CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
La encrucijada del PRD-DF
LA JUGADA política instrumentada para sacar de la coordinación del PRD en la Asamblea Legislativa a Armando Quintero ha cobrado costos mayores a los imaginados por la jefatura de Gobierno de la ciudad de México.
NINGUNO DE todos los males que dieron lugar a la salida de Quintero se ha podido remediar; por lo contrario, el PRD se encuentra ahora más dividido que nunca, ha perdido sus posibilidades de liderazgo y más que un vaso comunicante con el GDF se ha convertido en lastre que pesa cada vez a Andrés Manuel López Obrador.
YA NO hay duda, el bumerán que se lanzó desde el gobierno regresó con mayor fuerza a sus impulsores y los ha golpeado con dureza inusitada. La semana pasada, en una sola sesión se echó por tierra, cuando menos en lo que corresponde a la Asamblea, casi todo el proyecto de gobierno de López Obrador.
SE LE solicitó suspender el proyecto del segundo piso vial; se le exigió publicar, de inmediato, el reglamento de la Ley de Establecimientos Mercantiles, y se calificó de ilegal la emisión de "bandos de gobierno", uno de los instrumentos de mayor uso por López Obrador.
SI BIEN en este asunto el PRD y sus legisladores fueron desaparecidos casi por completo, es decir, no sirvieron para nada, también es cierto que existen otros dos factores que imposibilitan el entendimiento entre el Ejecutivo y el Legislativo locales.
PARA EMPEZAR, se debe señalar el desapego o el muy poco respeto que se tiene desde el gobierno hacia el trabajo legislativo; después, y sin restarle importancia, la bancada panista, que frente al desajuste perredista acusa, escandaliza y no prueba, en un juego constante de intrigas y mentiras que en su momento tendrán su costo.
FRENTE A ello, el PRD perdió la posibilidad de lograr acuerdos sensatos para impulsar las reformas que po-drían solventar un ambiente menos hostil a las políticas de gobierno, porque nadie, ninguno de los representantes de los partidos en la Asamblea, respeta ni la palabra ni los acuerdos balbuceantes del liderazgo impuesto en la fracción perredista.
TAL VEZ para la jefatura de Gobierno no sea necesario operar ningún cambio en la fracción perredista en la Asamblea, pero cada vez se hace más notorio el rompimiento entre los dos poderes y el desdén del Ejecutivo hacia los representantes populares podría ser una piedra en el cuello para el futuro cercano.
Y MAS, si desde el mismo gobierno no existe una política de respeto hacia la militancia partidista, las cosas podrían ser peores en las elecciones intermedias que se avecinan, y una legislatura contraria al signo político de López Obrador lo llevaría a desgastes innecesarios.
SIN HACER parangones inmerecidos, pareciera de pronto que el camino de los gobernantes en la búsqueda de popularidades falsas los impele a rompimientos con quienes deberían ser base para encauzar el bienestar de la gente.
MUCHO CUIDADO deberá tener López Obrador para conseguir que su partido en la ALDF recobre el respeto y la dignidad que se le arrancó por meras venganzas, si de verdad quiere mirar hacia el futuro.
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