Reunió 80% de los recursos para adquirir
el inmueble
Samperio ya está a un paso de inaugurar su casa
de la cultura
Ahora imparte en su despacho Ad Hoc siete talleres literarios
cada mes, a los cuales acuden 70 personas
ARTURO JIMENEZ
Desde hace seis años el departamento del escritor
Guillermo Samperio comenzó a perder espacio de manera paulatina
a costa de su despacho Ad hoc Ingeniería Cultural, el cual ha crecido
tanto que ya invadió su recámara, donde aparte de libros
y materiales se guardan sillas de plástico para los alumnos de los
cursos y talleres que ahí se imparten.
El autor de Miedo ambiente (Premio Casa de las
Américas, 1977) y ganador del Premio Instituto Cervantes de París
(dentro del concurso de cuento Juan Rulfo 2000, en Francia) habita en una
sala que es a la vez área de cómputo, mientras el antecomedor
se ha convertido en una pequeña mesa de lectura y la comida se sirve
en la biblioteca, cuyos 7 mil ejemplares, por cierto, son para préstamo
gratuito.
Los últimos espacios privados para Samperio quizá
sean el baño y la cocina, aunque el primero es de uso general y
la segunda es desde hace tiempo territorio de doña Yésica
(Petrona Santiago), encargada del mantenimiento y también considerada
por Samperio "parte del equipo", junto con Arlette García-Huerta,
Fernando Galindo y Matilde Samperio, entre muchos otros.
Si embargo, esa situación podría concluir
en unos seis u ocho meses, cuando se deberá inaugurar el Centro
Cultural Guillermo Samperio, proyecto que consolidaría la labor
de Ad hoc Ingeniería Cultural.
"Nos lanzaremos así, aunque al principio será
como un embrión. No esperaremos hasta tener todo hecho, si no, nunca
abrirá", dice en entrevista en su departamento-escuela, en la Del
Valle. Para ese centro aún no existe un domicilio preciso, pero
se pretende instalar en alguna casona de esa misma colonia o quizá
en Coyoacán.
El proyecto para fundar un centro cultural con el nombre
de Guillermo Samperio se encuentra avanzado en 60 por ciento y cuenta ya
con 80 por ciento de los recursos (un millón de pesos) para adquirir
un inmueble. Han sido, dice, casi dos años de trabajo con la ayuda
de los amigos, "la gente querida, la que ama el arte".
Se cuenta también con un patronato casi completo
(20 de un total de 30) y con 70 patrocinadores, la mayoría asistentes
a los talleres de Ad hoc Ingeniería Cultural, así como la
asesoría de una abogada, quien definirá el estatus jurídico
más conveniente. Las funciones principales del patronato serán
dos: supervisar que el trabajo del centro cultural se realice de manera
puntual e impulsar al mismo.
Entre
los patronos, cuyas aportaciones de "por lo menos" 10 mil pesos cada uno
serán simbólicas, pueden mencionarse personajes como José
Luis Cuevas, Carlos Medina Plascencia, Ana Cristina García Zepeda,
Herminia Pasantes, Eudoro Fonseca, Hernán Lara Zavala, Philippe
Ollé-Laprune, Felipe Garrido y Ramiro Ruiz.
Atrás parecen quedar tanto el fracaso de una subasta
de obras de arte propiedad de Samperio para recabar fondos, debido a un
apagón impertinente, como la indiferencia de las autoridades culturales
federales y locales, a las que buscó para venderles algunos cuadros.
"Es gente muy ocupada como para ayudar a iniciativas independientes con
un alto contenido social".
Un laboratorio de vida
De joven Guillermo Samperio (DF, 1948) trabajaba de dibujante
técnico industrial, pero a partir del Premio Casa de las Américas
consiguió un trabajo de editor en una publicación de la SEP.
"Quería seguir un consejo que me dio José
Emilio Pacheco: el escritor tiene que estar siempre en contacto con la
palabra escrita del modo que sea: escribiendo, leyendo, editando, corrigiendo".
