CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

LA ENTREVISTA que hoy sostendrán el presidente Vicente Fox y el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, no podrá resolver de fondo las diferencias que en la manera de ver y analizar el país tienen uno y otro.

CON SUS discrepancias, centradas principalmente en la forma de adoptar la política económica, ambos personajes asisten hoy a un encuentro que deberá ir más allá de la reflexión sobre la seguridad pública, para interiorizar en las causas de la delincuencia que se vive en el Distrito Federal y en el resto del país.

ES EN ese punto, en las causas, donde pareciera que no puede haber arreglo, porque el cristal por donde mira uno no es igual al del otro. Mientras López Obrador insiste en que sólo elevando la calidad de vida de las mayorías se podrá conseguir la estabilidad social que impida la delincuencia, Fox no quita el dedo del renglón y prefiere seguir las reglas del juego de los grandes organismos mundiales para crear mayor riqueza a los más pudientes.

ES OBVIA la diferencia. En el DF se trata de solucionar con dinero del gobierno, que a fin de cuentas es de la gente, los asuntos de mayor urgencia, aunque con ello se creen grupos clientelares que pudieran servir para fines políticos.

PARA EL gobierno federal la solución está en hacer de México un coto privado donde el gobierno poco a poco vaya perdiendo la posibilidad de la rectoría y, al final, la política también quede en manos de los señores de la iniciativa privada mexicana o extranjera.

ASI, MIENTRAS en un escenario se intentan mecanismos que también pretenden prevenir brotes sociales violentos, en el otro parece que la única salida a la delincuencia está en aplicar fórmulas de represión.

PERO ESO no debería enorgullecer, por ejemplo, al secretario de Gobernación, que parecería estar contento con la intervención de la Policía Federal Preventiva en la capital del país. Las causas son o deberían ser la gran preocupación, y la entrevista de hoy tendría necesariamente que pasar por las políticas económicas que pudieran restituir los empleos perdidos, la producción industrial a la baja, el poder adquisitivo de la gente, y frenar el enriquecimiento desmedido de algunos.

LAS DECISIONES, los acuerdos y hasta las divergencias entre los mandatarios deberían transparentarse y darse a conocer a la opinión pública, que merece saber por dónde irá la política gubernamental respecto de la seguridad pública.

POR LO pronto, en Los Pinos deberá exigirse tanto a López Obrador como a Santiago Creel un mayor respeto a la ley y evitar otro episodio vergonzoso como el que se vivió la semana pasada.

NO ESTARIA de más buscar la forma de hacerles entender que si bien uno y otro son candidatos naturales a la Presidencia, por las posiciones que guardan dentro del gobierno y en sus respectivos partidos, aún es muy temprano para desmañanarse.

A FIN de cuentas lo que parece que todo el mundo quiere es un buen encuentro y nos más encontronazos.

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