moderna muestre
negligencia respecto al conocimiento antiguo
Guadalajara, Jal. La gente dice que anda de bruja
o acarreando mariguana, mientras ella sube y baja por el empedrado, recolectando
plantitas y preguntando para qué sirven a los tecolotes (conocedores
de hierbas) más antiguos. Aunque se arraigó en la capital
tapatía, es tecolota de pura cepa, nombre que vecinos y lugareños
acomodaron a los oriundos de Oconahua, "por brujos", contó Delia
Ocegueda con sonora risa.
Radica en esta capital. Cree en la ciencia, "aunque mi
abuela sí era bruja", confesó. A los 14 años de edad
"la señora Natividad Basilio me hizo un conjuro pa' encontrar novio,
pero no sirvió, luego me enamoré y me vine a la ciudad",
contó entre risas. Trabaja en la sala de su casa -en la colonia
tapatía 5 de mayo- donde vive con su esposo, hijos, un perro salchicha,
varios gatos y muchas plantas que por su gran número son difíciles
de contabilizar.
Delia estudia biología en la Universidad de Guadalajara.
Su interés por las hierbas no es gratuito, lleva en la sangre la
herencia de un pueblo en el que sus habitantes sobresalieron por la utilización
de la magia verde y que todavía hace 40 años -la edad de
Delia- transmitían su conocimiento herbolario, que involucra la
concepción de lo espiritual, lo anímico y lo benefactor.
Oconahua está a 90 kilómetros de Guadalajara y cuenta con
tan sólo 2 mil 134 habitantes.
''Los jóvenes sólo conocen la manzanilla''
Mientras conversa en su estudio hechizo con olor
a incienso, Delia se mueve entre papeles y fotografías. Contabiliza
las cientos de plantas tecolotas que crecen en su pueblo y terrenos
aledaños. Por eso las mujeres de esos pueblos cuchichean en torno
a su actividad, y la tachan de loca porque vive trepando cerros.
"Quiero rescatar el conocimiento de mis antepasados y
transmitirlo a los niños, me preocupa que se pierda. Ya los jóvenes
no quieren saber nada de la tradición, nomás saben de la
manzanilla". La tradición obligó a Enrique II a enviar a
Francisco Hernández a investigar sobre las hierbas mágicas
que usaban unos "raros hechiceros".
Delia Ocegueda es fuerte, robusta, pueblerina y sonriente.
Recibió la beca del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales
y Comunitarias (PACMyC) -30 mil pesos- del Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes (CNCA) y con él adquirió equipo de oficina y
fotografía para registrar las plantas. Lleva más de 100 contabilizadas:
como ésta, dijo, sacando, de entre un costal de cartulinas, una
que lleva prendida la hierba llamada cola de caballo: "es buenísima
para las infecciones urinarias, y la salvia blanca -explicó- cura
la amigdalitis".
Delia se debate entre la etnobotánica y la taxonomía,
entre la herencia de sus ancestros de conjuros y plantas mágicas,
y entre credos y rezos.
Delia quiere escribir un libro sobre sus hallazgos: "la
herbolaria es una forma de brujería, pero la medicina moderna hizo
que la tradición casi desapareciera. En Oconahua todos los remedios
se hacían en casa. Si la enfermedad era muy grave nos curaban en
Etzatlán".
En la historia de la medicina, los primeros debates de
la curandería y la religión desembocaron en la farmacéutica
moderna. "Pero hay negligencia respecto al conocimiento antiguo. Las empresas
hacen en grande el trabajo que yo hago para los míos, pero ellos
para su beneficio. Quiero enseñar a la gente de Oconahua que tiene
los recursos en sus manos, sólo tiene que conocerlos y cuidarlos".
Lleva más de 30 entrevistas con viejos tecolotes
-algunos ya fallecieron- como don Macedonio, quien le enseñó
con qué curar el piquete de arlomo, un raro animal que Delia preserva
en formol, que pica, quema y produce llagas y "también debe ser
brujo porque 'nomás' vive en Oconahua, en el vivero de doña
Teresita, donde también crecen aceitillas, alfalvilla, arrayanes,
rosas, orégano, epazote, estafiate, cola de sapo, gordolobo, guaje,
granado, guayabas, guasimas, hierbas 'a las muelas' y fresno, que bien
usado por María Naranjo -bruja buena y blanca por antonomasia- quita
dolencias, fiebres y depresiones''.
Delia incluirá sus investigaciones en una base
de datos donde detallará las características de las plantas
estudiadas -hasta hoy cuenta 90- que serán herborizadas, secadas,
identificadas y clasificadas, para realizar una guía y un miniherbario.
Pero mientras esto sucede, la señora tecolota invierte sus
conocimientos en los niños de primaria, "que son más ingenuos
y participativos que los grandecitos; rápidamente aprenden qué
cura la hierbabuena".
Sobre la presencia de animales en su casa, comentó,
"dicen que cuando te gustan las palabras y los animales es porque amas
y añoras tu origen, y en mi caso, así es", concluyó.