En el libro Coliseo intentó expresar su ''irreverencia e inconformidad''
Confieren a Héctor Carreto el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2002
Cultivar el género permite salvarnos de la neurosis, señala el galardonado
Transitar por el epigrama requiere una mirada filosa, explica Efraín Bartolomé
CARLOS PAUL
Por Coliseo, poemario escrito con el seudónimo de Nicolás Bourbaki, Héctor Carreto (DF, 1953) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2002, considerado el más importante del género en Latinoamérica.
El volumen, explica el poeta, está dividido en cuatro partes. ''La primera incluye epigramas, luego vienen unos epitafios, le siguen unos poemas titulados Satélites y por último abordo lo que es la conciencia del poeta sobre el oficio, la táctica de discusión con la musa".
Para Carreto la poesía ''es una manera de salvarnos de la neurosis, una compañía, una forma contra la locura. En ese libro los poemas son irónicos, críticos, muy en el tono de los poetas romanos, que utilizaban el epigrama, mientras los epitafios tienen el tono de como los escribían los griegos, en los que se habla de los muertos y éstos también hablan, reclaman algo".
Carreto destaca ''el sueño. Aunque también -indica-, me interesa la vida cotidiana, el hombre oprimido, el hombre sin rostro. De definir mi poesía diría que forma parte de la denominada conversacional o exteriorista o confesional, como a veces la llamaban T.S. Eliot, Ernesto Cardenal, Amy Lowell, Anne Sexton o Sylvia Platt".
Su primer acercamiento a la poesía fue nediante el rock, ''porque este género tiene de alguna manera un tono de desenfado, de crítica al sistema; es irreverente y vital. Hay mucho de erotismo en el rock, añade Carreto, y eso es algo que busco mucho en mi poesía, de manera especial en Coliseo, en el que también intento expresar esa irreverencia e inconformidad".
Escasa difusión
En la actualidad, señala Carreto, ''existen muchos poetas, pero desafortunadamente cada vez hay menos editoriales interesadas en publicar poesía. Eso es algo muy triste. Las editoriales piensan que la poesía no se vende, que es inaccesible, pero creo que se debe buscar la manera adecuada para su divulgación. La poesía esta más cercana a nosotros de lo que creemos. Es muy divertida en el sentido más amplio".
Carreto ha sido galardonado con los premios Efraín Huerta (1979), por Naturaleza muerta; el Raúl Garduño de Tuxtla Gutiérrez (1981), por Tentaciones; el de Poesía Carlos Pellicer (1983), por La espada de San Jorge; el de Poesía Luis Cernuda (1991) en Sevilla, España, por Habitante de los parques públicos.
El poemario Coliseo fue seleccionado de entre 400 trabajos y el jurado estuvo integrado por los poetas Francisco Hernández, Enrico Mario Santí y Efraín Bartolomé, quien destaca que el poemario galardonado ''es un libro de epigramas sostenido de principio a fin. Transitar por el camino del epigrama, contra lo que se piensa, no es sólo cosa de ingenio en bruto, requiere una mirada filosa y aguda, un oído muy afinado y una lengua cargada de veneno.
''Es decir, se necesita que el ingenio esté sustentado en una sólida maestría en el manejo del verso, de modo que el poema fluya con una aparente sencillez y dé en el centro del asombro con su mortífero veneno. Veneno con gracia. Es lo que el libro aporta a nuestra poesía."