COPAS DEL MUNDO
La squadra azurra hizo realidad el sueño del Duce al vencer 2-1 a Checoslovaquia
Que Dios lo ayude si fracasa, amenazó Mussolini
Italia naturalizó a cuatro argentinos y un brasileño y recibió la ayuda de los árbitros
AFP
"Que Dios lo ayude si fracasa", dicen que le espetó el dictador Benito Mussolini al seleccionador italiano Vittorio Pozzo. El Duce quería propaganda para su régimen y comprendió en seguida cómo obtenerla: organizando un Mundial, el de 1934, y ganándolo. Un método del que Hitler tomó buena nota hospedando dos años después los Juegos Olímpicos en Berlín, para mayor gloria del nazismo.
Para alcanzar su objetivo, Italia naturalizó de urgencia a cuatro argentinos, Raimundo Orsi, Luis Monti, Enrique Guaita y Atilia Demaría, y al brasileño Anfilogino Guarisi. Además contó con la inestimable ayuda de unos árbitros muy favorables -la FIFA expulsó de hecho después a dos de ellos-, en un torneo de marcado carácter europeo.
Y es que de las 16 naciones que participaron en la fase final -se inscribieron 32 y se disputó una ronda preliminar de clasificación- sólo acudieron tres representantes americanos: Argentina, Brasil y Estados Unidos, que apenas tuvieron tiempo de nada al caer eliminados en el primer partido.
Uruguay decidió no acudir, en represalia por las ausencias europeas de cuatro años antes -única vez en la historia que el campeón no defendió su título-, y Egipto se convirtió en la primera nación africana en participar en una Copa del Mundo.
Patadas y árbitros a favor
La squadra azzurra debutó bajo la atenta mirada del Duce y de un público fanatizado que vio a su selección vapulear a la de Estados Unidos 7-1.
Después le llegó al turno a España, en cuartos. El partido terminó 1-1 tras el tiempo extra y con el portero español Ricardo Divino Zamora lesionado.
Decidieron repetir al día si-guiente y un gol del italiano Giusseppe Meazza zanjó la liza (1-0) en un duro encuentro en el que el suplente de Zamora, No-gués, también resultó lesionado.
Italia se deshizo a continuación de Austria (1-0) y estaba lista para vérselas en la final con una Checoslavaquia que contaba con figuras como el portero Planicka, Kostalek, Puc o Nejedly, y que había dejado por el camino a Rumania, Suiza y Alemania.
Puc abrió el marcador en el minuto 72. Todo el estadio enmudeció.
Pero a ocho minutos del final empató Orsi y, ya en el tiempo suplementario, Angelo Schiavio hizo realidad el sueño del Duce.
Italia era campeón mundial. Pozzo y los suyos -que cobraron 1,725 dólares (equivalente a 1,967 euros) cada uno por la victoria, cifra hoy ridícula- podían respirar tranquilos.