En Manzanillo, ribereños y deportistas
lo pelean
El pez vela, conflicto añejo entre pescadores
En la capital mundial del pez vela, Manzanillo, se
vive desde hace mucho tiempo un problema entre pescadores ribereños
y deportivos por obtener más peces de esa especie, lo que ha provocado
que disminuya la cantidad y el peso de los picudos. En tanto, Profepa pone
en marcha operativos para que se haga cumplir la Ley de Pesca para
preservarlo
VERONICA GONZALEZ CARDENAS CORRESPONSAL
Manzanillo, Col., 2 de febrero. Considerado "la
capital mundial del pez vela", Manzanillo envuelve en sus aguas un añejo
conflicto entre pescadores deportivos y ribereños por la captura
ilegal y sobrexplotación de esa especie, lo cual ha propiciado una
disminución en las tallas de los ejemplares.
Al amparo de los permisos de pesca de escama, decenas
de pescadores ribereños se hacen a la mar y a escasas tres millas
de la playa extienden líneas de malla de cuatro kilómetros
de longitud con 300 anzuelos con carnada viva.
Las trampas para el vela permanecen ahí toda la
tarde y noche. En la mañana los pescadores vuelven al mar para recogerlas,
y luego regresan al muelle con varias toneladas del pez vela, y se las
entregan a los acaparadores, quienes comercializan el producto clandestinamente.
Hasta 1995, la Procuraduría Federal de Protección
al Ambiente (Profepa) calculaba una explotación ilegal de picudos,
principalmente de pez vela, de 150 o 200 toneladas mensuales, pero a partir
de 1995 la captura comenzó a disminuir debido a la cancelación
de permisos de pesca de tiburón ribereño para las embarcaciones
pequeñas y a la aplicación de sanciones económicas
a quienes infringían la ley.
De
acuerdo con las reformas aprobadas por el Senado al artículo 13
de la Ley de Pesca (diciembre de 2000), las especies marlin, pez vela,
pez espada, sábalo, pez gallo y dorado se destinan a la pesca deportiva
y recreativa dentro de una franja de 50 millas náuticas, contadas
a partir de la línea base que mide el mar territorial.
Para Jorge Gálvez Rocha, delegado de la Secretaría
del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnat), el conflicto
entre los pescadores ribereños y los deportivos por la captura de
picudos "ya no existe".
En contraparte, el delegado de la Profepa José
Delgado Magaña expuso que la captura y comercialización clandestina
de picudos sigue presentándose, pero en menor proporción
que antes.
"No existe el conflicto porque hicimos un buen esfuerzo
para tratar de que se cumpliera la ley, y como los resultados parciales
de un estudio del Centro Regional de Investigaciones Pesqueras (CRIP) indicaron
que las poblaciones de tiburón ribereño habían disminuido
drásticamente, cancelamos cuatro permisos de pesca de esa especie,
dos más finiquitaron, y la proporción que pueda darse de
captura de picudos es mucho menor porque las artes de pesca son diferentes",
señaló Delgado Magaña.
Inconformes con la cancelación de los permisos
de pesca de tiburón ribereño, los pescadores comerciales
encontraron nuevas formas de burlar la vigilancia de la Profepa.
Al amparo de los permisos de pesca de escama ahora pescan
vela y otros picudos durante las noches y los fines de semana, ya que las
labores de inspección y vigilancia se dificultan para Profepa por
la insuficiencia de personal.
Con sólo dos inspectores que vigilan el litoral
de Colima, la Profepa ha concentrado su tarea en Manzanillo, centro de
la problemática pesquera de esta entidad, y en los últimos
5 años decomisó 200 cimbras o líneas de cuatro kilómetros
de longitud, con 300 anzuelos cada una para la pesca clandestina de picudos.
Cuando la Profepa inició sus funciones de inspección
y vigilancia en 1995, cada embarcación menor contenía 95
por ciento de especies reservadas a la pesca deportiva. Se calculaba que
la producción mensual de picudos capturados clandestinamente era
de 150 a 200 toneladas, pero a 5 años de distancia la producción
mensual disminuyó 80 por ciento, debido a que la institución
comenzó a realizar operativos sorpresa y a aplicar la ley
con más rigor, afirma.
Como resultado de esas acciones se aplicaron multas de
varios miles de pesos a Nicolás Lepe, Manuel Cabrera Topete y José
Manuel Vergara, quienes detentan la flota menor en el puerto y son acaparadores.
Disminuyeron las tallas
Estudios realizados por el CRIP indican que las poblaciones
del pez vela y otros picudos no están en riesgo de extinguirse.
Sin embargo, el presidente del Club Deportivo de Pesca Manzanillo, Enrique
Arévalo González, afirmó que las tallas del vela han
disminuido considerablemente debido a su sobrexplotación.
"Antes se pescaban bastantes velas, de 50 o 60 kilogramos
cada uno, pero en la actualidad es muy raro capturar un pez de 50 kilogramos;
los más grandes apenas alcanzan los 40 o 45 kilos. De hecho, en
los 47 años del torneo internacional de pez vela nosotros tenemos
un registro de un ejemplar capturado de 72 kilogramos", comentó.