Y desde entonces Samperio lo ha hecho así, incluso llegó
a ser director de Literatura del INBA.
"Pero desde hace seis años, al independizarme de
la burocracia cultural, fue ya la plenitud completa de la palabra. Ahora
doy como seis o siete talleres literarios al mes. Es un gusto y un placer."
?¿Cómo armonizas la labor de creación
literaria, individual, con la de promoción cultural?
?Dando talleres y clases me preparo de manera permanente
para la escritura. Además, como trabajo con muchos jóvenes,
de algunos aprendo bastante. Ellos tienen experiencias y formas de ver
el mundo que yo nunca voy a tener. A la larga el taller literario es un
laboratorio de vida y convierte a las personas que participan en él.
A los cursos de Samperio acuden desde amas de casa de
Polanco, "que llegan a desplegar capacidades impresionantes", hasta chavos
dark que no completan para las cuotas pero son aceptados. También
asisten creadores como el poeta Eugenio Valle Molina, indígena de
cuetzalan que tiene beca de ciento por ciento.
"Mi idea es crear aliados de la cultura. Nunca le digo
a nadie que no sirve para escribir. Primero, porque no te van a creer,
y segundo, porque considero que cualquier persona es capaz de escribir
literatura.
"Lo que debe buscarse es la liberación del 'yo
niño' del individuo, que es creativo, juguetón e intuitivo,
y la combinación con su 'yo adulto', al que se le enseñan
las técnicas. No llegarán a ser un Lewis Carrol pero escribirán
con mucha dignidad y se convertirán en excelentes lectores y consumidores
culturales."
Samperio observa a los promotores de lectura como misioneros.
"En Bellas Artes había algunos que hacían viajes larguísimos
con muy pocos viáticos y poco salario, porque no había presupuesto.
Yo lo mismo voy a Estados Unidos que a San Fernando, en Tamaulipas. El
placer es ver crecer a la gente. Tengo discípulos como Pedro Angel
Palou, Ana Clavel y Rodolfo Naró".
No quiero esperar hasta la senectud
Los talleres literarios son una de las áreas principales
de Ad hoc Ingeniería Cultural: cuento, novela, ensayo, poesía,
dramaturgia. Pero existen otras, como asesoría, diseño, edición,
traducción, publicidad y organización de actos culturales.
Y se ampliarán con el centro cultural mediante actividades como
danza, teatro, títeres, música, cine club y modelaje.
El proyecto prioritario del centro, destaca, será
el de la "Coordinación de la lectura de las artes". Explica: "La
idea es crear capacitadores de lectura de cualquier disciplina artística,
pues todas las artes son descifrables. Ya comenzamos con algunos cursos".
Uno de los objetivos del centro será ayudar a que
haya "lectores" para todo el "nuevo impulso de arte" que hay en México,
señala. "La idea es crear público. Si yo capacito capacitadores,
éstos irán a otros lados a capacitar más gente".
Confiesa: "Trataremos de no ser un centro cultural más.
Estaremos difundiendo lo más novedoso, lo más experimental,
lo más arriesgado".
?¿Por qué ponerle tu nombre al centro cultural?
?Algunas personas han criticado que le ponga mi nombre,
pero a otros les parece bien. Cuando me hicieron el homenaje nacional en
Bellas Artes (1999) se dijo que otros lo merecían antes que yo.
"La verdad es que no es culpa mía. Si ellos no
se han puesto las pilas para el homenaje, pues es cuestión suya,
además, los responsables son las instituciones. ¿Por qué
esperar a que yo tenga 87 años y llegue en silla de ruedas o con
un bastón a Bellas Artes?
"Igual con el centro cultural: ¿debo ser ya un
hombre senecto para merecer un espacio con mi nombre? He trabajado en lo
cultural y en lo político por la gente y no me quiero esperar a
que ya no entienda lo que me están diciendo para tener mi centro
cultural."