¿LA FIESTA EN PAZ?
Respiradero taurino
Leonardo Páez
CUANDO NO HAY la menor traza de que la desneuronización
colectiva sea frenada en fechas más o menos próximas, bueno
es descubrir en el país respiraderos que permiten inhalar un poco
del aire vivificador que en épocas menos enrarecidas se llamó
inteligencia artística y arte inteligente.
CUANDO
LAS SECRETARIAS "del cambio" emiten constancias, cédulas, identificaciones
y demás documentos ?-ras incontables horas sacrificadas en el altar
de la burocracia sólo para que sean invalidadas por otras secretarías,
que a su vez emiten sus propias constancias y cédulas, o cuando
la amnésica banca vuelve a las andadas con sus temerarios "créditos
tenme acá" a falta de una elemental filosofía de servicio,
bueno es, repito, volver la vista hacia escenarios menos peleados con el
talento y la sensibilidad.
UN NUEVO E INTELIGENTE libro sobre el incomprendido
pero pertinaz tema taurino será puesto a la venta en fecha próxima,
luego de su exitosa presentación el pasado jueves 14 de febrero
en el Centro Cultural Veracruzano, por Alí Chumacero, poeta mayor
de México, Rafael Loret de Mola y el de la voz. Se trata de la obra
Las manchas del arte taurino y el misterio de la insinuación,
del escritor Jorge F. Hernández, a partir de las 60 tintas del pintor
Rafael Sánchez de Icaza que ilustran el libro.
EDITORIAL ALDUS DE México, es decir, José
Sordo y su gente, dentro de su colección Volapié, con esa
fe de carbonero de los editores auténticos, no de los gerentes importadores
de títulos, se lanza una vez más al ruedo de la inteligencia
y el arte, "aunque sea" sobre una tradición que la falsa modernidad
y los falsos taurinos se empeñan en desaparecer, y nos ofrece esta
nueva y fina aventura editorial.
BELLA Y BREVE reflexión en voz alta, la
de Jorge F. Hernández -disfrutar en esta misma colección
de su elegante ensayo Réquiem taurino- posee no sólo
los dones del estilo y la inteligencia, sino el de la intensidad a partir
de su original observación de la rica obra sanchezdeicaciana como
historiador y novelista -La emperatriz de lavapiés, Alfaguara-,
pero sobre todo como aficionado sensible y pensante a la fiesta de toros
per se.
"QUIENES TIENEN EL don de las manchas del arte
-escribe Hernández- no necesitan recurrir al hiperrealismo exagerado
del retrato cuasifotográfico, sino cultivar el misterio de la insinuación...
un azar esquivo. Un hálito que cita de lejos, sin revelarse del
todo y revelando todo en el mismo instante."
COMIENZA ENTONCES EN el libro Las manchas del
arte... un delicioso diálogo entre el que escribe y el que pinta,
y Hernández y Sánchez de Icaza conversan a través
de sus respectivos trazos de elocuente economía, de su juego cuasidemoniaco
con el blanco de las páginas, que inadvertidas se prestan a la maravillosa
complicidad que desemboca en las incompletudes completas de manchas e insinuaciones
-gráficas y tipográficas- de todo verdadero arte, literario
o pictórico, esta ocasión con el piadoso pretexto de una
religión táurica dignificada por el trabajo de dos de sus
más talentosos devotos.