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Las plataformas de streaming son una estafa piramidal inversa, afirma la cantante Billie Marten

Lanza Dog Eared, álbum que explora temas de identidad

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▲ La cantante inglesa de pop folk Billie Marten.Foto tomada del Facebook de la intérprete
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de julio de 2025, p. 9

Conocer a tus héroes es bastante bueno, pero por desgracia, todos son unos cabrones, asegura la cantante inglesa de pop folk Billie Marten.

Originaria de Ripon, Yorkshire, Inglaterra, la ahora joven de 26 años fue descubierta a los 14 años después de haber comenzado su propio canal de YouTube cinco años antes y haber obtenido aclamación viral por su versión de Middle of the Bed, de Lucy Rose. A los 15, ya había firmado con Sony Music, con la que grabó dos álbumes: Writing of Blues and Yellows y Feeding Seahorses by Hand. Su sencillo de 2016, La Lune ha acumulado más de 88 millones de reproducciones en Spotify.

En un café londinense se reunió con The Independent para hablar de su reciente álbum, Dog Eared, quinto de estudio y, sin duda, el cambio de estilo más pronunciado con respecto a los anteriores. La austeridad inicial de sus voces solistas y sus rasgueos de guitarra depurados dan paso aquí a un sonido mucho más rico y completo, cortesía de una banda estelar formada por el productor Philip Weinrobe.

Es una ruptura intencionada, un abandono consciente del género insulso de cantautor que hoy día parece imponerse a cualquiera con una guitarra y una boca, como dice Marten. Ni ella ni Weinrobe tenían interés en hacer simplemente otro disco bonito.

Siento que la música se ha vuelto demasiado fácil, demasiado suave, o un post-punk increíblemente discordante, reflexiona. No hay punto medio, así que me pedía a mí misma y a otros interesarse por la música.

Su álbum tiene un toque burlesco que se revela lentamente, capa a capa, a lo largo de múltiples escuchas, explorando temas de identidad y transiciones. Incluso la belleza natural de la voz de Marten está apagada, como consecuencia de fumar demasiados cigarrillos y de cantar en el estudio sin escuchar, por lo que no tenía control sobre el tono.

En el disco, se animó a los demás músicos a plasmar sus propios impulsos creativos en las canciones de Marten, en lugar de esperar con expectación que ella les diera dirección. Trabajar en colaboración le trajo consigo una sensación de alivio, refiere.

–¿Se sentía más como estar en una banda?

Sí. Y lo único que quiero es estar en una banda. Quiero estar en la banda de alguien más, tocando la guitarra en la parte de atrás.

Puede que sea joven, pero lleva 12 años en la industria. Y la experiencia de ser contratada siendo adolescente, lejos de ser el sueño que todo aspirante a músico anhela, la dejó irremediablemente hastiada. La cuestión es que la industria musical es muy astuta, manifiesta. Te hacen creer que es tu decisión. Es una manipulación lenta y calculada. Esa es mi experiencia, al menos.

Marten estaba justo en la cúspide del cambio en la industria, pero la actitud predominante seguía siendo que una gran discográfica definiría tu éxito. “Me arrastraron a la idea de ‘vas a ser una gran estrella. Te vamos a poner en salas de composición porque no sabes escribir una canción. Te vamos a convertir en esto’. No importaba cuántas veces dijera que no, se pasaba por alto”, asevera sobre esa época.

Marten no tenía ningún interés en convertirse en la respuesta británica a Taylor Swift; ya estaba lo suficientemente segura de su arte y sus ambiciones como para que la trayectoria pop-folk estandarizada que se le imponía no le resultara atractiva. Sólo quería ser una pequeña cantautora, sugiere.

La versión actual de Marten está a años luz de la versión adolescente. La música de esta última se forjó a partir de la ansiedad, por lo que gran parte de su expresión creativa se derivó de sus problemas de salud mental y de pensamientos intrusivos, que no han desaparecido, pero ahora son manejables: Soy mucho más capaz de reconocerlos y ver que son irracionales, revela.

Parte de esta nueva estabilidad proviene también de encontrar la felicidad con su pareja, Will Taylor, de la banda indie Flyte desde 2019.

Marten nunca tuvo la oportunidad de ser joven y despreocupada. Después de todo, a los 14 años, se reunía con asesores financieros y tomaba decisiones profesionales.

–¿Le robaron su infancia?

–Sí. “Hay mucho de eso en Dog Eared... Por eso estoy atrapada en este abismo de sentirme demasiado vieja y cansada, y también sentirme como una bebé recién nacida que descubre el mundo por primera vez”.

Esta dualidad se percibe tanto en su música como en sus conversaciones: una cautivadora combinación de inocencia entrelazada con la sabiduría ancestral. Marten describió su despido de Sony en 2019 como el mejor día de su vida. Lo mantengo, afirma.

Firmada con Fiction Records desde 2020, con quien lanzó Flora y Fauna, Drop Cherries y Dog Eared (este año), ha visto la industria musical transformarse hasta quedar irreconocible. Los antiguos sellos discográficos más importantes se han reducido a monolitos irrelevantes, y las propias oficinas parecen más bien museos dedicados a éxitos históricos; Ya sabes, esas viejas reliquias del disco de platino tiradas en el inodoro.

Según Marten, el traspaso de poder de las discográficas a las plataformas de streaming ha empeorado enormemente la situación, al menos para la mayoría de los artistas. Kate Nash causó revuelo al anunciar que había tenido que recurrir a Only Fans para finaciar sus giras.

–¿Es la situación realmente tan grave?

–La mayoría de los artistas están en la ruina financiera, sin importar el éxito que aparenten. He trabajado más duro y durante más tiempo, y estoy más ocupada que nunca, y no me va muy bien.

Lo de las plataformas lo describe como una estafa piramidal inversa: al artista se le trata como a un rey y una reina en la cima, se le atiende y se le conduce, mientras que todos los demás se inclinan. El aumento de los gastos generales, la inflación y la reducción de las tarifas de los artistas en gira son problemas importantes. Pero la mayor dificultad, financieramente, es la forma en que consumimos música actualmente, que favorece al pequeño número de artistas en la cima. Describe la estructura de regalías de Spotify, que recompensa a quienes más escuchan con una mayor porción del pastel financiero. Menos dinero va a los artistas de nivel medio y bajo. Es una mentalidad capitalista, en esencia, y todos le pagamos a Taylor Swift.

Aunque la música de Marten ha generado dinero con las reproducciones, ella nunca ha visto nada. No he recuperado mis contratos, así que todo se lo ha llevado Sony para pagar los sofás de su oficina, asegura encogiéndose de hombros. No me quejo. Hablo por todos los que lo hemos aceptado, porque somos buena gente que sólo quiere hacer música. Pero ¿deberíamos aceptarlo? ¿Y cómo lo cambiamos?

No obstante, siempre espero estar haciendo un trabajo en el que creo, y por las razones correctas, afirma. Dog Eared ya está disponible con Fiction Records.

The Independent

Traducción: Juan José Olivares