Teresa del Conde
Hiroshi Sugimoto
Hasta el 17 de marzo puede verse en el Museo Tamayo la
muestra de este artista japonés, considerado uno de los fotógrafos
más relevantes del mundo, tanto así que el Museo Guggenheim
de Nueva York abrirá una retrospectiva suya ?sin duda la más
importante de todas las que ha presentado? al parecer la próxima
primavera.
En México ya habíamos tenido oportunidad
de ver algunos de sus trabajos ?de la serie de los mares? en el Museo Carrillo
Gil. No fallaron en sorprender. Recuerdo haberlos comentado en esta misma
sección hará unos dos años.
La pieza que mayormente atrapa al espectador en la selección
ahora exhibida es una Ultima cena (2000), compuesta de cinco paneles.
Cristo queda en medio flanqueado por dos grupos de tres apóstoles.
El momento captado es el mismo que anima la Cena de Leonardo en
Santa Maria delle Grazie (Milán), "uno de vosotros me habrá
de entregar", que produce las consabidas secuelas: ''¿seré
yo?'', ''¿seré yo?'' Si el espectador está ayuno de
los procederes del fotógrafo se preguntará cómo es
que el ambiente, que no deja de ser leonardesco, quedó aquí
tan enrarecido. La ficha que puede leerse en la mampara anexa, no dice
absolutamente nada respecto a este trabajo y casi nada respecto a los otros,
es una explicación técnica, con pretensiones de ser teórica,
que más que acercar al espectador a las obras, lo aleja. Tal vez
esa sea la razón por la cual esta importante exhibición casi
carece de público y esta nota intenta, de algún modo, remediar
el hecho.
Me detendré sólo en la obra principal, La
última cena. Los personajes ¿corresponden a retratos
posados? Son retratos, sí, pero provienen de otro discurso ya codificado.
El artista fotografió un diorama en el Museo de cera de Tokio y
ese diorama recrea, sólo en cierta medida, el mural de Leonardo,
ahora restaurado de nuevo. No es, ni con mucho, la primera vez que lo hace,
en 1999 retrató La lección de piano de Vermeer, también
llevada a tres dimensiones mediante figuras de cera. Aquí Cristo
volvió a la bidimensión, quedando aislado en medio, con las
manos extendidas (misma postura que adopta en el mural) ligeramente escorzadas,
efecto que se reitera en otras figuras glosando en cierta medida aquella
famosa mano del autorretrato del Parmigianino que captó su reflejo
en un espejo cóncavo. Esta faz de Cristo no se parece nada a la
de Leonardo, sino que está tomada del autorretrato cristológico
de Durero (1500) que se encuentra en la Vieja Pinacoteca de Munich efigie
el óleo que posee ciertos visos de pantocrator: reconocemos allí
la faz de Durero, pero la reconocemos enrarecida. Quienes realizaron la
figura de cera entendieron bien esta condición y propusieron una
figura que se parece a Durero, pero también a cualquier hippie
de San Francisco. Si el personaje a partir del cual se realizó esa
efigie hubiese sido seleccionado en México tal vez la elección
podría haber recaído en el pintor Gustavo Monroy, que como
bien se recuerda, se autorretrata como Cristo.
Vemos entonces que este políptico, pieza importante
en la iconografía contemporánea sobre el tema ( como también
lo es la Cena de Arturo Rivera en Monterrey, derivativa así
mismo de fotografías pero de personajes reales) produce aquella
"inquietante extrañeza" que analiza espléndidamente Sigmund
Freud en su ensayo sobre la estética de lo siniestro a través
de un relato del poeta Hoffman que tiene que ver también con personaje
inanimado (la muñeca Olympia que Ofrenbach llevó al escenario
operístico).
Pese a que este políptico en nitrato de plata es
"teatral", lo que allí vemos está lejos de analogarse a un
acontecimiento, no hay secuencia en él, ni hubo antelación.
Sucede lo contrario de lo que sugieren los agrupamientos (también
de tres personajes) en el mural de Leonardo. Si la fotografía, tal
y como la hemos concebido, en un sinnúmero de ocasiones capta lo
efímero, y está en el ojo del fotógrafo, sobre todo
si es fotorreportero, proceder con decisión y rapidez, aquí
sucede exactamente lo contrario, la inmutabilidad de esas figuras perpetuadas
corresponde muy bien con el título de la exposición: "estática".