El público en el Metropólitan
siguió las letras del nuevo cidí de la cantante española
Con pop, rock, mariachi y bolero Rosana cautivó
en sus tres conciertos
Aun en los temas de desamor y tristeza busca el optimismo,
dice la intérprete de Contigo
Cantó, a su manera, Payaso y Sombras,
como homenaje al mexicano Javier Solís
ARTURO CRUZ BARCENAS
Rosana tuvo tres noches plenas e inolvidables en sus tres
conciertos consecutivos, desde el pasado viernes, en el teatro Metropólitan
de la ciudad de México; pasa por el mejor momento de su carrera,
marcada hace seis años por la edición de su primer disco,
Lunas rotas. Lo que sorprende es que el público cante los
temas de su nueva producción, de título homónimo,
dado a conocer en septiembre de 2001. Al pop y rock, género en los
que ha descollado, ahora suma el bolero y hasta el ranchero. Todas estas
manifestaciones se dieron en tres veladas en las que logró, valga
el lugar común, el triunfo, con el público de pie, aplaudiéndole.
Abre
los brazos para que sus pulmones suelten toda la energía de su voz,
que sube y baja en alardes de expresividad. Dijo a este medio que busca
el optimismo, aun en temas de desamor, de tristeza. "¡Claro que me
han mandado muchas veces al carajo, y yo también los he mandado
al carajo!", expuso a la pregunta de si sus composiciones reflejan la experiencia
de rupturas con alguien que se estima más de la cuenta.
Por eso anima en sus presentaciones a quienes desde su
butaca quizá están sufriendo y buscan refugio en las letras,
en la música de su rola Contigo, antítesis del dolor,
acento en que el tiempo es la mejor cura para las depresiones sentimentales.
Ahí habla del clímax del amor, de las mañanas más
refulgentes, cuando todo apunta a que se halló por fin con quien
compartir todo.
Conciertos sin restricciones, anuncia
Anuncia, al inicio de sus presentaciones, que los conciertos
serían sin restricciones. Que no había que esperar para entrar
en el juego de desquitar lo pagado por el boleto.
Cuando interpreta Pa' ti no estoy ya la gente es
suya; es más, ya era suya. El aire es de Víctor Manuel, de
la manera de cantar de éste. Españoles al fin. Baila Rosana
con alegría, el pop la hace moverse sesenteramente, como cuando
los hippies se daban a la sicodelia y a la paz interna, que cada quien
encontraba a su manera.
"Ya no hay primavera; sólo estío", cita,
y pide que se apaguen las luces que la encandilan, que chocan en sus ojos
y no la dejan ver a los de enfrente. "Apaguen esas luces de policía."
Es el abandono, la suavidad de la tonada; es para acariciarse uno mismo,
para consolarse. No es el mensaje machacón de lloro, sufro. Hay
que darse algo de dignidad, engallarse y valorarse.
En su casa, la niña Rosana oía discos con
inmortales de Javier Solís. Le rinde homenaje a su manera, recordando
Payaso, Sombras y Horas, que nadie canta como el rey
del bolero ranchero, pero que animan a la concurrencia. Se escuchan gritos
propios de la Plaza Garibaldi, los ¡ayayayay! Y otros de "¡Rosana,
te amo!" La asistencia es heterogénea. Rosana tiene un público
cautivo que llenó en 97 por ciento el foro de la calle Independencia.
Llegó al lugar de los que casi siempre están
olvidados
Corre la española por los pasillos del Metropólitan
y sube donde están los que casi siempre están olvidados por
los artistas. La buscan varios de la parte de abajo; no la hallan. Lanza
Mil y una noche (así, con noche en singular), al estilo,
dice, del mariachi, que se parece terriblemente a Y nos dieron las diez,
de Joaquín Sabina. Españoles al fin.
El amor es la sed que no se sacia; la cresta de la ola;
es eterno mientras dura, en tanto se va la fascinación. Luego llegará
la rutina, la caída, el fin natural de todas las cosas. Rosana ofrece
un optimismo para esos estados mentales, espirituales. Por eso, porque
los asistentes van a oír algo que les refuerce su vida, los conciertos
de Rosana fueron exitosos. Es la nueva reina del bolero, pero en versiones
originales, de ella, que canta como si estuviera corriendo, brincando sobre
las olas del mar que llegan a la playa, como aparece en la portada del
disco que lleva su nombre y que considera el que más la describe
y refleja. Si hubiera que describirla a su manera, podría decirse
que más que ser una luna rota o nueva, ella es una luna llena, de
las que iluminan el agua del Mar Mediterráneo.