Mañana, inauguración de la muestra
Nuevos lenguajes en la Galería Pecanins
Los anuncios desgastados inspiran a Héctor de
Anda para realizar sus obras pictóricas
Relata el pintor que tras "redescubrir" el color abandonó
el "limbo" del blanco
MERRY MAC MASTERS
Durante 14 años Héctor de Anda (San Juan
de los Lagos, Jalisco) fue editor de moda de la revista Vogue en
México. En 2000, sin embargo, retomó la publicidad -principalmente
los anuncios espectaculares- como referencia en su obra pictórica.
El
año pasado De Anda comenzó a vivir en Florencia, Italia.
Primero trabajó con un sinnúmero de documentos o "referencias"
de viaje, recolectados en lugares donde estuvo, tanto en ese país
como en otros de Europa, con el propósito de hacer una "bitácora".
De allí nació la exposición Crónica de viaje,
en la Galleria Immagine DEA, de Florencia.
Antes trabajó en torno a espectaculares en desuso,
es decir, aquellas grandes superficies para anunciarse que, una vez cumplida
su vigencia, el tiempo ?con la ayuda del viento, el agua, el sol? se ha
encargado de deteriorar y transformar, creando nuevas texturas, colores
y formas. Ahora, De Anda mira de nuevo las posibilidades que le ofrecen
las formas publicitarias.
La muestra Nuevos códigos, integrada por
18 cuadros y dos instalaciones de De Anda, será inaugurada el martes
16, a las 19:30 horas, en la Galería Pecanins (Durango 186, colonia
Roma). Allí se podrá apreciar tanto piezas de la serie Crónica
de viaje como de su novel sistema de comunicación, al que llama
"mutilenguas", que se relaciona con el viaje y la "Babel de lenguajes"
que rodean a uno.
Explica: "Quise aplicarlo en mi obra como hacer y deshacer
el lenguaje. Se entienden algunas cosas, otras no. Es un poco crear nuevos
códigos en la lengua, que se vuelven personales".
-¿Cómo estructuras tus cuadros?
-Primero, me viene a la mente una imagen del concepto
general. Es como concebir un ente que va tomando su propia forma. El lenguaje
lo voy creando como una conversación entre el lienzo y yo.
-¿Qué papel juega el color?
-No acostumbro usar tanto color. Siempre he tendido a
los grises, blancos y negros: los monocromos. Es el color y la vida de
Florencia. Su arte me ha empujado a hundirme en los colores; a perderle
respeto, o miedo, al color. Ya me había acostumbrado a una especie
de limbo o nicho en el que me fascinaba el blanco, la ausencia de color.
Era un encantamiento, pero de repende redescubrí el color.
En Crónica de viaje se reconcilia el color
con el monocromatismo. Los cuadros expuestos de dicha serie se arman como
un collage de pequeñas cajas de plástico, en cuya
tapa se exhibe una pintura realizada en el reverso de, por ejemplo, una
tarjeta recogida el algún café, librería, bar, teatro
o restaurante. Por tanto, cada impreso cuenta "una historia, un lugar,
un momento". Las cajas son desmontables y se pueden cambiar de lugar. Si
parece un juego es porque a De Anda también le gusta divertirse
con lo que hace.
Son piezas que encierran muchas horas de trabajo "obsesivo
y compulsivo" en el estudio. Si el sitio visitado le proporcionaba "información",
al salir el artista se encerraba "días a trabajar, a trabajar, a
trabajar..."
El ciclo que De Anda vivió en Florencia ya se cerró
y ahora persigue nuevos caminos: "No creo en las fórmulas, ni en
el estilo del artista que tiene que hacer lo mismo siempre para que lo
reconozcan. Casi todas mis exposiciones han sido distintas, aunque sí
se van dejando rastros de una obra a otra. Pero la manera de decirlo siempre
es distinta".