
Lunes 29 de septiembre de 2025, p. 8
"¡La gran guerra ha terminado!", declara uno de los docenas de titulares que aparecen en pantalla durante el último concierto de reunión de Oasis en Reino Unido. Salen los hermanos del brazo: Liam y Noel Gallagher en persona. ¿Será que los 90 mil espectadores han aguantado la rivalidad durante las 39 fechas hasta ahora, abriendo inmediatamente, apropiadamente, con la caótica estática de Hello?
El mundo enloqueció de nostalgia por la reunión de Oasis cuando se anunció hace poco más de un año. En su apogeo de los 90, eran la banda británica más importante a nivel cultural. En retrospectiva, resulta cada vez más encantador pensar cómo los héroes del britpop lograron ser a la vez desdeñosos y sentimentales, arrogantes y sinceros.
La moda masculina dio un giro brusco inmediato hacia las chaquetas Adidas vintage, Fred Perry, los sombreros de pescador y las camisetas de futbol. No podías pasar una semana sin que tus amigos y familiares anunciaran un viaje al extranjero para ver a la banda, tras no haber conseguido esas codiciadas entradas para Reino Unido. Aunque en el concierto de anoche en Wembley, Liam pareció insinuar otra gira (“nos vemos todos el año que viene”), hay una sensación de que toda esa alegría termina esta noche. La banda más grande de Reino Unido toca en su estadio más grande y termina su jonrón: la diversión por el bien de la diversión se acaba en sólo dos horas.
Pero no antes de Morning Glory –la tercera canción– cuando el estadio entra en acción. “Necesito un poco de tiempo para despertar”, grita Liam, señalando un reloj imaginario en su muñeca. Luce tan genial como siempre, irradiando una actitud de “vete a la mierda” con sus gafas de aviador y su clásica parka. “Necesito que todos los que están en los asientos elegantes también se den la vuelta y se den un abrazo”, ordena al público antes de una ronda de Cigarettes & Alcohol. Es maravilloso ver a hombres tomándose tantas selfis sonrientes juntos; conmovedor ver a familias completas de diferentes generaciones gritando al ritmo del estribillo de Roll With It.
Durante un buen rato, parece que Noel corre el riesgo de desvanecerse en el fondo, hasta que queda claro que se le ha dado espacio para brillar con fuerza en medio del set. En las discretas baladas Talk Tonight (inspiradas, de hecho, por la casi disolución de la banda a mediados de los 90) y Half the World Away, así como en la imponente Little By Little, el guitarrista lo lidera todo, despreocupado e ilegible al estilo de Noel Gallagher, mientras Liam deambula por ahí.
The Masterplan hace volar la cerveza antes de los tres grandes éxitos, algunas de las canciones más conocidas de la historia de la música británica: Don’t Look Back In Anger, Wonderwall y Champagne Supernova. Es lo que todos estaban esperando y es tan catártico y emotivo como esperábamos.
La mayor parte de la charla de Liam esta noche se limita a uno que otro “buenísimo” –el equivalente verbal a un choque de puños– o a una breve dedicatoria de canción. El espectáculo no sólo carece de comentarios, sino que es completamente apolítico: no hay comentarios sobre políticos ni sobre Palestina, ni siquiera un insulto clásico de Liam. Es simplemente Oasis cantando sus éxitos. Y, sin embargo, a lo largo del júbilo de un espectáculo brillante prometido y cumplido, hay una clara energía de “se acabó el verano”, una triste vibra de último hurra.