Editorial
Ver día anteriorSábado 8 de noviembre de 2025Ediciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿Complot o injerencismo?
A

yer por la mañana, la agencia noticiosa británico-canadiense Reuters difundió declaraciones de un supuesto funcionario estadunidense quien, bajo condición de anonimato, afirmó que en la primera mitad de este año el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán “conspiró” para asesinar a la embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger. Afirmó también que el presunto complot ya fue contenido y que en estos momentos no hay ninguna amenaza activa. Horas después, la embajada de Tel Aviv en nuestro país expresó su agradecimiento a las autoridades mexicanas de seguridad e inteligencia por haber frustrado el susodicho intento de atentado, y destacó la cooperación entre ambos gobiernos para “frustrar amenazas terroristas”.

Por la tarde, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) informaron que no existe ningún reporte sobre un presunto atentado en contra de la diplomática y que no cuentan con datos oficiales acerca de la versión propagada por medios de comunicación. Por último, el representante de Teherán en México, Abolfazl Pasandideh, ofreció una conferencia de prensa en la cual señaló la ausencia de cualquier prueba o indicio que sustente las acusaciones contra su nación; denunció la versión como un intento de dañar los vínculos persa-mexicanos, los cuales valora como “una amistad bilateral, sin desafíos”, y recordó que su gobierno no tiene ninguna animosidad contra los practicantes de la fe judía, como muestra la presencia de un centenar de sinagogas en territorio iraní.

Ante esta cadena de afirmaciones y especies cabe, en primera instancia, congratularse por que la embajadora Kranz Neiger no haya sufrido ningún daño y se encuentre libre de todo riesgo. Asimismo, parece necesario que las autoridades mexicanas emprendan una investigación exhaustiva a fin de determinar si en algún momento existió una conjura contra la diplomática. De ser así, habrán de poner al tanto a la ciudadanía sobre quienes fueron los involucrados, por qué decidieron actuar en México y qué tan cerca estuvo de concretarse la intentona, entre otros aspectos.

En caso contrario, es preciso establecer por qué un miembro del gobierno estadunidense –o alguien que se hace pasar por tal– tiene interés en sembrar esa noticia falsa, con qué elementos la agencia noticiosa juzgó la credibilidad y el valor periodístico de su informante, y por qué Tel Aviv se apresuró a agradecer a Palacio Nacional por un apoyo del que el gobierno federal aparentemente no estaba al tanto.

Es imposible soslayar el tono y el contenido propagandístico tanto de las “filtraciones” ofrecidas a Reuters como del comunicado de la embajada israelí, ambos plagados de los lugares comunes de la demonización de Irán que forman parte del discurso oficial del régimen sionista y sus cómplices en Washington. Además, sería ingenuo ignorar el contexto en que se produce el escándalo, en medio de una escalada declarativa de políticos estadunidenses que expresan sin cuidado alguno por las formas sus ansias de lanzar una intervención militar en México y tomar el control de las políticas de seguridad pública e interna.

A falta de nueva información, está claro que en estos momentos el único peligro real es el de que la Casa Blanca y la derecha entreguista local pretendan instrumentar el supuesto complot para justificar agresiones inadmisibles a la soberanía nacional; pretensiones que habrán de ser rechazadas con toda firmeza por el Estado y la sociedad mexicana.