Se dice que los velas que llegan a Manzanillo siguen las
corrientes marinas que entran de Hawai y Baja California, pero durante
su recorrido encuentran la muerte a manos de pescadores comerciales que
sobrexplotan el producto, y cuando salen los turistas a pescar casi no
capturan nada, y si logran algún ejemplar no rebasa los 40 o 45
kilogramos, señaló.
Para Arévalo González la solución
es que los pescadores ribereños se apeguen a la ley, pues de otra
manera difícilmente volverá a repetirse la hazaña
del torneo internacional de pesca de 1957, año en que los participantes
capturaron 336 velas, lo cual dio pie a la clasificación de Manzanillo
como capital mundial del pez vela.
Tras la cancelación de los permisos de pesca de
tiburón ribereño en 2001, los pescadores comerciales se han
visto obligados a disminuir la captura de picudos, pues temen ser sorprendidos
por la Profepa. No obstante, siguen pescando las especies dorado, marlin
y vela, reconoce Manuel Cabrera Topete, acaparador de productos marinos.
"Somos más de 300 pescadores y no podemos mantenernos
con la pesca de escama solamente, por eso capturamos de todo; es decir,
dorado y tiburón, pero por lo regular en las cimbras predomina el
pez vela", comentó.
Señaló que los pescadores tienen la esperanza
de que las autoridades promuevan la firma de un convenio para capturar
vela y dorado, "pues de todos modos se captura, aunque sea poco, y las
autoridades lo saben, pero no se han puesto muy enérgicos en la
aplicación de la ley porque habría un problema social grande",
dice.
Manuel Cabrera fue uno de los pescadores a los que la
Profepa canceló permisos de pesca de tiburón ribereño
en 2001. Negó tener embarcaciones, pero señaló que
sí compra pescado y lo vende al mayoreo y menudeo.
Un kilogramo de Vela se vende al menudeo en 11 o 12 pesos,
porque al acaparador se le dificulta comercializarlo en la clandestinidad
pues si la Profepa lo sorprende podría aplicarle una multa de más
de 30 mil pesos, por esa razón quieren que las autoridades otorguen
permisos para la pesca de picudos "para tener buen precio".
Falta voluntad política
En opinión del delegado de la Profepa, "falta voluntad
política de todas las autoridades que intervienen en el cumplimiento
de la Ley de Pesca para solucionar el problema, pues si bien es cierto
que la procuraduría es la responsable de aplicar las sanciones,
las repercusiones de carácter social y político se dan en
los estados y los municipios".
José Delgado Magaña comentó que hay
autoridades que con el propósito de quedar bien con los pescadores
ponen en mal a la Profepa. Lo peor de todo es que no ofrecen ninguna alternativa
de solución, "y mientras el pescador se sienta protegido por equis
legislador, equis senador o algún presidente municipal, siempre
existirá el riesgo de un conflicto social" derivado de la aplicación
de la ley, comentó.
En Manzanillo, refirió, son pocas las personas
que realmente viven de la pesca, y bien podrían sobrevivir sin problemas
si se les autoriza otra pesquería u otra actividad económica
que no vaya contra la ley vigente. "Creo que el problema de Manzanillo
en el ámbito pesquero, como en todo el país, es cuestión
de voluntad política de quienes participamos en el cumplimiento
de la ley", enfatizó.
Las alternativas de solución
Para el delegado de la Semarnat, Jorge Gálvez Rocha,
una solución al conflicto entre pescadores deportivos y ribereños
consiste en que estos últimos sustituyan las embarcaciones menores
(lanchas o panas) por mayores, lo cual les permitiría salir a pescar
más allá de las 50 millas reservadas a la pesca deportiva.
"Quienes así lo hicieron, cuatro o cinco personas,
están pescando tiburón fuera de las 50 millas, y ahí
la incidentalidad (de Vela) tiene menor problema, puesto que fuera de las
50 millas ya no se aplica la ley respecto a la captura de especies reservadas
a la pesca deportiva", dijo.
Otra alternativa es que los pescadores ribereños
se conviertan en prestadores de servicios turísticos; es decir,
arrendadores de lanchas, pues un pescador deportivo que viene de otro estado
e incluso de otro país deja una derrama económica promedio
de 10 mil pesos, señaló el presidente del Club Deportivo
de Pesca Manzanillo.
En las condiciones actuales no sería posible realizar
esa reconversión totalmente, pues el número de turistas que
demanda el servicio de renta de lanchas es mínimo. Los arrendadores
calculan en 15 sus clientes diarios en temporada alta y de uno a tres en
temporada baja, de modo que para dar empleo a los más de 300 pescadores
ribereños el gobierno del estado tendría que dar un fuerte
impulso al turismo.
En el torneo internacional de pesca de pez vela ?realizado
en noviembre pasado? participaron más de 200 pescadores, lo cual
significó una derrama económica de aproximadamente 2 millones
de pesos, pues sólo la inscripción costó 5 mil pesos
por persona. Sin embargo, es el gobierno el que debe buscar las alternativas
más viables para los pescadores comerciales, puntualizó Serafín
Guzmán Luna. No obstante el conflicto, a partir del sábado
2 y hasta el lunes 4 de febrero pescadores deportivos del país y
del extranjero compiten en la captura de vela.
l picudo más pesado en la edición 45 del
torneo nacional de pesca de pez vela.