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Ť La firma evadió normas, impuso reglas al gobierno y ocultó información: analistas
Trabajadores de EU, indefensos ante quiebras como la de Enron, pues pierden fondos de retiro
El verdadero escándalo del caso Enron no reside en las descomunales pérdidas que provocó su quiebra, sino en el hecho de que un consorcio pueda evadir normas, ocultar información, imponer reglas al gobierno y hacer que se aprueben leyes a su conveniencia, advierten analistas de la prensa estadunidense.
En un artículo, The New Republic considera escandaloso que los conservadores hayan rechazado sistemáticamente una serie de salvaguardas que pudieron haber evitado o al menos reducido el daño que causó el colapso de Enron.
Las víctimas más obvias, agrega, son los empleados de Enron, que tenían invertidos en acciones de esa compañía buena parte de sus fondos de retiro. Sin embargo, este caso es sólo el ejemplo más dramático de un fenómeno común en Estados Unidos: muchos trabajadores de ese país tienen buena parte de sus fondos para el retiro invertidos en acciones de las empresas para las cuales trabajan. De hecho, hay compañías en las cuales eso es un requisito.
En 1997 la senadora Barbara Boxer propuso modificar la ley para limitar estas inversiones a sólo 10 por ciento del fondo de retiro; sin embargo, los cabilderos de las empresas pusieron el grito en el cielo, echaron abajo esta propuesta y dejaron indefensos a los trabajadores.
Por su parte, Harold Meyerson destaca en The American Prospect las semejanzas entre la quiebra de Enron y la de Long Term Capital Management (LTCM) en 1998. En esa ocasión, el Congreso estadunidense tampoco hizo nada para prevenir la catástrofe financiera. LTCM, que negociaba con instrumentos conocidos como derivados, quedó al margen de casi todas las normas aplicables a las firmas de correduría tradicionales, entre ellas la de mantener un mínimo equilibrio financiero.
Enron, explica Meyerson, retomó y extrapoló el modelo de LTCM: donde LTCM creó un mercado para la especulación financiera, Enron trató de crear un mercado en el cual pudiera especular con casi cualquier cosa: gas, electricidad, agua, residuos, Internet y venta de espacios de publicidad, a cambio de una buena tajada de cada transacción.
El Congreso estadunidense, agrega, parece no haber aprendido de la experiencia de LTCM y por ello no exigió a Enron mantener un nivel mínimo de reservas de capital; de hecho, la mayor parte del capital de trabajo de Enron provenía de préstamos bancarios a un día. Así, todo lo que se necesitó para cerrar la séptima empresa más grande de Estados Unidos fue una gris mañana de escepticismo bancario.
En el artículo "Los conservadores de Enron" publicado en The Nation, Robert L. Borosage recuerda que los cabilderos de esa firma fueron los artífices de la desregulación del sector energético en California y contribuyeron a crear la crisis de energía que vivió ese estado el año pasado, que costó a los californianos 50 mil millones de dólares. Enron controlaba una cuarta parte de la comercialización de electricidad sin vigilancia alguna.
Borosage señala que entre los funcionarios y legisladores implicados en este caso no sólo hay republicanos: los programas de desregulación promovidos por la compañía también recibieron apoyo del gobierno de Bill Clinton. Enron aportó 10 mil dólares a la Nueva Red Demócrata, el ala empresarial del Partido Demócrata.
El principal ''conservador de Enron'', concluye el analista, es el propio presidente Bush, quien hizo su fortuna gracias a sus contactos dentro de la compañía.