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Fidel: están jugando con el pueblo y no saben su tremenda fuerza
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ecuerdo con precisión aquel día de septiembre 1979. Bajé de la guagua (autobús) en Línea y Calle 12, para recoger a mi hija de seis años a la salida de la escuela primaria donde empezaba, la Manuel Valdés Rodríguez. Vi una gran columna de humo negro y me asusté, no podía ni siquiera pensar en que fuese la escuela la que ardía. Pero si lo era, corrí las tres cuadras que me separaban hasta llegar allí. Estaba todo el barrio; enseguida me contaron: “No hay ningún niño quemado, hubo dos profesores que se volcaron a apagar el fuego, ya los llevaron al hospital, enseguida el CDR entró a apagar todo. Fue el cocinero el que prendió fuego a la cocina antes de la hora del almuerzo, ya confesó y dijo que le pagarían 20 mil dólares y lo sacarían del país; ya lo llevaron preso”. Mi hija estaba con Dorita, la vecina de arriba, que corrió enseguida a rescatarla. Los días siguientes, el barrio ayudó en la limpieza y reconstrucción. Habían pasado ya 19 años desde la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), pero seguía siendo imprescindible su función de vigilancia.

El 28 de septiembre de 1960 se fundaron los CDR; nacieron ese día bajo la convicción de miles que levantaron sus puños en aprobación. Mientras escuchaban a Fidel frente al Palacio Presidencial, sonaron los estruendos de petardos en La Habana y todos se pusieron a cantar el himno nacional. Fidel confirmó: “Están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo… Porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, ¡tremendo chasco se van a llevar!, porque les implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en cada manzana para que el pueblo vigile, para que el pueblo observe y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo del imperialismo, ni vendido a los imperialistas, ni instrumento de los imperialistas que pueda moverse”.

Nadie más que todo el pueblo organizado podía detener las actividades contrarrevolucionarias y operaciones encubiertas que aparecían por toda la isla, apoyadas por Estados Unidos a través de la CIA, que utilizaba a ex batistianos de todo tipo que aún no salían de Cuba, pero ya estaban en las nóminas de la CIA. Así se crearon los CDR, bajo la convicción de que sólo el pueblo en su conjunto podría defender y consolidar la revolución.

Recuerdo que me integré a las guardias vespertinas en la calle frente a la puerta de entrada del periódico Juventud Rebelde y, a veces, por la noche en mi CDR. En general, las mujeres hacíamos guardias vespertinas y de noche sólo de las 11 a las 2 a. m. Recuerdo mucho más las otras tareas: cuando estuve embarazada, pasaba alguna responsable de salud a recordarme mis citas de seguimiento en el policlínico, mi acido fólico, la revisión del dentista. Y esa era sólo una de las tareas de salud: también checaban las vacunas de todos, el control de los mosquitos para el dengue, las donaciones de sangre, entre otras. Recuerdo una entrevista que hice: una mujer me contó cuando cumplió la primera tarea de la campaña contra la tuberculosis, vacunar con el que parecía un caramelo de azúcar: “Yo llegué y le iba a dar el caramelo al niño cuando la madre, atrapada por la propaganda de Miami, salió como loca gritando que de ninguna manera, porque sabía que al tragarlo, el niño se pondría a hablar en ruso y se lo llevarían a la URSS”.

Recuerdo la deliciosa “caldosa” que hacían los vecinos para la fiesta del CDR o cualquier otra ocasión importante. El cierre de calles los domingos para que los niños jugaran sin problema o el trabajo voluntario para arreglar la cuadra, recoger basura, sembrar plantas. Recuerdo muy especialmente a la Patrulla Click, una bulliciosa patrulla de niños que de pronto tocaba tu puerta y se metía adentro para apagar las luces no necesarias y ahorrar energía. Las reuniones sesudas y reflexivas para discutir la nueva Constitución, el cálculo económico o la elección ciudadana de los primeros candidatos al Poder Popular.

Funciones que aún permanecen: Gerardo Hernández Nordelo, hoy al frente de los CDR, ayer más de 15 años preso en Estados Unidos, acusado injustamente de espionaje, se pregunta: ¿cómo se defiende hoy la revolución desde un barrio?, ¿qué deben hacer los CDR en un nuevo contexto? Ahora, por ejemplo, en algunos lugares las cámaras hacen la función de vigilancia. Explica actividades muy concretas: recogida de materias primas necesarias para las empresas transformadoras; la tarea de Cultiva tu Pedacito para que los vecinos siembren en sus espacios recuperados vegetales y frutas; trabajo colectivo para cuidar a los animales, medio ambiente, personas vulnerables; señalar los problemas de vivienda, salideros de agua. En todo esto, los jóvenes se incorporan creativamente y organizan los WhatsApp colectivos para agilizar la información, organizar veladas literarias y guateques. Los CDR son el barrio.

* Investigadora de la UPN y autora de INEE y su dilema: evaluar para cuantificar y clasificar o para valorar y formar