Fermin Muguruza se apoderó del Monumento a la Revolución y lo transformó en un mega-Foro Alicia


Lunes 1º de septiembre de 2025, p. 6
“Bienvenidos al segundo asalto de la jornada antifascista... Nos cancelaron un concierto, pero ahora vamos a convertir el Monumento a la Revolución en un gigante Foro Alicia”, dijo el músico vasco Fermin Muguruza, quien, gracias a la Secretaria de Cultura de la CDMX, repuso el concierto que le cancelaron la policía, el Ejército y la Guardia Nacional en el espacio de la colonia Santa María La Ribera hace unos meses.
Frente a 15 mil personas, Muguruza celebró 40 años de estar en la línea del frente con una hacha, una hoz, un martillo y miles de palabras y notas musicales que han servido de herramientas de lucha social.
Una carrera creativa, curiosa, comprometida, reivindicativa, que fue celebrada por miles de personas con antifaz, anarquistas vintage, roqueros y nuevos escuchas que han seguido su modelo.
El comprometido Muguruza, de gran raigambre en nuestro país en la música contestataria, demostró que todos los pueblos caben en el mismo sitio, un mundo de libertad.
Aunque la lluvia amenazó por los rumbos de la colonia Tabacalera, el también cineasta encabezó el cartel de Expresión Libre Contra la Barbarie, en el que lo acompañaron Tijuana No!, grupo que Fermin produjo en 1994, y Niña Dioz, rapera de Monterrey, abanderada de los derechos LGBT.
Vino tras ofrecer un concierto gratuito en Irún, en las fiestas de su barrio natal, Mosku en Euskadi. El espectáculo incluyó la actuación de Iñigoren Dizipuloak, banda homenaje a su hermano Iñigo Muguruza, que servirá de antesala al concierto principal, enmarcado en una gira internacional por el 40 aniversario del inicio de su vida en la música.
La explanada del Monumento a la Revolución metabolizó sus fórmulas de ska, punk, rock, reggae, dub, hip-hop, soul, drum&bass, funky y guarever para levantar el suich de la corriente nerviosistémica de miles de allegados a sus rolas, que influidos por sus efectos cantaron y bailaron pese a la precipitacion que, después de unos minutos que comenzó el concierto, amainó, pero a la audiencia poco le importó.
Muguruza enseñó cómo se puede proteger la independencia y mantener la coherencia con piezas, algunas dedicadas a los que defienden la tierra, a los desaparecidos, entre otras luchas.

Con piezas que cuestionan, muestran, reflexionan y profundizan, Muguruza regresó a los escenarios a “afilar las hachas”, entendido por él como “reafirmar el espíritu de lucha, también se puede entender como una especie de autocrítica de los que formamos la izquierda, para quitar la roña, agudizar y perfeccionar nuestras herramientas, pues necesitamos renovar propuestas y discursos, buscar nuevas formas de organización y participación”, como comentó a La Jornada antes de su concierto.
Gritó fuerte con una gran banda: Lide Hernando en la guitarra y coros; Miryam Matah, coros; Víctor Navarrete en el bajo; Gerard Chalart 58, percusión dub; Xabi Solano en el acordeón diatónico; Jon Elizalde y Ametz Aznarez en el trombón; Aritz Lonbide en la trompeta; Igor Ruiz en el saxofón, y Gloria Maurel en la batería.
Entre el público abundaban los impermeables, los paraguas, las gorras, muchas banderas en apoyo a Palestina, y al altavoz del espíritu de miles sólo le bastó el canto social, y los beats dub, rock steady y ska para sucumbir.
Sonaron rolas de los grupos que formó (Kortatu y Negué Gorriak) y de sus proyectos solistas: Sólo pero bien acompañado, Hay algo aquí que va mal, La línea del frente, Desmond Tutu y Sarri Sarri.
El público también disfrutó de Nicaragua sandinista, After-Boltxebike, Azoka eguna, Zu atrapatu arte, Hiri gerrilaren dantza, Itxoiten, Kolore bizia, Gora Herria, Hator Hator y Bidasoa fundamentalista. Más tarde hizo brincar al respetable con Big Beñat, Urrun, Euskal Herria Jamaika Clash, Newroz, Black Is Beltza, In-Komukazioa y Berlin-Ulrike Meinhof.
“Necesitamos organizarnos y salir a la calle, y parar lo que estamos viendo en el mundo”, dijo el artista anoche, un emisor librepensador con su combo y sus escuchas multigeneración, con un mensaje sonoro profondo (así, con “o”), pero también divertido y festivo. Así se dio la decodificación neuroalgorítmica, ese campo del sistema nervioso que concede la gracia de experimentar un ágape musical a toda madre.