Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 20 de mayo de 2002
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TOROS

Un terciado encierro de La Guadalupana puso a cada quien en su sitio

Carismática actuación de Sánchez y cornada grande a Guzmán

Tres buenos novillos Orlando Huerta, con clase Volvió a emocionar el menudito Montiel

LEONARDO PAEZ

Cuando intentaba rematar con el pase de pecho, el primer espada Gerardo Guzmán, de Uriangato, Guanajuato, fue prendido por el bien armado Alejandrín (400 kg), produciéndole una cornada penetrante de vientre con dos trayectorias, una hacia arriba de 20 centímetros.

dibujo torosEn el quinto festejo de la Feria Nacional del Novillero Telmex 2002, segundo con picadores, celebrado ayer en La Florecita, se lidió un terciado encierro de La Guadalupana. Sin la imponente presencia del memorable encierro de San Marcos y sin la clara bravura de los de El Batán, las reses de don Juan Flores tuvieron sin embargo el trapío y la casta suficientes para que ante ellos los muchachos midieran armas físicas, técnicas y anímicas.

Abrió plaza el citado Alejandrín, que embistiendo de largo fue llevado hasta los medios por Gerardo Guzmán, de rosa y oro, en ligadas verónicas. De pronto, la suerte de varas se convirtió en el asesinato a mansalva de un individuo con nombre y apellidos, y aquel novillo recibió dos puyazos fuera de toda proporción, tanto por el tamaño de la puya como por la ineptitud del varilarguero, que nunca sintió la embestida, es decir, cuándo debió aflojar el palo ante la medida fuerza del astado. Las consecuencias de tamaño error serían funestas.

Tras dejar un reguero de sangre por la arena y de acometer todavía en un quite por gaoneras y en un bien intencionado tercio de banderillas, el novillo aquel se echó en los medios, semimuerto, lo que hizo a Guzmán confiarse e intentar la faena convencional ante un toro que forzosamente tendía a defenderse. Sin estar embebido en el engaño, bastó un derrote seco del moribundo animal para que sobreviniera el percance.

Orlando Huerta, del DF, de azul pavo y oro, se las vio con Juancho (406 kg), otro bien presentado burel al que Beny Carmona buen cuidado tuvo de señalarle apenas el puyazo. Quitó Huerta por quietas pero frías gaoneras y replicó El Cade por vistosas orticinas. Claro y con media embestida llegó el astado; elegante pero breve anduvo el torero, acompañando bien con la cintura y templando mejor, pero rematando las tandas luego de dos muletazos. Se puso pesado con el acero y escuchó un aviso, así como la ovación de reconocimiento a sus buenas maneras más que a su entrega.

Mientras tomaba nota del siguiente novillo, un tremendo silbatazo a mi lado me hizo saludar a un viejo conocido al que no conocía personalmente: Gumaro Aranda ?vaya un nombre torero?, autor del emblemático, sonoro y prolongado chiflido que se escucha en la Plaza México, "de apoyo, de gusto, no de censura", me aclaró el potente chiflador.

Presencia torera de Rogelio Sánchez

De Apizaco, Tlaxcala, volvió a esta plaza Rogelio Sánchez, que enfundado en un terno verde bandera y pasamanería negra realizó lo más impactante de la tarde, no tanto por la técnica desplegada como por el interés provocado en los tendidos.

Nico (362 kg), negro girón, tocado del derecho, contribuyó al despliegue torero y creativo de Rogelio, que sin pensarlo demasiado le recetó tres largas cambiadas en tablas y luego sentidas verónicas, rematadas con una luminosa suerte en que la capa se volvió pañuelo de mago. El público aplaudió de pie. Tras una vara simbólica, realizó el quite de la mariposa, y junto con su paisano Montiel cubrió lucidamente el segundo tercio, cuadrando en la cara, jugándosela y disfrutando con solvencia los pares.

Con un dominio escénico excepcional, sin caer en chabacanerías ni recursos fáciles, Sánchez realizó una torera faena por ambos lados, sin dudar, gustándose, sintiendo cuanto hacía, vendiendo las suertes, quedándose quieto en éstas y transmitiéndolo al público. Al perfilarse se hizo un profundo silencio, y al dejar una entera contraria, surgió el alarido. El novillo tardó en doblar, Rogelio intentó el descabello varias veces y lo que pudieron ser dos orejas quedó en estruendosa vuelta al ruedo. Si en el callejón lo hubieran dejado equivocarse, en vez de querer asesorarlo. Pero vaya porvenir que se abre para esta joven promesa.

Cuando un torero posee dominio escénico, seguridad y empaque, el hueco que deja en el ruedo es muy difícil de llenar, y eso ocurrió con Roberto José Pedroza y con Ricardo López El Cade, ambos de Guadalajara, que por más empeño que pusieron en su labor, ya no pudieron alcanzar el tono torero de Sánchez. El novillo de Pedroza incluso fue aplaudido en el arrastre y El Cade salió al tercio por su cuenta.

El menudito Claudio Montiel, también de Apizaco, ante el novillo más incómodo, volvió a derrochar afición y entrega en los tres tercios, aunque ya sin asegundar en el corte de oreja de su presentación. Pero, honestamente, ¿baja estatura no mata futuro taurino? Si los de proporciones normales no ven un pitón...

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