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Ť Asambleas de barrios, "parto de organización
social" nacida de los cacerolazos
Frágil, el equilibrio político, económico
y social en Argentina; un mal paso desataría la furia
Ť Reitera el ministro de Economía que el país
se encamina hacia la pesificación
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 20 de enero. Un mes después
del gran estallido popular que obligó a la renuncia del gobierno
del presidente Fernando de la Rúa, el equlibrio político,
económico y social en Argentina sigue siendo tan delicado que cualquier
mal paso puede desatar otra vez la furia.
Este día, el gobierno del presidente Eduardo Duhalde
acaba de confirmar públicamente que el único camino posible
ahora es la pesificación de todos los ahorros y las deudas.
"Ya no hay dólares", ha dicho el presidente en una confesión
que de alguna manera todos esperaban, aunque con temor y enojo.
Así, los depósitos en dólares, que
son más de dos tercios del total, se devolverán de modo que
"mantengan su poder adquisitivo", ya que "los billetes no están".
Pero ¿dónde están?, es la pregunta que nadie responde,
al tiempo que se conoce un llamado Plan Cárdenas que --según
revela el matutino Página 12-- sería la oferta de
los bancos poderosos para levantar el corralito bancario que encierra
depósitos, ahorros y salarios desde el pasado 3 de diciembre, a
cambio de quedarse con bancos privados débiles y achicar la banca
pública.
Pero a estas horas ya funcionan decenas de asambleas
de barrios, un verdadero parto de organización popular que sucedió
a la llamada rebelión de las cacerolas, que se preparan a
exigir verdad y castigo por esta situación, en momentos en que crece
el enojo contra la banca extranjera y privatizada.
En estas asambleas se hablaba hoy de los "diez mil millones
que se llevaron las compañías eléctricas Edenor y
Edesur, de las ganancias de las telefónicas cada año, que
calculan entre 800 y mil millones de dólares", y así se forjan
planes para hacerles sentir la bronca de los ciudadanos, como descolgar
teléfonos, o realizar apagones.
Durante todo el año pasado, al conocerse las ilegalidades
cometidas en la venta de Aerolíneas Argentinas, que fue literalmente
saqueada por sus compradores españoles, las banderas nacionales
volvieron a estar en todas partes, y los viejos símbolos renacieron.
A esto se sumó la percepción de la gran estafa de toda una
década de privatizaciones compulsivas viciadas de corrupción,
y el despertar de aquellos que no habían querido ver lo que otros
en las rutas cortadas, en las rebeliones populares y en las huelgas, denunciaban.
Ese es el espíritu sobre el que crecen las llamadas asambleas de
barrio.
Allí ahora se decide donde hay que poner el hombro.
Ayer fue acompañar a las familias de los jóvenes asesinados
el pasado 29 de diciembre en el barrio porteño de Floresta por un
ex policía al que no le gustó que los muchachos expresaron
verbalmente su apoyo a las manifestaciones. Y se decide dónde estará
el eje de la protesta y cómo cuidar las movilizaciones para evitar
"infiltrados".
Este día se analizaban las nuevas medidas del gobierno,
las más importantes después de la salida de la convertibilidad
que ataba el peso con el dólar en paridad uno a uno, al decretar
una devaluación de 30 por ciento para un tipo de cambio en ciertas
operaciones comerciales, mientras el dólar libre ya alcanza los
dos pesos.
Ahora, Duhalde echó para atrás una de sus
primeras promesas, la de reintegrar los depósitos en la moneda en
que fueron realizados. Y el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov,
dijo a su vez que "vamos hacia una pesificación" de la economía.
Justificó que en realidad la gente depositaba pesos "pero la engañaban
y le decían que los convertían en dólares". ¿Cómo
todo un sistema bancario llevó a cabo este engaño? Y aunque
se pesifiquen los depósitos, ¿realmente se podrá
contar con ellos algún día, en momentos en que Economía
anunció que continuarán congelados en los próximos
90 días?
Estas preguntas se cruzan con denuncias contra la banca
extranjera en las asambleas, en las que se discutió hasta sobre
Mafalda. Había vecinos ofendidos porque hoy apareció
en España una historieta que mostraba al popular personaje argentino
saqueando el almacén de su amigo Manolito, hijo de españoles.
El propio Quino, autor de Mafalda, se enojó: "No entendieron
nada de la historia. Si Mafalda hubiera tenido hambre, Manolito le hubiera
llevado alimentos".
Se discuten también los pasos a dar para "jaque
mate" a la Corte Suprema, que avaló toda la política económica
de la década pasada, pese a las denuncias presentadas. Fue también
un día para recordar a los 31 muertos en los sucesos del 19 y 20
de diciembre, que terminaron con la gestión de Fernando de la Rúa.
La noche del 19 el mandatario respondió al saqueo de los supermercados
y a una situación insostenible con el estado de sitio.
De todo esto se hablaba en los barrios. Es cierto que
hay distancias entre los excluidos totales del sistema y los afectados
por el corralito. Pero como decía una señora en una
asamblea, "todos estamos acorralados y nos salvamos o nos hundimos juntos.
Los ricos del Titanic ya se fueron en los botes con dólares".
No hay liturgias partidarias y hasta mandan a callar a algunos "excesivos".
"Tenemos que enseñarle los dientes a la banca extranjera. Tenemos
que escribir a todos los países, las organizaciones sociales y contarles
nuestra historia para que ya no crean en las sirenas", decía una
mujer.
Mañana es otro día clave. El gobierno espera
la reacción a su nuevo anuncio, mientras los bancos extranjeros
hacen su juego y las presiones externas se multiplican. Del otro lado de
la línea pueden estar George W. Bush, José María Aznar
o Silvio Berlusconi, pero como dice un joven estudiante, "aquí,
aquí está la gente, ese es el mensaje". Y también
hay tensa espera en los grandes arrabales, donde no hay ahorristas, pero
tampoco trabajo.