Con dificultad culminó una misa de dos horas y media
Pide el Papa a fieles que oren para que pueda seguir su misión
Wojtyla comienza el miércoles gira por Bulgaria y Azerbaiján
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Ciudad del Vaticano, 19 de mayo. Un frágil Juan Pablo II tuvo dificultades para terminar una larga ceremonia el domingo en el Vaticano, en la que declaró cinco nuevos santos católicos y pidió a los fieles que oren para que pueda continuar su misión.
La misa en la Plaza de San Pedro fue considerada una prueba para la fortaleza del Papa, antes de un viaje de cinco días que comienza el miércoles y lo llevará a Azerbaiján y Bulgaria, y que se produce luego de las recientes especulaciones de que podría jubilarse.
Su salud será el centro de atención durante el viaje, el primero que hace fuera de Italia desde septiembre.
Vestido de rojo y sentado en un sillón de brazos blancos ante decenas de miles de personas, el Papa, que cumplió el sábado 82 años, tuvo dificultades para hablar durante la misa.
Al final del servicio, en palabras que le resultó difícil pronunciar, el Papa expresó su gratitud por las felicitaciones que había recibido el día anterior.
"Me sentí particularmente reconfortado porque me garantizaron oraciones especiales para mí y mi servicio (a la Iglesia) que el Señor me ha encomendado", dijo.
Añadió: "En su respeto, les pido que se unan a mí en las plegarias".
Con la cabeza inclinada hacia la derecha, los músculos faciales rígidos y la voz temblorosa, el Papa pareció incómodo en algunos momentos durante la ceremonia, que duró dos horas y media.
Karol Wojtyla permaneció sentado buena parte de la ceremonia, durante la cual nombró el primer santo brasileño, la Madre Paulina, mujer de origen italiano que se desplazó a Brasil en el siglo xix y murió en 1942, tras fundar una orden de monjas para ayudar a los huérfanos, a los hijos de antiguos esclavos y a los ancianos en la zona de Sao Paulo.
Durante la misa, a la que asistió el presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, también fue santificado el agustino español Alonso de Orozco.
Pese a sus dificultades, el Papa pudo aguantar todo el oficio, a diferencia del sábado, cuando un sacerdote tuvo que leer parte de su discurso ante la audiencia del Vaticano el día de su cumpleaños.
Desde 1993, el Papa ha mostrado síntomas inequívocos de Parkinson, trastorno del sistema nervioso central. Su brazo izquierdo tiembla, a veces de forma incontrolable, y sus músculos facilaes se ponen tensos.
La enfermedad le ha generado escasa movilidad dados los problemas del cerebro para transmitir órdenes relacionadas con el movimiento.
La misa comenzó bajo un cielo nublado y terminó con una lluvia continua que forzó a los fieles brasileños a refugiarse bajo sus coloridas banderas, que ondearon cuando la Madre Paulina fue declarada santa.
Los días previos al cumpleaños del Pontífice estuvieron caracterizados por el debate en los medios italianos sobre si Juan Pablo II debería demitir por razones de salud.