SAN ANDRES: SEIS AÑOS DE INCUMPLIMIENTO
Hace
exactamente seis años, el 16 de febrero de 1996, el gobierno federal,
en representación del Estado mexicano, y el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) firmaron en San Andrés Larráinzar
los acuerdos sobre derechos y cultura indígenas, también
conocidos como acuerdos de San Andrés.
Con base en el documento signado, la Comisión de
Concordia y Pacificación (Cocopa) del Congreso de la Unión
?conformada por representantes de todos los partidos políticos con
registro? redactó una iniciativa de reformas constitucionales y
legales, misma que, meses después, fue rechazada por el gobierno
del entonces presidente Ernesto Zedillo.
El incumplimiento de este compromiso por parte del gobierno
provocó una inmediata interrupción de las negociaciones de
paz en Chiapas. Apenas iniciada su administración, Vicente Fox retomó
como propia la iniciativa de la Cocopa y la envió al Congreso de
la Unión, aunque no realizó cabiledeo alguno para su aprobación.
El resultado fue una deficiente reforma constitucional
que no corresponde con el espíritu de los acuerdos de San Andrés
ni con la iniciativa redactada por la Cocopa.
Dicha legislación, que suscitó numerosas
objeciones de diversos sectores sociales y políticos, entre otros
el Congreso Nacional Indígena (CNI), utiliza formalmente conceptos
contemplados de los acuerdos de San Andrés (tales como autonomía
y libre determinación), pero en los hechos, debido a los candados
que contiene, impide el ejercicio de los derechos indígenas, negando
a las comunidades indígenas asumirse como sujetos de derecho público.
Cabe mencionar que la marcha zapatista iniciada en febrero
del año pasado, logró aglutinar el apoyo de diversos sectores
de la sociedad que se identifican con la causa indígena, y que hoy
se muestran, por decir lo menos, defraudados por el destino de la iniciativa
indígena.
Así las cosas, los pueblos indios de México
siguen careciendo de la representación política necesaria,
padecen adicionalmente el conservadurismo legislativo -que en algunos casos
raya en el racismo- y el conflicto en Chiapas permanece empantanado.
Por ello, al margen del autismo legislativo, es lamentable
que hayan transcurrido seis años sin que el gobierno mexicano cumpla
con el compromiso que asumió al firmar los acuerdos de San Andrés.
Por lo pronto, llama la atención que, por un lado,
la Comisión de Asuntos Indígenas del Senado se anticipe a
realizar a una consulta para la modificación de 16 ordenamientos
federales para adecuarlos a la reforma indígena aprobada el año
pasado, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
no ha resuelto los recursos de inconstitucionalidad interpuestos por municipios
indios y Congresos estatales, cuya cifra es cercana a los 300.
Por el otro, que unos 160 legisladores vayan a presentar
nuevamente la iniciativa de Cocopa ante el pleno de la Cámara de
Diputados, hecho que, además de evidenciar inconformidad ante la
legislación actual, posiciona de nueva cuenta el tema en la agenda
legislativa.
Finalmente, es preciso reiterar que cualquier reforma
constitucional en materia de derechos y cultura indígenas debe incorporar
íntegramente los acuerdos de San Andrés, de lo contrario,
al igual que otros muchos temas que siguen pendientes, el indígena
permanecerá indefinidamente irresuelto.