FOX-CONGRESO: RESTAURAR CONSENSOS
El
encuentro que tuvo lugar ayer en Palacio Nacional entre el presidente Vicente
Fox y los coordinadores de las diversas bancadas de la Cámara de
Diputados complementa la reunión del mandatario con los coordinadores
senatoriales el lunes pasado en Los Pinos.
A diferencia de lo ocurrido entonces, ayer salieron a
relucir las profundas diferencias entre el Ejecutivo y una parte significativa
del Legislativo y, aunque quedó claro que las pláticas entre
Fox y los representantes de San Lázaro fueron más difíciles
y abruptas que las que sostuvo con los senadores, el hecho mismo del encuentro
constituye un dato positivo para la vida republicana de México.
Era inevitable que el fin de las presidencias priístas
se tradujera en la expresión de una diversidad política novedosa
y fresca. Sin embargo, cabe preguntarse hasta qué punto era deseable
que la eclosión de esa diversidad pasara por el rompimiento de consensos
nacionales acendrados y fundamentados, como era la política exterior.
Los cuestionamientos formulados en este sentido al Presidente
por los coordinadores del PRD, PT y PVEM, quienes demandaron el cese del
canciller Jorge G. Castañeda, son una expresión de esa ruptura,
preocupante no sólo en la medida en que priva a la sociedad y al
Estado de un factor de cohesión, sino porque, de no subsanarse,
puede desembocar en perspectivas de ingobernabilidad en la segunda parte
del actual mandato.
Ciertamente, como lo expresó de manera tajante
el propio Fox durante el encuentro, el nombramiento y la remoción
de secretarios de Estado son potestades constitucionales del Ejecutivo,
pero ello no elimina la atribución legislativa de someter a los
funcionarios públicos a juicio político.
Las rutas para proseguir y ahondar la confrontación
están, pues, a la vista, por más que transitar por ellas
sea claramente indeseable para las instituciones y para la sociedad. Ante
ese horizonte, cabe esperar que el mandatario sepa escuchar los reclamos
y críticas, y consiga operar una rectificación en materia
de política exterior a fin de superar la división que se
ha manifestado.
Por su parte, el Congreso de la Unión haría
bien en otorgar al Presidente un margen de maniobra para que lleve a cabo,
sin pérdida de autoridad, esa necesaria reconstrucción de
un punto de consenso que no debió afectarse. En otros términos,
a estas alturas la permanencia en el cargo o la destitución de Castañeda
es una disyuntiva menor y un asunto poco sustantivo. Lo verdaderamente
importante es que, con los colaboradores que sean, Fox consiga incorporar
a los lineamientos de su gobierno los reclamos sociales y parlamentarios
que, en un entorno democrático, participativo y de genuino cambio
político, deben ser tomados en cuenta.