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Solo, de luna y plata
Lumbrera Chico
Montevideo, 20 de enero. Rafael Herrerías, dice Carlos Mendoza, presidente de la Comisión Taurina del Distrito Federal, "está en su derecho de suspender la temporada (menos chica 2001-2002), y no se puede hacer legalmente nada contra la empresa (de la Monumental Plaza Muerta) porque ya cumplió con las 12 corridas del derecho de apartado". ƑQué tan cierto es esto?
En los carteles que el empresario difundió a mediados del pasado otoño para atraer a la afición e incitarla a canjear sus costosísimos abonos que en los hechos no valen el papel en que están impresos, ofreció que saltarían al ruedo de Insurgentes reses de las ganaderías de Xajay, Teófilo Gómez, Manuel Martínez, Fernando de la Mora y J.M. Arturo Huerta, pero la realidad es que los animales de esos hierros nunca fueron jugados a lo largo de los tres meses que ha durado el serial. En cambio, sin explicación que lo justifique, Herrerías nos recetó, en cuatro de 12 tardes (una sí y dos no) a pésimos bovinos de las diversas ramas de Garfias.
Por lo que toca a los matadores mexicanos, el promotor garantizó que veríamos actuar a Alfredo Ríos El Conde, Alejandro Amaya, Alfredo Lomelí y al rejoneador potosino Rodrigo Santos, así como a los hispanos Paco Ojeda y Rafael González. Ninguno de ellos participó en los festejos del derecho de apartado. ƑEso significa cumsplir con lo que marca la ley por lo que a compromisos comerciales con el público se refiere? No me lo parece. Si una agencia de viajes vende un boleto a Panamá y los pasajeros son llevados a Mexicali, es evidente que podrán quejarse ante la autoridad y denunciar que fueron víctimas de una estafa.
Pero no es así como ve las cosas la Comisión Taurina del Distrito Federal. En consecuencia, respaldado por el gobierno capitalino, Herrerías se da el tonto lujo de cerrar su changarro, "castigando" a la afición que defraudó y "culpando" de su berrinche al matador ibérico José Tomás, a quien tal payasada le viene guanga.
Escribo estas notas en un café del viejo mercado del puerto de Montevideo, pensando en que esta tarde dominical, allá en la ciudad donde nací, la plaza de toros permanece en silencio, cerrada y vacía. ƑHe dicho vacía? No es del todo cierto. En la arena del redondel, mezclada con virutas de cal, serrín y sangre seca, desde las partículas de la plateada ceniza de su guerrero corazón que allí reposa, el espíritu de alguien que en vida ocultó su verdadero nombre bajo el seudónimo de Lumbrera, disfruta del majestuoso lugar a sus anchas...
Fallecido el 24 de enero de 1998, el cronista que hizo de la fiesta brava la pasión de su vida; que peleó desde las páginas de distintos medios a favor de la verdad y de la trágica belleza del arte de la tauromaquia, ordenó a los suyos, entre quienes orgullosamente me cuento, que al final de su existencia sus mortales despojos fueran depositados en el ruedo de la plaza a la que asistió domingo a domingo durante 52 años. El viernes próximo, en el cuarto aniversario de su desaparición, solo, vestido de luna y plata, cumplirá 36 meses de gozarse en tal capricho.