Adolfo Gilly
Carta abierta al secretario de Gobernación
Señor secretario: a principios de junio se cumplirán
cuatro años de la matanza de El Charco, estado de Guerrero, una
de las llevadas a cabo durante el gobierno del doctor Ernesto Zedillo.
Los hechos son conocidos: en la localidad de El Charco, el 7 de junio de
1998, fuerzas del Ejército federal rodearon una casa donde dormían
campesinos que habían participado en una reunión el día
anterior. Testigos afirman que algunas personas armadas dormían
en habitación aparte.
A eso de las 3 de la mañana, la fuerza federal
intimó rendición a todos. Los rodeados se negaron a salir
mientras fuera noche. Entre las 7 y las 8 de la mañana, ya con la
luz del día, aceptaron entregarse. Un grupo salió con los
brazos en alto, todos desarmados, y declararon la rendición a gritos.
Una vez rendidos, 11 fueron ejecutados, entre ellos el estudiante Ricardo
Zavala, conforme consta en el expediente con testimonios de diversas personas
y organizaciones de derechos humanos que obra en mi poder.
La versión oficial dijo que cayeron en un enfrentamiento
armado entre el Ejército y un grupo guerrillero. Las cifras son
las típicas de las masacres, no de los combates: 11 muertos de un
lado, ni una baja -fallecido o herido- del otro. ¿Cuál enfrentamiento?
El 7 de junio de 1998 en El Charco hubo una masacre realizada
por el Ejército, no por particulares ni paramilitares, como en Acteal.
El responsable de esos hechos no es el soldado que disparó su arma
ni el oficial que le dio la orden. El responsable de un hecho de esta magnitud,
mientras no se pruebe lo contrario, es el jefe supremo de las fuerzas armadas,
para este caso el doctor Ernesto Zedillo, entonces presidente de los Estados
Unidos Mexicanos.
En esa ocasión fue detenida Ericka Zamora, estudiante
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue
vejada, torturada y acusada de diversos delitos, ninguno de los cuales
ha sido debidamente probado. Es una presa política del régimen
de Ernesto Zedillo, el cual ya se cobró en esa sola ocasión
nada menos que 11 muertos, todos ejecutados, sin que hasta ahora haya tenido
que rendir cuentas de nada.
¿Once muertos contra nada, señor secretario?
¿Nadie responde por la ejecución en frío de los campesinos
rendidos? ¿Y encima Ericka Zamora, presa desde hace cuatro años
y trasladada de una cárcel a otra? ¿No se han cobrado ya
bastante en vidas y sufrimientos los señores del gobierno, que a
la sociedad, al fin de cuentas, ni los muertos ni los sobrevivientes ni
Ericka nada debían?
Señor secretario:
Tengo entendido que usted es hombre de leyes, y también
de gobierno. ¿Por qué, entonces, bajo el gobierno en el cual
usted ocupa un cargo prominente se mantiene esta injusticia? ¿Por
qué se hacen custodios de una venganza heredada? ¿A quién
mató, a quién hirió, a quién robó Ericka
Zamora? Su único delito era luchar contra un régimen al cual,
tengo entendido, también usted se oponía.
No faltará quien responda que la justicia es independiente
y debe seguir su curso. Señor secretario, estoy escribiendo en serio.
Muchos hemos conocido en carne propia cómo funcionaba esa justicia
cuando de presos políticos se trataba, y cómo sigue funcionando
todavía. Lo que yo veo desde donde estoy es que Ericka Zamora, presa
política del gobierno anterior, es hoy presa política del
gobierno del licenciado Vicente Fox.
Señor secretario:
Los diversos procedimientos para terminar con esta situación
son conocidos y usted, hombre de leyes y de gobierno, pero sobre todo ciudadano
bien informado, los conoce también. Es hora de que cese esta venganza
que ha durado ya cuatro años.
Ericka Zamora debe salir en libertad. De su gobierno depende,
señor secretario, y de nadie más.