La extraordinaria cantante canadiense se presentó
el jueves en el Metropólitan
El ritmo Nelly Furtado hizo saltar y bailar al unísono
a padres e hijos
En su espectáculo presenta una infinita
variedad de sonidos, diferentes a los de su disco
FABRIZIO LEON DIEZ
¡Parrapapachinchin,
parrapapachinchin! Es el ritmo no cadencioso de Nelly Furtado. Es lo contrario
a su primer disco y no es una baladista, ni es una artista pop. No tiene
nada que ver con lo que nos vendieron. Es más, no es la niña
estrella que nuestras hijas nos exigieron escuchar. No se escucha cool,
ni tampoco es algo que necesariamente guste. Nelly Furtado extasía.
No la habíamos visto, ni la industria la ha contaminado, no queremos
que se vaya y es una no niña adolescente, es una extraordinaria
cantante que en su primer y único concierto en México hizo
estallar los ánimos calurosos de los tres o cuatro mil asistentes
al teatro Metropólitan y puso de manifiesto el nuevo ritmo de moda,
la mezcla rap, hip-hop, pop, rock, tach, much, noch, jip, aut, sop, socks,
sim, blu y mosh, tan de moda ahora.
La verdad, con el concierto de Nelly Furtado se proclama
el porqué Canadá es el único país serio que
hay en el continente y el porqué en él se han sintetizado
los mestizajes más amplios. No sólo tiene las más
ricas reservas de agua potable, de educación, sino ahora tiene a
Nelly Furtado. Su música en concierto no tiene nada que ver con
la que graba en su disco. En concierto, Nelly Furtado es una sensación
de ritmos. Las canciones son rapeadas y las manda una voz educada y programada
para el bienestar. Nada que ver con el pop de Christina Aguilera y muy
lejos de los nuevos intentos de Shakira. Furtado viene a imponer un estilo
único y alegre que se puede concretar en decir que ella hace lo
que tiene que hacer, es decir, una gala de ritmos anglo-latinos, fundados
en el acid jazz, el blues y en los tambores apaches. Su espectáculo
es tan grácil como su piel, tan lúbrico como nuestras cochambrosas
mentes y tan musical como aquellas orquestas de los 30. ¿Puede usted
imaginar que una niña, como ella, imite aquellas escenas vocales
de la orquesta de Mario Bouza? ¿Se imagina saltando junto a los
adolescentes como si estos supieran que la neta del ritmo nuestro es Chico
O'Farril? Pero que Nelly no sabe, todavía, de los beneficios de
los metales, del sonido de los metales... todavía.
''Oye papá, ¿ora sí bailaste?''
Nelly Furtado salta por el escenario, firma autógrafos,
muestra a su banda, y ésta se explaya en el hip-hop de su ama. Nelly
Furtado llegó a México sin que la conocieran del todo y sus
fans se sorprenden de que se oiga muy diferente a como es en su
disco. Nelly Furtado nos lleva con su voz a la sorpresa de nuestros hijos,
que no creen ver en sus padres bailar al ritmo del que ellos apenas conocen.
Es rap, es hop, es ja, en mi, en sol, en na, en que, es ya, tal cual, así,
si sí, papí, mamí, tomá, la cual, pingá.
Es el hip-hop del Canadá, es la estrella de nuestro
delirio y es el mejor ritmo del alma.
La respaldan seis músicos y un diyéi,
el que manda. Pero el colmo es cuando Nelly Furtado canta un fado y éste
es rapeado. Un fado popeado y flamenqueado, sentencia Ramiro Osorio, quien
embelesado sigue el ritmo de sus juicios y le hace par al subsecretario
que también baila más que sus hijos pequeños, que
de igual forma, se extrañan de ver cómo los rucos saltan
ante la potencia de la voz de Nelly, la Furtado. De repente un ritmo extraño
y singular nos hace saltar y sonreír... oye, oye, ¿quién
nos iba a decir que a nuestros 50 años íbamos a ser fans
de Nelly Furtado? Es la rola madre, es su éxito Turn off the
light, la cual se oye mucho mejor que en el video.
Al frente de la gente Nelly Furtado sigue con su fiesta.
Un auditorio lleno la proclama. Seremos pocos los que la hemos visto, y
será difícil que regrese esta estrella. Ella es un manjar
de ritmos, es la síntesis del world music. Es la antítesis
de lo que nos han vendido, es la joven que estudió para hacer de
su show la mejor parte de la vida, aquella que nos hace cantar y
bailar al ritmo de un hip, hop, tras, ti, quiero, mi alma.
El concierto acaba y los padres no quieren irse sin saber
que por primera vez la música que escuchan sus hijos les gusta,
tanto o más que a ellos. Oye papá, ¿ora sí
bailaste? Es la música de Canadá.