a Iglesia Cristiana Evangélica del Dios Vivo, mejor conocida como La Luz del Mundo, lleva a cabo en Barcelona la celebración de la Santa Cena, el evento más importante para sus fieles. En una sede vedada a periodistas y custodiada por guaruras, el grupo fundado en 1926 en Guadalajara realiza tres jornadas de meditaciones, plegarias y difusión de un mensaje de culto a la familia y los valores conservadores que choca de lleno con los escándalos en los que se ha visto envuelto desde hace una década.
Su máximo líder, Naasón Joaquín García, se encuentra preso desde 2019 en Estados Unidos, donde se le aprehendió por 19 cargos de abuso sexual de menores, violación, posesión de pornografía infantil y tráfico de personas. En el juicio efectuado en 2022, se declaró culpable de abuso a tres menores de edad a cambio de una pena reducida. Su confesión también le permitió evitar la exhibición ante un jurado de un video en el que, al decir de las autoridades estadunidenses, una tía suya practica sexo oral a un adolescente de 14 años, así como otras imágenes de pornografía infantil halladas en sus dispositivos electrónicos.
Ahora mismo, un tribunal federal de Nueva York lo acusa de abusar sexualmente de generaciones de jóvenes seguidoras, con cargos que incluyen conspiración de crimen organizado, tráfico sexual de mujeres y menores mediante fuerza, fraude o coerción, explotación sexual de menores, inducción al viaje para actividades sexuales ilegales, producción, distribución, recepción y posesión de pornografía infantil, trabajo forzado y obstrucción de la justicia.
Lo más estremecedor de los testimonios de las denunciantes es que eran las propias integrantes de la congregación quienes preparaban a las y los menores de edad para servir sexualmente a Naasón, como antes a su padre y su abuelo, bajo la creencia de que las relaciones con el autonombrado “apóstol de Jesucristo” representan un honor para los creyentes. Por ello, hace dos semanas fue detenida su madre Eva García de Joaquín, y las autoridades también buscan a su hijo, al ex vocero y representante legal de La Luz del Mundo Silem García Peña y a dos colaboradoras de la iglesia.
En este contexto, el miércoles pasado elementos de la Policía Estatal de Michoacán y el Ejército encontraron a 38 supuestos feligreses en un campo de adiestramiento, donde se les aseguró un arma corta, 17 réplicas de armas largas y cortas, un cargador, 15 cartuchos, cuchillos y equipo táctico. De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública michoacana, los detenidos declararon pertenecer a “jahzer”, guardia secreta de esta organización religiosa cuya misión es proteger a sus líderes, sus templos y sus eventos masivos. También habrían dicho que se preparan para “el fin del mundo”. Cabe destacar que el operativo en que se descubrió la posible formación de un cuerpo paramilitar no estaba dirigido contra esa iglesia, sino que formó parte de un amplio esfuerzo de aprehensiones, cateos, decomisos de armas de fuego y droga en siete estados.
De comprobarse que una institución acusada de conspiración para facilitar y encubrir crímenes sexuales contra menores cuenta con un brazo armado o busca dotarse de él, se trataría de un hecho sumamente alarmante y de una auténtica amenaza a la paz social. En este sentido, resultan incomprensibles la celeridad y la ligereza con que un juez federal con sede en Morelia decretó la libertad sin reservas de los 37 mexicanos y un estadunidense detenidos apenas cuatro días antes. No debe esperarse a que se produzca una tragedia para investigar a fondo la presunta implicación de La Luz del Mundo en el entrenamiento de civiles en el uso de armas, así como para determinar si hubo una mala praxis por parte del juzgador.